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La mar de Oviedo

Hierro

Hierro

Hace muchos años que no voy al fútbol y muchos serán los que no iré, si Dios quiere, pero sigo informado de las vicisitudes del Real Oviedo, un equipo que hoy goza de todo el apoyo posible: potentes socios que apoquinan y no urgen buenos resultados, numerosa, fiel y sufridora forofada, periodistas cariñosos como nunca, apoyo de todos los ediles, media Virgen de Covadonga (la otra media está con el Sporting) y una política nacional más volcada que Franco con la anestesia futbolera. Sólo escuché una crítica ante la decepcionante marcha de la cabalgata azul, la del delegado del Gobierno, que denuncia graves fallos de seguridad en el Carlos Tartiere: vigas corroídas, aleros, suelos y barandillas deteriorados, escasez de hidratantes, descoordinación entre las fuerzas del orden... No obstante, el Oviedo también pierde en estadios bien conservados. ¿Por qué nadie sospecha del entrenador?

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