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La Bomba Del Fontán | Las Crónicas De Bradomín

Gabiniana vida

Los cambios que aportó a las rutinas ovetenses el giro político hacia la derecha en los primeros noventa

Aspecto de parte de la antigua fuente de Longoria Carbajal. LNE

Corría el año 1991. La derecha había ganado las elecciones al consistorio capitalino y conseguido los apoyos suficientes para gobernar en mayoría. Gabino de Lorenzo, cabeza de lista, habría de asumir la alcaldía de Oviedo.

A Bradomín, qué quieren que les diga, para continuar llevando su cómoda y excitante existencia lo mismo le daban rojos que azules.

El nuevo regidor, una vez hubo tomado el mando, quiso dejar claro cuáles serían los fundamentos de sus gestión: desaforada inversión, populismo y el todo gratis. Extraordinarios gastos de propaganda y protocolo, (quién no tuvo, alguna vez, media docena de paraguas en casa, agendas, libros conmemorativos, etc...). Agasajos y banquetes en Trascorrales, viajes, patrocinios, subvenciones; guiños a la tercera edad, (cómo olvidar los sombreros azules modelo Luis Aguilé). Un intenso lavado de cara de la ciudad, peatonalización, farolas isabelinas, magnolios y maceteros; limpieza de calles y fachadas por las que, un sábado sí, y domingo también, haría desfilar sus cabalgatas inaugurales. Recuerdo haber asistido a una en compañía de mi querido Cayo. Plaza de Daoiz y Velarde, entorno encintado custodiando el ágape inaugural. Gentes de avanzada edad tomaban las primeras posiciones. Al corte de la cinta, una avalancha humana comenzó a rapiñar todo lo que encontraban al paso. Cayo se acercó a una señora cargada con dos bolsas: "Encarna, ¿pasas hambre en casa?", preguntó. "Paselo muy mal cuando la guerra. Hay que guardar por si vienen mal dades, bobín", respondió. Qué decir de las fuentes ornamentales, alguna de ellas reconvertida a día de hoy en zarzal (plaza Longoria Carbajal) o las decenas de esculturas, buen número de ellas de dudosa calidad. Hizo traer a la Bella Lola desde su cálida tierra para mostrarnos su soledad y eterna espera sentada en un banco en el Fontán, con lo fácil y reconfortante que habría resultado para ambos sentarla en el mismo banco con Luis Riera Posada. Cómo definir el singular busto del Conde de Latores, convertido hoy en altar de ofrendas a calamidades y reivindicaciones. Cuán pesaroso debe sentirse W.B. Arrensberg (el viajero) de su regreso, tan injustamente castigado al suplicio mateín de verse enjaulado entre orín, cerveza y ruido.

El regidor poseía un marcado instinto histriónico para la provocación y el espectáculo. En su día presentó a la vecindad un montaje infográfico sobre un proyecto de playa fluvial a realizar en los terrenos del Parque de Invierno. En el mismo se incluía el modelo de casetas del arenal San Lorenzo de Gijón. El efecto buscado no tardó en llegar en forma de airada respuesta del alcaldón playu.

Volviendo al estatuario, hay que decir que no todas las esculturas estaban destinadas a embellecer el paisaje urbano. Algunas en pequeño formato eran utilizadas como regalo institucional. De entre ellas, la denominada "Gitana de París", de Sebastián Miranda, había sido escogida como estatuilla distintiva de los Premios Líricos Teatro Campoamor. Diez años después, el Patronato que amparaba los premios decidió la desconvocatoria del mismo: "Aquí no se dan más gitanas ni a Dios", sentenció un crecido edil asiendo con fuerza la estatuilla y dando un golpe en la mesa. Razones de espacio apremian y debo terminar. Prometo que continuará.

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