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Análisis

Sanidad, relevo con efectos secundarios

El cambio de Faustino Blanco genera malestar en medios sanitarios proclives al PSOE y abre una nueva etapa de expectativas que requieren más presupuesto

Faustino Blanco, a la izquierda, y Javier Fernández, en una imagen de archivo de una visita al nuevo HUCA. LNE

No consta qué día y a qué hora se enteró Faustino Blanco de que no repetiría como consejero de Sanidad del Principado. Lo que sí se sabe es que el pasado domingo 26 de julio, cuando el rumor tomaba cuerpo y circulaba a golpe de "guasap", el afectado practicaba una de sus aficiones favoritas: navegar por las redes sociales, replicar y contrarreplicar a propios y extraños.

A las seis y un minuto de la tarde, una internauta, Alicia Landeira Calviño, escribía en el perfil de Facebook del aún consejero: "Por favor. Arreglar el tema de la cobertura del móvil en el HUCA. Es desesperante!". Ante una provocación de este calibre, y pese a que su interlocutora admitía que "el personal y trato en el HUCA es impresionante, y las habitaciones una pasada", Faustino Blanco no podía permanecer pasivo. Y once minutos más tarde salía al paso: "En los hospitales las señales tienen sus problema, antes se pedía apagar el teléfono móvil".

El lunes 27 se hizo público que el Presidente Javier Fernández prescindía de Blanco y horas más tarde se desveló la identidad de su sustituto. En los días 27 y 28, la presencia de Faustino Blanco en Facebook fue casi testimonial. En la tarde del 29 recuperaba el pulso cibernético.

Sanguíneo y noble. Esta anecdótica interacción en las redes sociales pone de relieve que Faustino Blanco es un hombre sin dobleces. Tanto en la vida real como en la virtual, es un tipo sanguíneo, peleón, nada propenso a dar su brazo a torcer fácilmente. Ni siquiera ante un mensaje en son de paz de la hija de un ex alcalde socialista del concejo de Valdés que, además, ha formado parte de la candidatura del PSOE en las dos últimas elecciones municipales. Un miura que entra a todos los trapos. Pero también un individuo transparente, noble en la batalla, poco dado a ocultarse en los despachos o a parapetarse tras los cargos institucionales. Por eso se pelea cuerpo a cuerpo en Facebook. Porque dotado de una coraza protectora, Tino no sería Blanco.

Satisfacción sindical. La decisión de descabalgar al que fuera consejero de Sanidad con el anterior Gobierno socialista (2012-2015) ha generado una salva de aplausos entre los sindicatos sanitarios. Con motivo de la celebración, el pasado 17 de junio, del primer aniversario de la apertura del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), los delegados sindicales le dedicaron una pitada de más de tres minutos. Fue como un último intento de animar a Javier Fernández a prescindir de su consejero de Sanidad. Es probable que buena parte de los trabajadores del sector apoyaran este ruidoso mensaje. Finalmente, los enemigos de Faustino Blanco se salieron con la suya.

Una huelga de efectos duraderos. No es Faustino Blanco un tipo acomodaticio. Para bien y para mal, ante la duda opta por actuar. Valiente, según unos; temerario, según otros. Firme, a juicio de sus partidarios; terco, según sus detractores. Hace ahora tres años, este temperamento aterrizó en el sector sanitario y muy pronto se ganó las iras del personal con un decreto que instauraba dos horas y media semanales de trabajo por las tardes y una aplicación de los descansos tras las guardias que enfureció a buena parte de la plantilla. Todo ello en un contexto de ajuste en el gasto -al hilo de las estrecheces presupuestarias- y de supresión casi total de las horas extras (las famosas "peonadas"). La movilización estaba cantada, y los médicos sostuvieron una huelga de tres meses que enturbió enormemente el ambiente sanitario y cuyos efectos aún persisten hoy.

Un resbalón... En muy pocas semanas, había quedado patente que Faustino Blanco no había accedido al sillón de consejero para contemporizar. Luego se sucedieron episodios de diversos colores. El más controvertido, la paulatina marcha de sus colaboradores más templados. En particular, la destitución de la gerente del Servicio de Salud del Principado (Sespa), Celia Gómez, una medida cuyas motivaciones siguen siendo un misterio y en la que resulta difícil identificar un efecto positivo. Quizá en esta decisión, que obligó a Javier Fernández a dar explicaciones a las más altas jerarquías nacionales del PSOE, haya que buscar la génesis de la caída de Blanco.

...Y un éxito. Luego vino el capítulo más brillante del ya ex consejero: la puesta en marcha del nuevo HUCA. Aquí, su tenacidad seguramente generó efectos positivos y negativos. Pero, a día de hoy, lo más relevante es que Asturias dispone de un hospital de enorme potencial y cuyo arranque requería empuje y determinación. Replicarán los adversarios de Blanco que a su contumacia se debe, al menos en parte, el elevado nivel de desmotivación que se detecta entre los trabajadores del complejo hospitalario y del conjunto de la sanidad regional. Bueno será dar tiempo a la evolución de esta maraña de estados anímicos.

Hablar y hablar. Descabalgado Faustino Blanco, ha llegado un nuevo consejero de Sanidad. Francisco del Busto es un perfecto conocedor del sistema sanitario asturiano. Su declaración inicial de intenciones no pudo ser más elocuente: "Reunirse todas las veces que haga falta, hablar, hablar y después, hablar". Todo un guiño a los sindicatos, refrendado unos días más tarde al reunirse con todos ellos, dándoles así un protagonismo muy singular.

¿Una enmienda? En medios sanitarios proclives al PSOE no se censura el diálogo sindical, pero sí se considera que estos primeros movimientos pueden fácilmente ser interpretados como una enmienda innecesaria a la gestión de Blanco y una concesión exagerada a unas organizaciones sindicales no siempre ponderadas en sus demandas y actitudes. "A Tino no se le está tratando bien", arguyen las citadas fuentes.

La cuestión de las formas. El problema, dicen, son las formas. Ciertamente, Fernández no tenía una obligación inexorable de mantener a Blanco. Es unánime la percepción de que quería seguir, pero no menos verdad es que, hasta la fecha, sólo un consejero de Sanidad, Juan Luis Rodríguez-Vigil, ha repetido mandato. Sin embargo, todo apuntaba a que el Presidente podía volver a contar con él. A Blanco le disgustó la total carencia de información en los casi dos meses de negociación del nuevo Gobierno. Finalmente, un Ejecutivo apoyado por sólo 14 de los 45 diputados de la Cámara inclinó a Fernández a buscar un perfil más conciliador. Quizá hubiera sido más asumible para Blanco conocer este dato con antelación y así poder hacer algún gesto que amortiguara el impacto del relevo.

Imaginación y dinero. El nuevo consejero, Francisco del Busto, ha citado, entre sus prioridades esenciales, aligerar listas de espera, desactivar la crispación en el sector y potenciar la red de primaria. Muy razonables, sin duda, pero cabe preguntarse si, además de dialogar, su puesta en práctica no exigirá también más dinero. Buena parte de la impopularidad de Faustino Blanco se debe a su empeño por cuadrar las cuentas. No es previsible que el presupuesto crezca de forma sensible a corto plazo. Algunos gestores apelan a la "imaginación" para hacer más con lo mismo. Habrá que ver lo que da de sí la imaginación.

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