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La tonada del siglo XXI

La necesidad de revisar respetuosamente buena parte del cancionero tradicional asturiano y de crear un nuevo tipo de gaita de menor volumen sonoro para el acompañamiento

La tonada del siglo XXI

1 Preámbulo. El escrito que sigue es el resultado de no pocas ni breves jornadas de trabajo, mantenidas con mi amigo, el poeta ovetense Antonio Gamoneda, acordes ambos en la necesidad de remozar y hasta de innovar el lenguaje musical y letrístico de la canción asturiana, la asturianada o la tonada, que de las tres maneras se le dice en términos tradicionales.

Asturias: sus paisajes, su historia, sus costumbres y -no hay que olvidarlo, que importa mucho- las tipificadas sensibilidad y sentimentalidad de sus gentes. Todo ello configura una caracterización, principalmente humana, que unida a los que son sus rasgos estructurales, objetivos, determina no sólo su realidad regional, sino una identidad propia y diferenciada, única en el espacio nacional y significativa de la que, podría decirse, una esencialidad asturiana.

Esta esencialidad, esta radical asturianía, tiene una dinámica en el tiempo, y tal dinámica sucesiva se manifiesta fuerte y clara en su patrimonio etnográfico. Dentro de este patrimonio, la tradición oral y, concretamente, la música popular, y más concretamente aún, la canción asturiana, la tonada, destacan con nítida contundencia. Pocas cosas habrá, si hay alguna, en nuestra Comunidad, por las que nos reconozcamos con la naturalidad que lo hacemos en la canción tradicional. Con naturalidad, con intensidad, con placer y con creatividad. Nos advertimos fraternos y únicos.

Todo esto es muy sabido, sí, pero lo muy sabido, lo consabido, precisamente por esta condición, es, a veces, descuidado; lo consideramos establecido y resuelto, lo dejamos estar. Esta actitud pasiva puede llevar consigo cierto error.

Volviendo a la dinámica y refiriéndola aquí únicamente a la canción, sabemos que cada una de sus manifestaciones, cada una de las tonadas, nació, no sabemos cuando, de un impulso popular, inicialmente individual. Alguien, primordialmente en el ámbito rural (aunque luego el impulso se diese en otros espacios, en el espacio minero, por ejemplo), espontáneamente, en un acto de creativa sensibilidad, intuyó y ordenó, con voluntad de composición, un conjunto de palabras cuya aparición se dio unida a una melodía, igualmente intuida y ordenada. Palabras y melodía eran ya una misma cosa; eran una tonada; eran la expresión de una vivencia, de un sentimiento. Eran también un hecho estético destinado, dentro del anonimato, a la popularidad.

Porque la tonada fue oída; otros la hicieron suya, y una parte de estos otros fue poniendo en ella sus propias intuiciones y preferencias léxicas y melódicas. Muchos no harían nada de esto, repetirían, simplemente, la versión que más a mano tenían, pero la tonada fue haciéndose y se hizo tradición y patrimonio colectivo precisamente en la sucesión de estas variantes o mudanzas. Bueno es que así haya sido, que ésta es la ley universal de toda creación popular; y bueno es también que, habiendo ello ocurrido en un espacio definido por un paisaje y un paisanaje propios y queridos, por una semejanza en las tareas, por una lengua, unas costumbres y una sensibilidad compartidas, la canción resultase -ya lo hemos dicho- seriamente representativa de una comunidad humana concreta, fraterna y peculiar.

Pero, hablando de esta dinámica, procede, nos parece, hacerse una pregunta. Todas las mudanzas acumuladas en el tiempo por la canción, tanto musicales como letrísticas, ¿son necesariamente las mejores y más acertadas?

Es evidente, razonable y sencillo opinar que no; que no todas lo serán; que las mudanzas han sido aportadas por individuos bien dotados unos y menos dotados otros; que, además, los tiempos y sus respectivas culturas se han modificado en profundidad; que la tonada tiene un origen y unos rasgos primordialmente rurales, y que, sin cerrarse a causas, aspectos y posibilidades contemporáneas (todo lo contrario: pensamos que la canción debe abrirse al pasado pero también al presente), tales causas, aspectos y posibilidades -los de nuestra actual cultura tecnológica, por ejemplo- deben ser contemplados con cautela. Y sobre todo, lo que con más empeño pensamos es que buena parte de nuestro cancionero ha de ser revisada respetuosamente por quienes posean capacidad para hacerlo. Reparándola, re-componiéndola (en el sentido de remodelar, mejorándola, su composición), y pensamos también que no estorbarán las creaciones totalmente nuevas, ni aquéllas -es una hipótesis a considerar- que comporten una plena transfiguración-asturianización de temas letrísticos o melódicos de regiones contiguas, que así se ha hecho históricamente siempre y ello ha sido riqueza cultural y demostración de que lo universal es, básicamente, lo local potenciado y trascendente. También será conveniente, por no decir necesaria, la incorporación de medios instrumentales que favorezcan la ejecución y la difusión, todo ello referido tanto al contenido léxico como a su soporte musical.

