"Hoy es un nuevo cumpleaños, volvimos a nacer". Así de aliviados se sentían ayer los perceberos César Granda y Pablo Guerra, de 46 y 23 años, tras ser rescatados ayer en torno al mediodía por el helicóptero medicalizado del Servicio de Emergencia del Principado de Asturias (SEPA) entre la playa de La Atalaya y la ermita de La Guía, en Ribadesella, al quedar atrapados por culpa del mar en una cueva mientras faenaban.

Granda contó a LA NUEVA ESPAÑA -aún visiblemente preocupado porque era muy consciente de lo que podría haber ocurrido- que un golpe de mar "les atrapó en la cueva y no tenían forma de salir. Ambos vivieron momentos muy angustiosos en los que, como señaló Granda, temieron "lo peor". "Pensamos que ya no salíamos", comentó el percebero. De hecho, por quien más temió fue por su compañero, Pablo Guerra, quien se vio obligado a "aguantar la respiración" en varios momentos porque el mar le hundía y no podía mantenerse en la superficie, lo que hizo que Granda llegara a pensar que ya no saldría" En ese momento, Guerra solo pensaba que "no había otro remedio que aguantar". Y así lo hicieron.

El padre de Pablo Guerra fue testigo de todos estos momentos de tensión e incluso intentó ayudarles a salir antes de que llegara el helicóptero del SEPA, pero la zona en la que estaban atrapados lo hizo imposible y lo único que pudo hacer fue mirar y esperar que todo saliera bien. Al final, ambos consiguieron aguantar hasta que llegó la ayuda y se pusieron más o menos a salvo. acercándose a una roca y agarrándose a unas cuerdas. Allí intentaron "mantener la calma" hasta que llegó el helicóptero y pudo llevarles a tierra. Por suerte, el vehículo no estaba lejos. Para rescatar a los perceberos, se realizaron cinco operaciones de grúa con el helicóptero y desplegar 30 metros de cable en cada una de ellas.

Lo pasaron mal, temieron por su vida, pero esta experiencia, por muy mala que haya sido, no va a impedir que vuelvan a echarse al mar. De hecho, una vez pasado el susto inicial, los dos estaban dispuestos a volver al trabajo "lo antes posible" para seguir buscando percebes, ya que este año hay escasez y ya se acerca la campaña de Navidad. Aunque, eso sí, Granda tiene dudas de si merece la pena "jugarse la vida por tan poco premio". Menos reticente se mostró su compañero, que incluso se planteaba volver a buscar los equipos que habían dejado abandonados porque son "muy caros". No había garantías de que los encontrara porque lo más probable era que se los hubieran tragado las olas.

Tras esta experiencia, Pablo Guerra comentó que "deberían darse cursillos" sobre qué hacer en estas situaciones para que todo el mundo esté preparado, ya que son unos momentos complicados en los que saber cómo actuar puede marcar la diferencia. Y habla desde la experiencia, porque explicó que ya ha tenido "varios sustos" en otras zonas del oriente del Principado, como por ejemplo en Llanes, aunque "no como este". Debido a la diferencia de la geografía entre las distintas zonas de la costa oriental, las veces anteriores había conseguido salir más fácilmente a alta mar y escapar así del peligro e "incluso llegar a alguna playa". Ninguno de los dos perceberos se había visto nunca tan atrapado como ayer en Ribadesella.