o hay indicador mayor de falta de consistencia en las argumentaciones que el recurrir a las argumentaciones de otros para embrollar un asunto. Hemos visto la resolución fechada el 24 de marzo, que determina descontar en nómina a los empleados municipales los pagos indebidos y se escuda en argumentaciones de profesores, que nada tienen que ver con este hecho. Para que la cosa sea científica, se introducen incógnitas como M o T, y se hacen ecuaciones, factores de conversión... o sea, ¡la leche!, ¡ciencia pura! Quedamos boquiabiertos y sólo nos caben comentarios como: ¡güeyín de trucha! o ¡tararí corneta!

Y es que hay algo más grave que quitar a la gente lo que es suyo, que es pensar que es tonta de capirote.

Pero, ¡vamos a ver, señores!, como diría mi antiguo profesor Gustavo Bueno: ¿quién cometió la irregularidad de hacer pagos ilegales y continuar con ellos después de ser advertido? ¿Quién fue procesado? ¿A quién se le embargan los bienes? ¿Así que al procesado se le condena a que condene a otros?

Hay quien se cree que esta mussoliniana actuación no tendrá coste político porque... «¡bah!... la gente pensará... ¡que lo paguen esos funcionarios, que son todos unos vagos!». Pero quienes se crean esto parecen olvidar que esta opinión sobre los funcionarios es excelente comparada con la homóloga acerca de los políticos, porque los valoran como caras, aprovechados y de la banda de Alí-Babá.

Si se tuviese sentido común y dignidad (bueno, si se tuviese ya no se habría llegado aquí), devolvería el dinero quien cometió la ilegalidad; porque si alguien se apropia de lo ajeno para dárselo a un vecino, es ese alguien el culpable y responsable, no el vecino.

Estoy convencido de que cualquiera de los alcaldes históricos de Siero, incluidos los anteriores a 1975, no hubiese actuado de forma tan despótica. Y ahora el actual dice que lo devolverá de su bolsillo si lo considera no sé qué mesa que se quiere inventar para negociar la devolución de los pagos. O sea, que no se ajusta a derecho que lo devuelvan los funcionarios, porque, entonces, ¿qué pinta esa mesa? Claro, así siempre se le puede echar la culpa a la mesa si la cosa sigue por la línea actual. Por cierto, olvidaba que las mesas las hacen los carpinteros.

Y los pobres funcionarios, amilanados, temiendo venganzas o investigaciones si protestan. Y luego discursos sobre libertad y justicia. ¡Viva la Pepa!

Ésta es la oportunidad para los ediles de determinados grupos políticos y para los sindicatos de recobrar la credibilidad perdida ante ciudadanos y que no se oigan en la calle frases como: «¡Son toos iguales!», «¡Bah, bobu, tán compinchaos!».

Tal vez haya llegado el momento de poner sobre la mesa, sobre esa mesa que no hace ningún carpintero, eso que ya llamé «arrestos» y que todos sabemos también como se llama.

De todas formas, más de siete mil euros que ha de devolver alguien no es para asustarse; ya estará acostumbrándose a estrecheces con la subida de la hipoteca, el IPC y la inflación.

Desde luego, lo que queda claro es que estos estímulos van a hacer mejorar la productividad de los funcionarios municipales, que era un objetivo de campaña, y los ciudadanos vamos a beneficiarnos notablemente de esta histórica actuación. ¡A que sí!

Vicente A. Montes Álvarez es presidente de «Prau Picón».

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