P. GALLEGO

El nombre de la mezzosoprano Christa Ludwig suena de forma especial en el repaso a los galardonados en esta edición de los Premios Líricos. Incluso Ismael Jordi, uno de los maestros de ceremonias de esta tarde y premiado como mejor cantante de zarzuela, la definió como «una de las tres mejores mezzosopranos de los últimos cien años, es una personalidad total».

La carrera de Christa Ludwig se extendió desde finales de la década de 1940 hasta principios de los 90 del siglo pasado, antes de retirarse en la temporada lírica 1993-1994. Nacida en Berlín en el seno de una familia dedicada a la música, su madre, la mezzosoprano Eugenie Besalla-Ludwig, fue su primera profesora de canto.

Con más de 60 grabaciones de ópera editadas y tras haber dado vida a todos los grandes papeles para su voz, Ludwig recoge esta tarde la estatuilla que la acredita como leyenda de la lírica y referencia para las nuevas generaciones de cantantes. «Elegirla no tiene especial mérito, pero sí que ella venga hasta Oviedo a recoger este galardón», aseguró la presidenta de la Fundación que concede los premios, Inés Argüelles. «Ella no tiene ya nada que demostrar», apuntó Argüelles, «y al venir aquí queda demostrada su gran generosidad».