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Hoy es siempre todavía | AGUSTÍN AZPARREN, abogado y mediador

"Un cambio de vida total a los 63 años es muy sano; cambiar el enfoque agiliza la mente"

"Fui juez durante 33 años y eso le da confianza a la gente a la que me presento como mediador; es una profesión valorada"

Agustín Azparren, en la plaza de la Gesta de Oviedo. NACHO OREJAS

En febrero hará tres años que Agustín Azparren Lucas dejó de ser magistrado en Oviedo para ser abogado en Marbella.

-Un cambio de vida total a estas alturas de la vida, 63 años, es muy sano. Ser juez no es nada monótono, pero cambiar el enfoque agiliza la mente. Y en Marbella no tienes que preocuparte del tiempo que hace por las mañanas. La luz del Mediterráneo influye en la ánimo y el microclima de Marbella es verdad.

-Vivió en Canarias hasta los 17. ¿Oviedo fue una condena?

-Asturias es, con diferencia, donde más años he vivido, pero cuesta acostumbrarse al clima. Lo mejor es combinar: ahora vengo y no me preocupa el tiempo.

-¿Está en una segunda vida o en su segunda vivienda?

-Tengo mi domicilio fiscal en Asturias y mi idea es regresar.

Trabaja 9 horas diarias, mañana y tarde y algo en fin de semana. Vestido con corbata se cruza con personas que llevan palos de golf. A la hora de comer nada en el mar porque está acostumbrado al verano de Aguilar, 22 grados fuera, 18 en el agua, que en Marbella se da casi todos los días.

-En el Juzgado ha sido fiscal, juez, abogado... menos acusado...

-Sí. Tengo dos papeles más: el paréntesis en el Consejo General del Poder Judicial, que se puede considerar político, y el de mediador, el que más satisfacciones personales da de todos. Si ahora mismo me preguntan qué quiero ser de mayor, digo que mediador.

-¿Qué tiene el mediador de los anteriores?

-Durante 17 años hice conciliación judicial, una mediación realizada por el juez. Me lo creí y llegué a tener hasta un 70% de acuerdos, lo que es más difícil cuando un conflicto ya está en el Juzgado. La mediación ahorra tiempo, dinero y, sobre todo, salud. Tener y mantener un pleito familiar o con cuestiones emocionales durante años afecta a la salud. En mediación lo normal es resolver en dos meses con satisfacción de ambas partes.

-¿Cómo media?

-Tengo una entrevista individual inicial con las partes para saber cuáles son los verdaderos intereses de cada uno. Luego, por mi experiencia, echo imaginación y busco soluciones que no se les hubieran ocurrido a ellos. Hay casos en los que esa solución es mejor para los dos que aunque uno gane un pleito. En la mediación no se puede ser injusto porque una parte siempre puede no firmar. Llevo 200 acuerdos.

-¿Qué resultados obtiene?

-Si no se inició el proceso judicial logro un 90 y pico por ciento de acuerdos. Si ya hay proceso judicial, rondo el 50%. En Brasil dicen: "Para evitar el conflicto doy un buey, pero si entramos en el conflicto doy la manada entera".

-Satisfacciones.

-En 33 años de juez una sola vez fueron a felicitarme las dos partes por la sentencia. Como mediador es diferente. A un profesor con la mujer en paro, 3 hijos y una cláusula suelo muy alta le conseguí en 15 días un ahorro de 300 euros. Me llamó para decirme que se acordarían de mí cada mes porque eso era la comida de la familia. En un Juzgado como el que le correspondía en Málaga habría tardado 5 años en resolver y habría perdido la casa.

-Abogado de una gran firma. ¿Se pasó al lado oscuro de la fuerza?

-Desde el lado oscuro se ve más claro. Tendría que ser obligatorio ejercer la abogacía antes de ser juez. Conoces cosas que el juez no ve. En Francia los jueces tenían que estar 3 meses en un bufete y lo han subido a 6.

-¿Empezó desde cero como abogado?

-Estoy colegiado en Madrid. Voté como abogado joven. Soy socio del despacho pero fui a fases de trámite para sorpresa.

-El juez tiene que discernir la verdad. El abogado, no.

-El juez penal sí, y, sobre todo, el instructor que hace una investigación. En civil no, sólo resuelve sobre lo que han planteado las partes. Tienes un papel más activo en materia de familia o cuando hay menores. Y en protección de los consumidores, porque hay un desequilibrio muy grande.

-Al juez se le miente. Al mediador, ¿van a calzón quitado?

-Tienes el deber de la confidencialidad, pero hay que generar confianza. Por teléfono, y sin conocerla, una persona terminó llorando y contándome cosas increíbles de su vida personal.

-¿Tiene facilidad para que confíen en usted?

-Sí. La formación puede completar, pero necesitas tener condiciones. Puedes hacer las mismas horas que Nadal, pero si no eres Nadal no juegas como él. Haber sido juez durante 33 años produce confianza y desmiente lo de que a los jueces no se les valora.

-Un juez no pierde; un abogado, sí.

-Perdí como fiscal, pero es verdad que la abogacía es competitiva. Y jode perder. Pero a una clienta le pronostiqué un 20% de posibilidades de ganarlo y me dijo: "Aunque hubiera un 10". Vas tranquilo, te gustaría ganarlo pero perdimos. Con todo, yo sentía más presión como juez.

En Marbella la crisis acabó antes. En su despacho volvieron a los datos de antes de la crisis hace año y medio. La mitad de la población -80.000 personas- son extranjeros nórdicos con pensiones de 6.000 euros al mes que residen de mayo a octubre.

-Lleva 40 años trabajando en la Justicia. Hable de la condición humana.

-Soy optimista y tengo una visión positiva de casi todo. Como juez de guardia ves lo más duro de la sociedad y tienes que ser consciente de que eso es sólo la parte más dura de la sociedad.

-Pero también siempre ve el conflicto que no es cuando la gente tienen la cara más guapa.

-Sólo una persona de cada tres o cuatro tiene contacto con la justicia. Ahora veo que se pueden desjudicializar muchos conflictos de forma sencilla y conozco más a las personas. Ante un juez y ante un médico la gente está asustada. A un testigo le dije "Arrímese", entendió "arrodíllese" y se arrodilló. Eso no lo haces ni ante un inspector de Hacienda. Tuve que tirar el bolígrafo bajo la mesa.

En cuanto esté al día en su nueva vida quiere recuperar la guitarra y tocar boleros con los amigos. Aspira a ser sólo mediador y no dejarlo ni de jubilado, aunque sea con un par de casos anuales, y ser útil socialmente.

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