"Venga, que hay que llenar el autobús". Tres niños de 6 y 7 años colocan dibujos de pasajeros sobre las ventanas de un autobús de cartulina. "¿Cuando llegamos a diez lo cambiamos por...?", les pregunta Elena Fernández, maestra de Pedagogía Terapéutica, que trabaja con ellos en el aula adaptada para la materia del colegio público Germán Fernández Ramos. En la mano sujeta una delgada pieza roja. "Unidad", responde uno de los niños. "No, esa es esta, la pequeña", dice ella mientras les enseña otra ficha azul, de menor tamaño. "Decena", responden dos de los alumnos a la vez.
Los profesionales de Pedagogía Terapéutica trabajan con niños que tienen problemas de aprendizaje. Dan prioridad a aquellos que tienen alguna deficiencia visual, auditiva o psíquica, pero también ayudan a otros con dificultades de menor gravedad, como la dislexia. Una labor en la que "es fundamental estar en coordinación con otros profesionales" como fisioterapeutas y maestros de audición y lenguaje.
En Asturias hay 384 plazas de Pedagogía Terapéutica repartidas en 249 centros. De ellos, el que cuenta con un mayor número de profesionales de este tipo es el centro de educación especial de Latores, donde trabajan 29. "Hacemos un poco de todo. Organización espacial para que tengan controladas cosas como el día de la semana o la meteorología. Se refuerzan materias como lengua o matemáticas y se trabaja la autoestima, para que aprendan a relacionarse con sus compañeros", explica Elena Fernández, quien resume que su labor consiste en favorecer que los niños se integren en la clase sin perder de vista la materia curricular". Una tarea compleja. Comenta que con alumnos autistas se trata de plantear juegos sencillos en el recreo para que mejoren sus habilidades sociales pero "si no estamos todo el rato con ellos tienden a aislarse".
Para facilitar el aprendizaje emplean materiales manipulables "para que los vean, los toquen y los experimenten". En muchos casos los elaboran los propios maestros, que sacan horas de su tiempo personal para prepararlos o descargarlos de internet. Y también programas informáticos ya que a los niños "les motiva mucho trabajar en el ordenador". En Infantil trabajan siempre dentro del aula, sin apartarlos del resto de los compañeros. "Para que hagan lo mismo que el resto y no pierdan la hora". Pero en Primaria, los profesionales de Pedagogía Terapéutica reciben pequeños grupos de niños con necesidades similares para "optimizar el tiempo". Lo hacen en un espacio habilitado para ello, donde se sientan en torno a un grupo de mesas y rodeados por dibujos, fichas, pegatinas y libros con colores muy vivos que atraen con facilidad su atención. También reciben niños que de lunes a miércoles estudian en Latores y que los jueves y viernes realizan la parte de socialización en el Germán Fernández Ramos.
Los esfuerzos tienden a concentrarse en superar las barreras que impiden a los niños leer y escribir con soltura. "El que no sabe leer no puede avanzar. No puede divertirse con un libro, no puede interpretar los letreros...", resalta la maestra.
Elena Fernández trata con niños de hasta doce años y destaca que este objetivo se logra siempre. En ocasiones emplea elementos como los colores pero otras veces tiene que tirar de recursos que van más allá del mero papel como los signos. Así, "cuando doy un pisotón los niños ya saben que significa una "p" y así vamos construyendo palabras".
A pesar de los esfuerzos de la comunidad educativa hay algunos casos con los que es muy complicado lograr avances por lo acusado de las necesidades. Por eso, Elena Fernández, quien destaca que su trabajo es "muy gratificante", hace hincapié en que la atención en casa es fundamental: "Se nota mucho cuando hay una familia detrás reforzando el trabajo que hacemos en el aula". Una ayuda más para afianzar la educación de los niños y favorecer su integración social.
