Iván García lleva 39 años vistiendo el traje de porruano para celebrar la fiesta de Santa Ana de Naves y no se cansa. Con ocho meses se lo puso por primera vez y, salvo contadas excepciones, como cuando falleció su abuelo, se ha encargado en las últimas décadas de dar las voces del pericote. Ayer no quiso hacer una excepción. "Vengo con más ganas que nunca porque el año pasado sufrí un accidente de tráfico que me impidió darlas", aclaró el joven.

Su hermano David le acompañó en la procesión del festejo, en el que hizo de perfecto anfitrión. Y es que este llanisco invitó a unos amigos de Bilbao a participar en la fiesta y la experiencia les gustó tanto a los vascos que hasta engalanaron a sus dos hijos pequeños con la vestimenta tradicional asturiana. "Ya vinimos el año pasado y nos sentimos muy a gusto. Es un ambiente muy familiar, así que animamos a los críos a vestirse y a participar en los bailes", apuntó la madre de las criaturas, Elena Valencia.

Si de algo está orgulloso el presidente del bando llanisco, Jorge Rodríguez, es de la capacidad que tiene Santa Ana para atraer a fieles de todo el mundo. "Es la cita del verano, viene siempre gente de países como Méjico o Venezuela, y todos repiten. Somos pocos en la comisión, y aunque hay mucho trabajo lo hacemos con ilusión", resaltó. Un ejemplo del poder de convocatoria que tiene la santa fue la presencia ayer en Naves de los primos venezolanos Tomás Nicolás y Antonio Díaz, que tras la misa cantada por el coro Manín de Lastres se encargaron de sacar a hombros la imagen en la procesión hasta la bolera.

"Es emocionante", resaltaron los jóvenes, que estuvieron acompañados en su periplo por Manuel Fernández y Antonio Alonso. Este último, de 29 años de edad, daba relevo al veterano Juan Manuel Toraño. "Mi familia es de aquí y estoy contento de proporcionar savia nueva", aseveró.

De portar el ramo de panes, cuyas piezas se regalan a los asistentes, a diferencia de en otras localidades donde la costumbre es subastarlas, se encargaron asistentes como Helge Molt, alemán de nacimiento y asturiano de corazón. "Mis padres empezaron a veranear aquí y este es mi pequeño paraíso", resaltó este vecino de Tubinga, que lo mismo baila una jota que se arranca con el pericote.

De dar un toque internacional a la fiesta se encargó también el mejicano Tomás Tarno, que acudió acompañado de su hija Marisol, quien tocó la pandereta en el desfile junto a un ejército de más de cien "santanudas". "Mi padre era de Llanes y emigró a Méjico hace casi medio siglo. Yo procuro venir y de la fuente beber para pedirle a Santa Ana que me deje volver", narró Tarno, que atesora incontables anécdotas del festejo. "Cuando era mozo di un salto tan grande interpretando el pericote que me enredé con los cables de la luz y a raíz del suceso los pusieron más elevados", asegura.

Uno de los momentos más esperados de la jornada fue precisamente la demostración de los bailes. Ana Amieva y Pilar Casani se encargaron durante las últimas semanas de preparar a los niños, que con sus movimientos acapararon la atención del numeroso público. "Este año hay más críos que en anteriores ediciones. Son más de treinta. Da gusto ver que tenemos cantera y que la tradición sigue para adelante", apuntó esta última.

La guinda de las actuaciones la puso Santi Galguera al sacar a cuatro mozas a bailar el xiringüelu de Naves, aunque en la pista tampoco faltó una demostración del pericote, el quirosanu o el fandando de Pendueles. "Esta fiesta cada año va a más", celebró Galguera, que como el resto de asistentes portaba en el pecho una margarita, flor característica del bando. Tras la comida campestre en el Campu del Polledu y la espicha gratuita de sidra, al cierre de esta edición estaba prevista la actuación del compositor gaditano David de María, inmerso en la gira de presentación de su nuevo disco "Séptimo cielo".