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La aplicación de la ley de Memoria Histórica en la ciudad

Los comerciantes de Oviedo reclaman ayudas para los costes derivados del cambio de calles

Los negocios afectados tildan de "faena" modificar las direcciones y exigen al Ayuntamiento que asuma los gastos

Los comerciantes de Oviedo reclaman ayudas para los costes derivados del cambio de calles LAURA CARADUJE

Una "faena", un "absurdo" y una "pérdida de tiempo". Es el sentir generalizado de los comerciantes y hosteleros que regentan negocios en las calles afectadas por la aplicación de la ley de Memoria Histórica en Oviedo al preguntarles por su opinión sobre la sustitución del nombre de las vías prevista por el gobierno municipal. Preocupados por los costes económicos y temporales que se derivarían de que sus negocios cambiasen de dirección, buena parte de ellos pide al tripartito que se plantee la manera de financiar los gastos.

"Estoy totalmente en contra del cambio porque tener que renovar toda la papelería es una faena y, lógicamente, estaría bien que nos ayudasen a asumir los costes", argumentó Nuria Jiménez, propietaria de una mercería situada en la Plaza de La Gesta. Algunos, como el farmacéutico José Manuel González del Valle, quien ha manifestado su opinión por escrito en una recogida de firmas que rechazaba la modificación de los nombres de las calles, van más allá: "Ellos son quienes tienen el problema. Por lo tanto, no se trata de que nos apoyen económicamente, sino que deberían asumir todos los costes", aseveró.

"Tendría que cambiar todas las tarjetas de visita porque la dirección ya no estaría actualizada, además de avisar a todos los proveedores... Me parece absurdo", subrayó Lucía Álvarez, propietaria de una peluquería situada en Marcos Peña Royo.

Además de los costes económicos derivados de renovar la papelería (envoltorios, bolsas, tarjetas de visita, rótulos...), comerciantes y hosteleros se muestran inquietos también por las gestiones burocráticas derivadas del cambio de domicilio. "Lo que más me preocupa es que tengo muchos proveedores extranjeros a los que bastante difícil les resulta ya escribir bien la dirección de la calle Marcos Peña Royo, como para ahora explicarles que ha cambiado de nombre", lamentó Alba González desde su negocio dedicado a la repostería.

En una línea similar se pronunció Francisco Sánchez, quien regenta una cafetería en la calle Calvo Sotelo. "Más allá de lo económico, preocupa el coste temporal. Me pregunto si el Ayuntamiento habilitará alguna vía para hacer los cambios de domiciliación de manera automática. Eso estaría bien", apuntó.

Por si fuera poco, comerciantes y hosteleros encuentran en el cambio de nombre de las vías en los que se encuentran sus locales un perjuicio más: "La gente ya conoce tu comercio por dónde está. Al cambiar el nombre de la calle es posible que resulte más difícil localizarlo", advirtió Emilio Rodríguez, dueño de una carnicería situada en Fernández-Ladreda. Algo menos preocupado se mostró Pablo Álvarez, camarero de un local en la Plaza de La Gesta, al estar convencido de que "aunque cambien el nombre, la gente va a seguir llamando a la plaza igual". Tal argumento le sirve como justificación de su pensamiento de que "modificar el nombre no tiene mucho sentido". Una medida que González del Valle tachó de "pérdida de tiempo en un momento en el que hay otros problemas más importantes y urgentes de solucionar".

Según lo acordado, se prevé cambiar el nombre a veinte calles, dos plazas, dos centros educativos y retirar el apellido Caudillos al Jardín de los Reyes.

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