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La Corredoria

Los chabolistas de La Malata se van antes del desalojo para "evitar líos con policías"

Los habitantes del asentamiento empiezan a recoger sus pertenencias La Delegación del Gobierno ordena derribar todas las casetas el martes

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La Malata, Oviedo

Una decena de personas se afanó ayer en sacar de sus chabolas muebles, televisores, lavadoras y hasta cunas. Dejaban los enseres en el suelo, entre barro y hierba, y esperaban a que llegase un camión para guardarlos y llevarlos a un destino diferente según cada caso. "Mire, aquí hay de todo. Unos se van al Cano Mata, otros a un piso de protección, algunos buscan un terreno nuevo y hay quien ya tiene un 'piso patada' de esos (okupas)". Milagros Marín explicó en plena mudanza que ella y el resto de habitantes del último poblado chabolista del municipio, en La Malata, prefieren irse antes de que el Ayuntamiento les desaloje de allí el martes con la autorización del Juzgado de lo Contencioso-Administrativo número 2 de Oviedo. Lo hacen de "motu proprio" para "evitar líos con policías, sin discutir y pacíficamente".

La Policía Nacional se encargará de auxiliar a los técnicos que ejecuten el desalojo y, por orden de la Delegación del Gobierno, "se procederá a la demolición de las casetas retirando el mobiliario y los efectos personales". El asentamiento está dividido en cuatro parcelas de uso público que forman parte del Proyecto de compensación del ámbito urbanizable La Malata Sur, cerca de la antigua carretera de Oviedo a Lugones, en el límite con Siero y por tanto dentro de La Corredoria.

Según los informes municipales, doce personas viven allí desde hace años en condiciones muy precarias e incluso había niños. Rosario Conde, de 18 años, ayudó a su madre, Milagros, a sacar trastos de la chabola y la caravana en los que este núcleo familiar vivía hasta la fecha. Casada y con una hija de siete meses, se irá a un piso de protección oficial de Vipasa (Viviendas del Principado de Asturias) que los Servicios Sociales le han concedido en La Corredoria, a escasos metros del poblado. La joven está feliz. "Ya tengo las llaves y me iré estos días al piso nuevo, pero mi madre prefiere vivir en su carromato en una finca. A ver que encuentra".

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