"Quiero el diario, la muñeca y el vestido de Frozen. Bueno, si puede ser". A sus seis años la pequeña Claudia Bleye sabe perfectamente lo que quiere que le traigan esta noche los Reyes Magos. Le encanta soñar despierta con el mundo de hielo y nieve de las princesas Elsa y Anna. Por eso, ayer le pidió a Aliatar que un trocito de ese universo de la factoría Disney se cuele en los zapatos que dejará bajo al árbol de Navidad. La niña acudió a ver al emisario real con sus padres y sus amigos; los hermanos Miguel y Pedro Alonso, que también son muy aficionados a los dibujos animados, las series de fantasía y la ciencia ficción. De hecho, ese es el denominador común de las cartas que los niños ovetenses le dieron ayer por la tarde al emisario real en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA, en el salón de actos de la fundación Cajastur-Liberbank, en la calle Mendizábal. "Este año los Magos de Oriente vendrán cargados de cine y series de televisión", dijo Aliatar durante la audiencia.

Durante casi tres horas, Aliatar atendió las peticiones de decenas de niños y contó con la ayuda de los pajes Mbaya Diop y Demba Dieng, que dieron un montón de dulces a todos, salvo a los más chiquitines que no pueden tomar caramelos. Ese fue el caso de Álvaro Yllescas, de nueve meses, que primero pasó en volandas y a lágrima viva del regazo de su abuela al de Aliatar. "En vista del éxito, vamos a probar con mis ayudantes", le susurró el emisario al pequeño. La estrategia dio resultado porque el bebé se calmó poco a poco en brazos de Mbaya y hasta se dejó mecer.

Aliatar se sorprendió por la cantidad de niños con nombres asturianos que fueron a verle. "He atendido a muchos chavales que se llaman Enol y a otras tantas que se llaman Deva. Son nombre muy bonitos que por ejemplo en Madrid apenas se conocen. También han venido muchísimos Mateos, pero echo de menos algún que otro José", explicó el emisario en el escaso tiempo libre que le dejaron sus visitantes.

Muchos críos habían ido otros años a ver a Aliatar. Liv Parlee es una de ellos. Con once años desea que los Reyes le dejen en su casa de Santianes "una grabadora para guardar las piezas que toco al piano". Y es que Liv es invidente de nacimiento y va a todas partes con una grabadora de bolsillo para captar "lo que le rodea". La pequeña subió al estrado acompañada por los dos pajes del emisario y contó que "por el momento" le va bastante bien en el colegio. La niña habló con la misma soltura que demostró cuando acompañó al presidente de la ONCE, Miguel Carballeda, al escenario del teatro Campoamor para recoger el premio "Príncipe de Asturias" de la Concordia hace tres años.

La petición de Liv no fue la más peculiar de la tarde. Según Aliatar, buena parte de los chavales deja a un lado los juguetes, los libros o los videojuegos y piden algo diferente. "Unos cuantos quieren la paz mundial y bastantes críos desean que el Oviedo suba a Primera División. Yo les digo que haremos lo posible desde Oriente".

Hugo Álvarez quiere un dron "para grabar películas". Hasta ahí, normal, pero es que el niño tiene apenas cinco años y las ideas sobre planos y contraplanos bastante claras. Su hermana melliza Claudia es más clásica y se lanza de lleno al mundo de la fantasía. "Yo me pido un disfraz de Bob, uno de los Minions y el diario de Frozen", explicó la cría muy contenta después de hablar "de nuestras cosas con el emisario". Lo que no tenían claro ninguno de los dos era dónde iban a dejar los zapatos para que los Reyes les dejen los regalos.

En la cola, el pequeño Miguel Alonso dijo que había sido capaz de reducir su lista de deseos de 16 a 3 regalos. "Me he dado cuenta de que somos muchos niños en el mundo". Y Aliatar asintió orgulloso.