Naturalista, mañana recibe el premio «Príncipe de Asturias» de Ciencias Sociales

Oviedo, Pablo GALLEGO

Cuando un niño llamado David Attenborough tenía ocho años, su padre le regaló una salamandra. Ese regalo marcó la vida de quien hoy, 75 años más tarde, es el naturalista más conocido de la historia de la televisión internacional, y premio «Príncipe de Asturias» de Ciencias Sociales. Convertido en el nexo de unión entre los habitantes de las urbes de medio mundo y la naturaleza que les rodea, Attenborough (Londres, 1926) lamenta que ahora «la mayoría de la población mundial vive en las ciudades, alejada del mundo natural que nos rodea, y sus niños no ven más animales que una paloma o una rata».

-¿Por qué hemos dado la espalda a la naturaleza?

-No hay otro ser vivo que, con sus actos, intencionados o no, se dedique a destruir el medio ambiente del que depende. Lo que comemos, el aire que respiramos y la belleza que admiramos a diario, todo eso nos lo da la naturaleza.

-Durante años, y a través del televisor, se convirtió casi en uno más de miles de familias.

-Fue casi por casualidad. Quería trabajar en radio, pero no superé las pruebas, así que me ofrecieron un trabajo como productor. Desde entonces han pasado muchos años, y hoy los medios de comunicación mantienen a las personas en contacto con el mundo natural, es casi una responsabilidad moral.

-Dicen de usted que ha marcado estilo a la hora de «traducir» el mundo animal a los ojos del ser humano.

-Para proteger la naturaleza es necesario entenderla. Si este reconocimiento quiere decir que he tenido éxito haciéndolo, eso me hace feliz.

-¿Llegó a sentir miedo mientras grababa alguno de sus documentales?

-No, porque mi trabajo no es ser valiente, sino reflejar la vida normal de los animales. Por ejemplo, mostrar a elefantes cuidar de sus crías.

-¿Teme más el comportamiento de algunas personas?

-Más o menos es lo mismo. Si usted se encuentra en un país no desarrollado con un soldado borracho, que no habla su idioma y que lleva un fusil con el que le va a disparar, es lógico sentir miedo. Tanto como ante la carga de un elefante macho.

-El control de la población se ha convertido en uno de sus caballos de batalla.

-El mundo tiene ahora el triple de población que cuando hice mi primer programa de televisión, y llegará a ser el cuádruple. Pero el planeta no aumenta de tamaño, al contrario, se hace más pequeño, y el crecimiento de la población es insostenible. Si la humanidad no pone freno, la naturaleza lo hará.

-¿Dónde está el límite?

-Lo desconozco. Pero son las mujeres quienes tienen el poder de decidir si traen un hijo más al mundo o no.

-Este año se celebra el 150 aniversario de la publicación de «El origen de las especies» de Darwin, el primer texto claro acerca de la teoría de la evolución y de la selección natural. ¿Qué pasa con los países en los que el Creacionismo es aún una teoría vigente?

-¿No le parece curioso que el ser humano pueda creer al mismo tiempo en dos teorías contradictorias? Hay que reconocer la realidad de la evolución, un hecho que se ve cada día y en asuntos tan comunes como el virus de la gripe. No creo que sea posible creer a un tiempo en una interpretación literal del Génesis y en la evolución, pero parece que sí es posible creer en ella y en Dios. Al menos eso afirman el Papa y el obispo de Canterbury.

-¿La lucha contra el calentamiento global es el mayor reto de nuestros políticos?

-Sin duda. El éxito a la hora de minimizar los efectos del cambio climático dependerá de que todos los países del mundo, más allá de creencias o ideologías trabajen juntos. Y de que los ciudadanos voten en las urnas a partidos que promuevan políticas verdes. La solución vendrá de la mano de la tecnología.

-Un político español aseguró que si los meteorólogos no podían prever el tiempo que iba a hacer en dos semanas no entendía cómo se iba a saber lo que puede ocurrir dentro de 20 años.

-Pues debería saber que es mucho más sencillo identificar una tendencia que hacer una predicción puntual. No creo que queden muchos políticos de esos, al menos no en mí país ni en los Estados Unidos.

-¿El océano es una bomba de relojería?

-El mar sufre problemas muy graves. Cada vez es más ácido, y los corales no pueden crecer. Los arrecifes funcionan como «guarderías» para los peces, y miles de especies dependen de estos organismos para sobrevivir. Si mueren, el equilibro marino se alterará. La vida futura del mar dependerá de la capacidad del hombre para tomar medidas.

-¿Y el deshielo de los polos?

-Si los casquetes polares se derriten, por un lado subirá el nivel del agua, algo que afectará muchos países costeros. Y por otro, cambiarán las corrientes marinas, causando efectos que ahora mismo no podemos ni imaginar. Quizá la situación a la que nos enfrentemos sea similar a la de «El Niño», cuyas consecuencias fueron catastróficas.

-Usted pertenece a una asociación que compra bosques vírgenes del Amazonas para protegerlos. ¿Es la única vía para salvarlos?

-La mayoría de los países latinoamericanos tienen organizaciones dedicadas a conservar sus bosques, pero no tienen fondos suficientes. Nosotros se los facilitamos.

-¿Con cuál se quedaría si tuviese que elegir sólo un animal?

-Con las aves del paraíso. En realidad, los animales son los verdaderos dueños de este premio. Yo sólo doy las gracias en su nombre.