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El "postureo" de la crisis hecho cuadros

La pintora Cristina Ortiz reflexiona sobre la situación de los jóvenes en la sociedad actual en la exposición "Mientras esto dure"

Cristina Ortiz, ayer, en Oviedo. L. C.

Muchos dicen que la generación actual es la más preparada de la historia. Miles de jóvenes que han sumado a sus estudios universitarios un postgrado, un máster, un doctorado, varios idiomas y experiencia de años como becarios. Pero, a pesar de todo eso, se han visto obligados a emigrar para encontrar una situación laboral medianamente digna. Ese es el punto de partida de la exposición "Mientras esto dure", realizada por la pintora ovetense de adopción Cristina Ortiz, y que estará abierta al público hasta el 4 de diciembre en la sede que el Colegio Oficial de Arquitectos tiene en Oviedo.

La artista no habla por hablar, sabe lo que es la emigración en primera persona. Nacida en Argentina, llegó a Asturias hace casi 40 años. "Las circunstancias no fueron las mismas que hoy mueven a los jóvenes, pero sí que entiendo muy bien ese miedo antes de dar el paso, que vas perdiendo con los años, y esa sensación de ir dejando atrás tus afectos. Ese desarraigo es algo muy difícil, que nunca te abandona", asegura. Un sentimiento que ha conseguido reflejar perfectamente en los 15 cuadros que componen esta muestra, muchos de los cuales ya se vieron el año pasado en la galería Orfila de Madrid, en donde consiguió ventas y buenas críticas.

Obras de pequeño y mediano formato en madera o en papel que coquetean con la abstracción, a partir del uso de una técnica mixta en la que hay dibujo, introducción de textos en varios idiomas, recortes de formas geométricas, pequeñas presencias de colores cálidos, y figuras anónimas en actitud dominante y seguras de sí mismas. Son el reflejo de ese "postureo" que la sociedad actual, "ferozmente competitiva y llena de estereotipos" exige a las nuevas generaciones. "Los jóvenes de hoy, a pesar de ser los más preparados de la historia, no tienen cabida en el mercado laboral. Tengo muchos amigos que han visto cómo sus hijos médicos, ingenieros o periodistas se han tenido que ir al extranjero para poder tener una vida digna". Esa preocupación constante en su cabeza se ha traducido en esta exposición, en la que Ortiz consigue con cortes, recortes, superposiciones e inversiones, provocar en el espectador sus sentimientos y pensamientos más personales. "El trabajo del artista es muy solitario, por eso utilizamos las obras como una especie de descarga, para plasmar lo que sentimos en cada momento". Por eso, para recrear una preocupación tan humana, ha incorporado por primera vez la figura a sus cuadros. "Son jóvenes anónimos, que adquieren posturas de seguridad, que van pisando fuerte, porque creen que es así como deben afrontar la vida. Pero no es real, todo es una pose. Un 'postureo' para conseguir un objetivo".

Los textos que introduce en las obras no persiguen una lectura lineal. "Son palabras irónicas, sin sentido o políticamente correctas que se entienden gracias al resto de elementos". Figuras que aparecen acompañadas de su sombra poniendo en duda cuál de las dos es la real; cuerpos que aparecen atrapados por las rayas de un lápiz a pesar de una aparente libertad de movimiento, o fondos blancos que se vuelven turbios por presencias oscuras. Las composiciones de Ortiz no siguen un orden, pero su técnica pulida y su obsesión perfeccionista consiguen traspasar al espectador. "La pintura realista no me interesa, me parece muy cercana a la copia. Me siento más satisfecha creando yo de manera intuitiva y espontánea. Hago bocetos, por la influencia de las clases de dibujo que realicé, pero el resultado nunca acaba siendo ni similar".

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