«Las previsiones vaticinan que será un cónclave breve, pero no tanto», comentó ayer a LA NUEVA ESPAÑA el sacerdote asturiano afincado en Roma José Luis González Novalín, tras ver el denso humo negro de la primera fumata.

Miles de personas, entre peregrinos, fieles y curiosos, se dieron cita ayer en la plaza de San Pedro y, a pesar de la lluvia, esperaron la primera fumata. Nadie pensaba que en la primera votación los cardenales eligieran papa, pero, en principio, todo es posible bajo el techo de la Capilla Sixtina. Ni el italiano Scola, ni el estadounidense Dolan, situados en los primeros puestos del «ranking» y de los que la gente hablaba, obtuvieron la mayoría necesaria de dos tercios. El resultado, lejos de desanimar, no hizo más que incrementar la emoción.

«Esperamos ansiosas la fumata blanca», comentaba Glenda Amaya, portavoz de un grupo de doce panameños, entre familiares y amigos, que viajaron a Roma para ser testigos de la elección del nuevo papa.

También del otro lado del charco venía Carolina Madagán. Argentina de orígenes asturianos, asegura tener «la ilusión de ver sobre el trono de Pedro un pontífice argentino, o por lo menos de Sudamérica».

Dispuesto a honrar con un presente al nuevo pontífice estaba Martinhho Rocha, propietario de Milagros o, lo que es lo mismo, la empresa que produce en exclusiva el incienso vaticano. «Le puse el nombre en español después de realizar el Camino de Santiago», asegura el empresario brasileño.

Aunque la mayor parte de los presentes en la plaza procedían de Hispanoamérica, no era difícil encontrarse con españoles. Desde Alicante, con las maletas en la mano y una silla para resistir la larga espera, se presentaron Ana Real y Fabián Bedoya. Española ella, colombiano él, se mostraban bastante pesimistas en relación con los candidatos de sus países. «No será español, ni tampoco colombiano», decían convencidos. Su escapada a Roma, aunque programada desde el principio como un viaje religioso, no preveía presenciar el cónclave. «Habíamos cogido las entradas para la audiencia de Benedicto XVI», y «esperamos poder ver al nuevo papa».

Las hipótesis sobre la figura que podrá ocupar la sede vacante son muchas. «Ni la nacionalidad ni la edad son determinantes», asegura González Novalín, «aunque tienen su importancia», puntualiza. «Un Sumo Pontífice tiene que ser el centro de comunión de la Iglesia y, sobre todo, creer en el mensaje», asegura.

Bastante más exigente se mostraba el reverendo Johannes Grohe, docente en la Universidad Santa Croce: «Tiene que ser joven, carismático, teólogo, de una gran metrópolis, profundo conocedor de la curia romana, ser capaz de hacer llegar la Palabra y con buena salud. ¿Existe?», bromeaba.