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Las confiterías de Oviedo

Un recorrido por los dulces más típicos de la ciudad y por los establecimientos en los que fueron creados, muchos de los cuales siguen abiertos al público actualmente

Una imagen histórica de Camilo de Blas. LNE

Históricamente, los ovetenses han tenido un perfil acusado de golosos. No extraña por tanto el número elevado de confiterías que a lo largo del siglo XX han existido en la capital. Es un sector que sorprende por la sostenibilidad de muchas de ellas en relación a otros negocios hosteleros, como los cafés y restaurantes desaparecidos en su mayor parte en los últimos 50 años. Nos vamos a referir a las del centro de Oviedo. La centenaria Camilo de Blas (1914) sigue en la calle Jovellanos. Rialto es otra muy veterana en San Francisco. La Mallorquina (1929) continúa en Milicias, en la misma calle se ubica Peñalba (1929), en la calle Covadonga está Asturias (1944), con antecedentes que se remontan a 1912 en Pola de Laviana. Más recientes están Santa Cristina (1958) en Ingeniero Marquina-esquina a la calle Uría, Auseva, en avenida de Galicia, Jarama (20.05.1972) en Campomanes, y Ovetus (1994) en Uría.

Todas ellas aportan alguna especialidad emblemática como los "carbayones" (Camilo de Blas), "mallorquinas" (La Mallorquina), bombones (Peñalba) "bartolos" (Asturias), "moscovitas" (Rialto), tarta "sara" (Santa Cristina), "peregrino" (Jarama) o bombones (Ovetus).

El Oviedo de entresiglos (XIX/XX) contó con varias y prestigiosas confiterías. La denominada Cortés en Cimadevilla, la de Cervero (especializada en chocolates de Astorga) en Magdalena 12 y la de Celestino Pérez en Universidad 20. De la misma época, en la calle San Francisco 23 estaba "El Buen Gusto", con el mismo nombre, y desconocemos si del mismo dueño, se sitúa años más tarde en Fruela. El 14 de diciembre de 1904 "El Correo de Asturias" anuncia la inmediata inauguración, sin citar el nombre comercial, de una confitería lujosa en Uría. ¿Lyon?

Otros establecimientos que albergaban confiterías eran los hoteles. El Trannoy en Altamirano, en 1902, contrata a un destacado repostero valenciano para ofrecer a su clientela un amplio repertorio de pasteles y tartas. De la misma época es el Hotel París, que con motivo de la festividad de Reyes regalaba a sus clientes, mediante sorteo, una moneda de oro con la imagen de Napoleón III (1857 de 10 francos) por adquirir alguno de sus pasteles.

Más próximas en el tiempo, desaparecidas, recordamos en la calle Uría la confitería Lyon muy evocada por los ovetenses. En Melquiades Álvarez figuraban La Ovetense y La Puerta del Sol, esta con la especialidad de venta de los famosos caramelos "El Congreso". Muy cerca, en Palacio Valdés, estaba otra histórica: Las Dueñas, más tarde en Magdalena esquina Gastañaga. Al lado de Camilo de Blas había un negocio confitero propiedad de Ramón González. En la calle Argüelles estuvo España con la especialidad de "negritos". En la Avenida de Galicia 3 se ubicaba Monterrey. Muy cerca, en Santa Susana, Alameda, y Santagar en la antigua Alférez Provisional. En Ventura Rodríguez estuvo Infanta. En Jesús estaba Arrieta y otra en la misma calle que no recordamos su nombre, al igual que la existente en Cimadevilla enfrente de Verdú. Delante de la iglesia de San Francisco se ubicaba Beatriz. En Magdalena recordamos Niza. Más reciente han desaparecido San Juan en Melquiades Álvarez y Tejeiro en Gascona.

Espero no haber omitido alguna de ésta larga nómina de establecimientos para endulzar a los ovetenses. No olvidemos que muchas confiterías y bombonerías de Oviedo son famosas más allá de nuestros límites regionales y que sus productos figuran en lugar preferente en las compras de los turistas que nos visitan.

Omisión. Y hablando de omisiones queremos reparar la sufrida el pasado 17 de febrero en el último trabajo sobre los cafés de Oviedo al omitir una fuente importante de información, la del documentado libro titulado "De los cafés antiguos en la ciudad de Oviedo. Apuntes para la historia de los viejos cafés", de José Emilio Cepeda García.

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