Gijón, A. RUBIERA

Oyeron tantas veces que estaban locos, que tenían que correrles a gorrazos por decidir, libre y conscientemente, cobrar entre 100 y 200 euros mensuales menos que sus compañeros de oficio educativo, que para la presentación de su libro (hoy, a las 19.00 horas, en la Biblioteca Jovellanos) han recurrido a un psiquiatra: Guillermo Rendueles.

«Carreras (in) docentes» es, según dicen, la «historia de una ignominia» y es, además, el título del libro que acaba de publicar la Plataforma Dale. Bajo ese nombre se han reunido los que se consideran «damnificados por la ley de Evaluación», aprobada por el Parlamento asturiano. Un grupo de profesionales de la educación con muchos años de oficio que, además de «perder perres» por no firmar su adhesión a la polémica carrera docente elaborada por el Gobierno asturiano -lo que les deja desde hace años sin el pago a cuenta de esos 100 o 200 euros mensuales-, han decidido perder un poco más y editar un libro con el que «dar a conocer a todo el mundo esta pequeña historia que podría pasar a formar parte de los anales del despropósito y que, sobre todo, da buena cuenta de una gestión demencial», explica José Ignacio Fernández del Castro, uno de los integrantes de la Plataforma Dale.

En opinión del grupo, que está integrado por profesionales en desacuerdo con la ley, algunos de los cuales firman el recurso que aún está pendiente de resolución por parte del Tribunal Constitucional y que podría dar al traste con la citada ley, ese proyecto de evaluación de la competencia profesional de los docentes «es una de las mayores chapuzas que nuestra clase política ha cometido y una de las mayores vergüenzas que pesan sobre el sistema educativo». Entre otras cosas, afirma Fernández del Castro, porque «es un método encubierto para hacer una desregulación laboral del sector educativo público, y eso puede hipotecar a las futuras generaciones de educadores». A través de la evolución legal de dicha carrera y de seguir su polémico efecto a través de tribunas de prensa, la plataforma vuelve a darle un disgusto a la Administración asturiana.