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Las últimas mercerías de los soportales

Mariceli y Olimpia resisten pese a internet, la crisis económica y una deficiente iluminación del Fontán

De izquierda a derecha, Paloma Enguix y María Teresa Álvarez. MIKI LÓPEZ

Las mercerías Mariceli y Olimpia resisten numantinamente en los soportales del Fontán, prácticamente enfrente de la entrada principal de la plaza de abastos. Y lo hacen pese a la competencia de internet, el escaso alumbrado en toda la zona y la dichosa crisis económica, de la que aún no ven la salida. Pero, eso sí, la clientela fiel les permite capear el temporal.

Además, es normal ver en ellas cualquier día de la semana incluso a tres generaciones juntas: abuelas, madres e hijas en busca de elementos muy concretos. Algo que es lógico, por otra parte, ya que lo que pueden encontrar en estos establecimientos es prácticamente imposible conseguirlo navegando por la red. Por eso estos dos entrañables comercios ovetenses son tan importantes como singulares.

La más veterana de las dos es Isabel Alonso, que regente la mercería Mariceli desde hace treinta y cuatro años, cuando la traspasó su anterior propietaria. Pero antes hubo otros. "De estos años el balance no puede ser más positivo, pese a estos tiempos que no son los de antes, pero como tenemos cosas que no se encuentran en otros lados nos hicimos con un nicho de mercado entre la gente que busca algo muy personal".

Algo más de tres décadas en las que Isabel Alonso fue tomando el pulso del Fontán día a día. "En todo este tiempo cambió mucho. Por una parte es verdad que está más adecentado y limpio, pero al no tener aparcamientos viene menos gente, y además los jóvenes cambiaron la forma de comprar y lo hacen mucho por internet", comenta la mercera.

Eso sí, como alguien necesite una puntilla, unos metros de cinta muy concreta, unos lazos o unos botones singulares tiene que venir a estas tiendas, que por muy pequeñas que son tienen de todo, aunque parezca imposible.

Bajo los mismos soportales está la mercería Olimpia, con María Teresa Álvarez al frente, aunque muchos clientes insisten en llamarla Olimpia, que era el nombre de la fundadora. Una mercería que nada más y nada menos permanece abierta al público desde hace unos sesenta años más o menos.

María Teresa Álvarez lleva cuatro años al frente del establecimiento, en el que antes trabajó durante tres como dependienta. El negocio le gustó y apostó por la continuidad. "Desde el principio tuve claro que para este tipo de tiendas siembre habría clientela, y por eso cuando me surgió la oportunidad no dudé en continuar en ella. Conocía el negocio y a los clientes, muchos de ellos de varias generaciones".

Explica María Teresa Álvarez algo que es muy curioso: "Con la crisis económica apareció gente joven vendiendo por internet, haciendo cosas para los niños y talleres de trabajos manuales que antes no existían, y de alguna manera dentro de la crisis encontramos un nicho de compras que antes no había, porque todo este tipo de actividades necesitan sus abalorios, y ahí es donde entramos las mercerías".

Otra novedad que trajeron los nuevos tiempos. "A los jóvenes de ahora les gusta tunear la ropa, y nosotros tenemos todos los elementos adecuados para que puedan personalizar sus prendas, con lo cual la aparición de estas nuevas formas de vender y de hacer cosas también nos beneficia de alguna manera", explica la entusiasta comerciante.

¿Y los turistas? También compran muchas cosas, desde cintas para la ropa, muchos lazos, botones, trajes de asturiana para niñas, que les llaman mucho la atención, igual que la ropa que tienen para los bebés.

María Teresa Álvarez es la cuarta propietaria del establecimiento, que en su origen incluía un taller para arreglar medias, "cuando no se tiraban, como ahora", puntualizó oportunamente la dependienta Paloma Enguix.

A las dos les llama la atención las clientas que vienen de otras partes de Asturias, fundamentalmente de la Cuenca y de la zona costera del Occidente, sobre todo de Navia y Luarca. Eso sí, no saben explicar por qué. "Tal vez porque en sus localidades no encuentren lo que tenemos aquí", coinciden en comentar, intentando dar una explicación a este fenómeno tan curioso. Sea como fuere, lo importante es que la clientela no falta.

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