Un entorno idílico al pie de Mañanga, el sonido de la misa de gaita y el fervor de decenas de personas ataviadas con los trajes de aldeana llanisca y porruanu, junto a la tradicional ofrenda de corderos, hacen de la fiesta de Santa Marina, en la localidad llanisca de Parres, una de las más espectaculares del verano en toda la comarca del Oriente. Es Santa Marina, también, una fiesta de reencuentros en la que personas de diferentes partes del mundo regresan a Parres para vivir con fervor uno de los días más especiales del año.

Teresita Martínez fotografiaba con orgullo a su nieto Juan Fominaya, de 7 años. Por primera vez, y en compañía de Pelayo Villar, Pelayo Pereira y Pablo Fernández, portaba el ramu de menor tamaño. "Para mí Santa Marina significa todo. Estuve treinta años en Holanda y siempre que podía venía y me vestía de aldeana", recordaba ayer a la vera del ramu, junto a su nieto, el cual completó su participación en la fiesta bailando el quirosanu y la jota del Cuera. "Mi hija trabaja en la Embajada de Holanda y este año no ha podido venir", señaló.

Por las venas de Ainoa van Es Martínez, de tan sólo 13 años, corre sangre holandesa y parraguesa. Ayer, por primera vez, ofreció uno de los corderos. Lo hizo junto a su hermana Carlota y su primo Álvaro Martínez Noriega. "Mi madre es de aquí y vengo desde que tenía dos meses. Para mí es un día muy especial en el que estoy con la familia", dijo.

La procesión hasta la vega de Santa Marina salió de Parres con puntualidad, comandada por la gaita que tocaba Julián Herrero y el tambor que repicaba con maestría Manuel Fernández. El sonido de la gaita de Herrero y la entonación del Gloria Patri por parte del coro parroquial, bajo la dirección de Gema Cea, inició la eucaristía, que por primera vez oficiaba el párroco de Llanes, Florentino Hoyos. La gran interpretación de la misa de gaita, una de las joyas del folclore asturiano, levantó la admiración de los asistentes, entre los que estaba el catedrático de Musicología de la Universidad de Oviedo Ramón Sobrino.

La procesión con la santa, una vez finalizada la misa, la abrió el estandarte que portaba Iñaki Fernández, seguida de los tres ramos. El grande y el mediano los llevaban Álvaro Martínez, Enol Herrero, Víctor Fominaya, Gabriel Sobrino, Ángel Quintana, Carlos Fernández, Esteban Herranz y Jorge Arenas. Las andas de Santa Marina las portaban orgullosos Jorge Fernández, Pablo Arenas, Jorge Martínez e Illán Tudela. Un centenar de mujeres ataviadas con el traje de llanisca completaron la procesión "culutrás", sin dar la espalda a Santa Marina. Otra tradición que en Parres se lleva a rajatabla.

La reverencia de pequeñas y mayores antecedió a la ofrenda de los corderos, el momento más fotografiado de la jornada. Nicolás González en compañía de sus hijas, María y Julia, y de sus nietos, Carlos y Lucía Fernández, ofreció uno de los cuatro corderos. René Gutiérrez, junto a su cuñada María del Mar Balmori y el hijo de ésta, Felipe Gutiérrez, además de Iñaki Fernández y Mayela Fernández, ofrecieron otro. El último cordero lo llevó en brazos ante Santa Marina Rebeca Díaz-Caneja.

La subasta de los animales y de los ramos a cargo de Ricardo Gómez "Cardi" y un espectacular festival folclórico, pusieron el broche de oro a la mañana festiva en Parres.