Oviedo, P. RUBIERA

Ángel Villa, «arqueólogo de ejemplar arrojo y capacidad», en palabras de Miguel Ángel de Blas, rompió ayer el silencio impuesto por la Consejería de Cultura y presentó en el Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA) el catálogo del Chao Samartín, el castro de Grandas de Salime cuyas excavaciones dirigió durante quince años. El libro, dirigido y editado por él, y financiado por la Consejería de Cultura y la Asociación de Amigos del Parque Histórico del Navia, se terminó hace dos años y la Consejería decidió mantenerlo secuestrado en una de sus dependencias hasta hace un mes, cuando comenzó a distribuirlo entre universidades españolas y otras instituciones.

Numeroso público arropó a Ángel Villa, un investigador de reconocido prestigio en el ámbito nacional, perseguido y sancionado por la Administración socialista -es arqueólogo de la Consejería de Cultura- tras haber encontrado en un zulo de la Campa Torres cientos de restos arqueológicos en estado deplorable.

De baja laboral desde hace más de un año, Ángel Villa compareció con la satisfacción del deber cumplido, aunque, como dijo, «con una sutil tristeza» y «un profundo y demoledor cansancio». «Vengo a presentar un libro que no tenemos pero que tampoco queremos perder», dijo. Su primer recuerdo fue para el arqueólogo Juan Antonio Fernández Tresguerres, recientemente fallecido.

Los responsables de Cultura que hoy cesan no le han entregado, ni a él ni al resto del equipo, un solo ejemplar. Bien es cierto que su contenido puede verse en la página web de la Asociación de Amigos del Parque Histórico del Navia (www//castrosdeasturias.es).

Sobre la mesa del salón de actos del RIDEA había dos ejemplares de la obra, casi 600 páginas que contienen decenas de láminas con las piezas más destacadas y colaboraciones de expertos. Ángel Villa habló de cómo surgió la idea del proyecto, que fue tras la inauguración del Museo de Grandas y ante la necesidad de que la institución contara con un catálogo. En su elaboración trabajó un amplio equipo, no sólo de arqueólogos, también arquitectos y fotógrafos. Todos ellos fueron citados por Miguel Ángel de Blas, catedrático de Prehistoria de la Universidad de Oviedo, autor del prólogo y acompañante de Ángel Villa en la mesa junto a Florencio Friera, en ausencia, por enfermedad, del director del RIDEA, Juan Ignacio Ruiz de la Peña.

En cierto modo, el acto también fue un pequeño homenaje a José Naveiras Escanlar, Pepe el Ferreiro, fundador y director del Museo Etnográfico de Grandas de Salime hasta su destitución, y a José Luis Lombardía, ambos con un protagonismo fundamental en el hallazgo del Chao.

De Blas calificó de «importante» el acto de ayer y de «magnífico» el catálogo, que ya es, dijo, «una referencia bibliográfica fundamental». Como ejemplo de buen hacer, leyó una de las fichas, que evidencia «el esfuerzo intelectual y de síntesis» de los autores.

Miguel Ángel de Blas fue el primer arqueólogo al que visitó José Naveiras Escanlar para informarle de los posibles restos que guardaba el Chao. De Blas recordaba ayer que, entonces, el departamento de Prehistoria lo integraban tres arqueólogos. Treinta años después, el Castro es una referencia científica e histórica. «Escribí en el prólogo que el castro y el Museo Etnográfico son activos esenciales de la comarca y el único peligro era la caída en la rutina», señaló.