Lo que más necesita una parroquia son feligreses y Santa Eulalia de Abamia, en Cangas de Onís, los está recuperando. Unas cincuenta personas regresaron ayer al templo románico para asistir a la misa de la patrona, el único momento en todo el año en que el templo se abre al culto. "Somos un grupo de vecinos a los que nos gusta la tradición y decidimos recuperar esto", explicó Mari Lucas antes del oficio religioso.

Cuentan que la fiesta de Santa Eulalia dejó de hacerse "igual que todo, las cosas van pasando" y cuando miran atrás hace más de cien años que la iglesia no tiene vida. Ni siquiera José Manuel Peláez, de 71 años, celebró su Primera Comunión en ella, sino en la de Corao. "Esto ya estaba en muy malas condiciones, muy abandonado", rememoró ayer Peláez, quien regresó a Abamia en los años ochenta, cuando fue elegida para rodar la película "El Cabezota". "Yo hacía de camillero y la iglesia hizo de escuela", relató el septuagenario.

La iglesia de Corao se inauguró en 1904, cuando el románico amenazaba ruina inminente, pero han sido varias las fases de restauración hasta llegar a su aspecto actual. Peláez cree que aquella aparición en la gran pantalla (que se repitió en la película "Los jinetes del alba") sirvió de impulso para recuperar el templo románico, una tarea que regresó entre los años 2005 y 2007 envuelta en la polémica. Las obras realizadas y sobre todo la pintura aplicada en el exterior levantaron una buena polvareda entre la Administración regional (que ejecutó la obra), expertos en la materia y la Asociación Cultural Abamia.

El asunto llegó hasta los tribunales, pero a pie de calle parece superado, pues los vecinos están más interesados en disfrutar de su patrimonio que en discutir sobre él. Hay un grupo de mujeres que continúa limpiando el templo cada seis meses y desde hace cinco años se reúnen por Santa Eulalia para escuchar misa y después comer juntos.

A la fiesta de Santa Eulalia no le faltó ayer ni el repicar de las campanas, del que se ocupó José Ramón Coviella.

"Tenemos que esconder las cuerdas arriba porque si no la gente viene y las hace sonar", explicó mientras llamaba a los parroquianos con una sola cuerda, pues la otra se quedó enganchada en el campanario.