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La cadencia de las hostilidades

Socialistas y podemistas empiezan a marcar el terreno que definirá la arena política de sus diferencias de programa dentro de dos años

Seis días llevan a palos el PSOE y Somos en el Ayuntamiento de Oviedo. Son, sí, palos pequeños. Palos en la rueda, palos de esos que se amontonan en los bardiales del pretendido parque -por ahora prao- del Truébano. Pero el repunte de las hostilidades deja ver que algo se mueve en la casa del pueblo. Las dos formaciones parecen haberse dado cuenta de que los dos primeros años del mandato se les acaban de esfumar y se están empezando a dar prisa en marcar el espacio político que les diferenciará ante los electores dentro de otros 730 días.

En realidad, el cambio de ciclo es más notable en los socialistas, porque Somos se ha sentido siempre bastante libre para meter el dedo en el ojo del partido con el que gobiernan en Oviedo sin importarles mucho qué diría el señor Alcalde. A veces, como cuando un diputado de Podemos se arrogó hablar en nombre de la ciudad en una moción planteada en la Junta, hubo algún comunicado. Pero era raro que el equipo de Wenceslao López afeara la acción política de los de Taboada. El Alcalde solía optar por un tono casi paternalista, como quien conoce y admite las travesuras de los chiquillos, no hay quién pueda con ellos, qué quieres que le haga. Otras mandaba a Ana Rivas a que los pusiera firmes. Pero siempre este PSOE de Oviedo fue de guardar los trapos sucios en casa. Pero el tiempo pasa, y todo ese mutismo, sorprendente en casos como el del tramabús que nunca llegó y que vejaba al presidente del Principado, ha empezado a convertirse en otra cosa.

Un PSOE rearmado, con un Wenceslao López, dicen, encabezando las encuestas internas del tripartito de valoración de los líderes locales entre los ciudadanos, empieza a probar un nuevo estilo. El nuevo PSOE de Oviedo viene condicionado, además, por lo que saldrá de las primarias del domingo y las distintas sensibilidades de dentro y fuera de su grupo.

A Somos no parece importarle. El tiempo también cuenta para ellos y les viene bien subir peldaños para marcar la diferencias. La dificultad está en no descalabrarse en el inestable equilibrio del gobierno.

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