Edimburgo (Escocia), P. H. /

Oviedo, J. N.

El aparato, aún experimental, parece un electrodoméstico o mejor una máquina industrial de reducido tamaño, quizás un aparato radiológico de aplicaciones médicas. Pero realmente, el nuevo sistema, diseñado en Escocia, es un dispositivo que -según sus creadores- permite deshacerse de los restos humanos de una forma mucho más ecológica y racional que la cremación o el entierro.

La técnica, conocida en inglés como «resomation», imita el proceso de hidrólisis alcalina que ocurre naturalmente cuando un cuerpo se descompone. Sólo que, en este caso, la descomposición que normalmente se produce en un período de tiempo de hasta 20 años, se realiza silenciosamente en cuestión de apenas dos o tres horas.

«El proceso consiste en sumergir el cuerpo, el cadáver, en una solución de agua con hidróxido de potasio y someterlo después a una temperatura de 180 grados centígrados, según ha explicado Sandy Sullivan, uno de los investigadores principales del proyecto. Como resultado de ese proceso químico se obtiene un pequeño montón de cenizas, similares a las que produce regularmente la cremación.

Las ventajas ecológicas de la disolución, según Sullivan, son múltiples. «En principio, tiene la ventaja de requerir menos espacio que otros procedimientos. Y en comparación con los métodos de cremación tradicionales, tiene una huella de carbono mucho menor, ya que utiliza ocho veces menos energía», explica el investigador. «Además no produce emisiones de dioxinas ni de mercurio dado que, al final del proceso, incluso las amalgamas de la dentadura pueden recuperarse».

El cuerpo se envuelve en una funda de seda o también en un tejido de lana o cuero. No se puede utilizar un ataúd convencional de madera porque dificultaría y hasta impediría el proceso de hidrólisis alcalina. El proceso es selectivo, de manera que el método de descomposición acelerado permite reciclar cualquier implante médico que contenga el organismo.

«Después del proceso, los implantes como las articulaciones de cadera o rodilla, por ejemplo, quedan en condiciones impecables. Pueden volverse a utilizar y beneficiar a muchas personas que no pueden acceder a estos tratamiento médicos por falta de dinero», explicó Sullivan. En cuanto al coste, el inventor escocés ha señalado que es sensiblemente inferior a la cremación. Un detalle que no se ha escapado a los promotores de la innovadora técnica es que la forma de la ceremonia funeraria no requiere introducir ninguna novedad.

El método, de todos modos, no es completamente original. Fue desarrollado en el pasado para deshacerse de los cadáveres de animales afectados por enfermedades como la aftosa o el mal conocido popularmente como la enfermedad de las «vacas locas». Lo que Sullivan y su equipo han hecho ha sido transformarlo en un proceso específico para los cuerpos de seres humanos.

Actualmente ha sido aprobado ya en cinco estados de los Estados Unidos -Florida, Colorado, Maine, Minnesota y Oregon- y también en Toronto, Canadá. Sullivan espera que para fines de este mes el Parlamento Escocés -que está considerando el expediente en estos días- apruebe su utilización en Escocia.

«Desafortunadamente no hay una forma bonita para irse de este mundo», dijo Sullivan. «Creo que al menos este método ofrece una solución compasiva, amable, rápida, económica y, además, no contaminante con el medio ambiente».

Por el contrario, en las cremaciones convencionales la caja que contiene el cuerpo es colocada en la retorta e incinerada a la temperatura de 760 a 1150 grados centígrados. Durante el proceso, una gran parte del cadáver, especialmente los órganos, y otros tejidos suaves son vaporizados y oxidados debido al calor y los gases son descargados en el sistema de escape. El proceso completo requiere al menos dos horas.

Tras la cremación quedan sólo fragmentos secos de hueso, en su mayor parte fosfatos de calcio y minerales secundarios. Representan aproximadamente el 3,5 por ciento del peso del cuerpo original total. Debido a que el tamaño de los fragmentos está estrechamente conectados a la masa esquelética, su tamaño varía de persona a persona. El único artículo no natural que requiere ser retirado previamente es el marcapasos.