Tras la comida se hizo entrega a Ramón Sobrino de varios presentes, como un árbol genealógico, y un bonito cuadro pintado por José Antonio Sáez Sotres. La música puso el broche de oro a la celebración. Ramón Sobrino Sánchez, al piano, y la prodigiosa voz de la esposa de éste, la soprano María Encina Cortizo, interpretaron para su padre y su suegro, respectivamente, el popular canto llanisco de la xolliquina.