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El Rey llegó al centro sanitario a las siete y media de la mañana de ayer. Entró a las nueve y veinte en el quirófano y la intervención terminó a las doce menos cuarto, según fuentes de la Casa Real, que había informado oficialmente de la operación en un comunicado emitido de las nueve y media de la mañana.

La Casa del Rey ha mantenido informados al jefe del Gobierno, al presidente del Congreso, al líder de la oposición y al presidente de la Generalitat de Cataluña (este último, por desarrollarse la operación en Barcelona). Según indicó un portavoz de Zarzuela, la Casa del Rey y el Gobierno consideraron que el tiempo que el Rey iba a estar sedado no le impediría el ejercicio normal de sus funciones, por lo que se desestimó cualquier medida prevista por la Constitución.

La Casa del Rey ha anulado, por el momento, dos actividades que figuraban en la agenda de don Juan Carlos la próxima semana: la entrega de cartas credenciales de nuevos embajadores, el jueves; y la visita a una unidad de Infantería de Marina en Cartagena, el miércoles.

Los primeros presagios tras la operación inducen al optimismo. Tras la conversación telefónica entre padre e hijo, el Príncipe de Asturias afirmó que don Juan Carlos está de «buen ánimo» y «fuerte», y celebró que todo haya salido «perfecto». «No ha sido un susto porque estábamos tranquilos con el equipo médico y todo ha ido muy bien», precisó don Felipe.

Eso sí, el doctor Laureano Molins explicó que se ha aconsejado al Rey que deje de fumar, aunque en su caso no ha podido establecerse con nitidez la «causa definitiva» de la calcificación que obligó a realizar la intervención.