"Por quienes posean capacidad para hacerlo", para hacer todo esto, opina y subraya Gamoneda y yo comparto plenamente la opinión. Quizá, pensamos también los dos, deberíamos añadir al entrecomillado la noción de responsabilidad. Ciertamente, se trata de algo que nos concierne en profundidad, de algo que no debe ser confiado a cualquiera, ni entendido como mero producto de mercado, ni sometido a las conveniencias del éxito fácil. Y ¿"quienes" son esos "capaces" y "responsables" que postulamos? Pueden ser muchos, con tal de que demuestren las exigibles cualidades ya dichas. Este escrito, si algo tiene de convocatoria, que, informalmente, algo debe de tener, consistirá en ser convocatoria abierta, nunca excluyente. Por el momento, nosotros (este "nosotros" abarca a quien firma este escrito y a alguno más, ya activo, como es el caso de Gamoneda, que, en su momento, se manifestará) nos hemos atribuido esas capacidad y responsabilidad. Por razones profesionales o vocacionales. Sólo por esto. Confiamos en que no haya sido una atribución temeraria. Alguien tenía que hacerlo, y ya estamos esperando la compañía solidaria o la simple actividad concordante de cuantos, pudiendo y queriendo, convienen o convengan con nosotros. No hará falta que nos institucionalicemos -sí, contrariamente, será bueno que las instituciones nos apoyen-, que la propia tarea nos procurará cercanía.

Esta largo preámbulo ha parecido necesario a este ocasional redactor para entrar en la consideración de aspectos y en la advertencia de necesidades, que podríamos decir técnicas o instrumentales, propias de la naturaleza del proyecto.

2 Sobre el intérprete. No puede extrañar mucho que el redactor que digo trate, antes que nada, de aspectos vocales referidos a la tonada. Ciertamente, a la hora de cantarla con trascendencia pública, hay que valorar determinadas condiciones en el intérprete. En primer lugar, debe tener una voz suficiente en textura, extensión y volumen. Cuando decimos "suficiente", hablamos de mínimos en los tres aspectos mencionados. Se trata de abordar con suficiencia y, eventualmente, con posibilidades de éxito, aquellas canciones claramente adecuadas a las facultades de cada cantante. Esto significa que el intérprete debe seleccionar con sincero realismo el repertorio que más conviene a sus capacidades vocales y a su manera de entender, sentir, "decir", interpretar y matizar el canto; a las particularidades de su personalidad artística, dicho sea en menos palabras.

3 Afinación. Otra "virtud" necesaria que ha de darse en el cantante es la de una correcta afinación, acorde con el sistema temperado, que también utilizan los gaiteros; "virtud" no ya necesaria, sino exigible sea cual sea el repertorio. Los instrumentos acompañantes (resulta obvio que, para mayor concreción, pensemos principalmente en la gaita), suelen afinar con mucha precisión; precisión conseguida, hablando de nuestros días, gracias a una numerosa y excelente formación, tanto estrictamente musical como artística, sin demérito, claro es, de la existencia de un importante número de gaiteros "intuitivos", dotados de un innato talento. La conclusión a que queremos llegar en este párrafo es que, al interpretar una asturianada, se produce una automática e inmediata relación comparativa de la voz con el instrumento, ya que la gaita dobla la melodía propuesta por el cantante, salvo en la introducción, los adornos intermedios y el cierre de la canción, y es normal que resulte muy marcada la impronta de cada gaitero.

Si el cantante aborda una canción sin acompañamiento, y por ello no cuenta con la referencia tonal, es aún más difícil la afinación correcta, y ha de atender con más rigor a no desviarse de la nota cantada que podrá ser unas veces "calante" y otras "crecida".

4 Formación musical, nomenclatura . No es imprescindible para ser un buen cantante de canción asturiana (naturalmente, dentro de la canción asturiana consideramos sus distintas modalidades: la allerana, la minera, la vaqueira y otras, no pocas, que carecen de denominación específica), no es imprescindible, decíamos, una vocalidad de solista cualificado ni tener formación académica musical, pero también es cierto que ésta no estorba. Es más, diría que resulta muy positivo adquirirla y que en ningún caso, frente a algunos criterios existentes, el intérprete de la asturianada pierde espontaneidad y autenticidad por el hecho de tener esa formación. Contando con ella, opino, es más posible elaborar un canto de mayor belleza y calidad; más ambicioso, profesionalmente hablando. Por otra parte, es verdad asimismo que, en relación con los distintos estilos o modalidades de la canción asturiana, no conocemos ningún estudio que pueda considerarse solvente y decisivo a los efectos de definir cada estilo; quizá por ello se usa con frecuencia, en términos generales y coloquiales, la denominación de tonada. Personalmente, no estoy en conformidad plena con esta acostumbrada indefinición; bueno sería definir con más precisión cada estilo o "palo" (tomo la noción de "palo" del flamenco, que la tiene y usa con afortunada utilidad) y agrupar las distintas canciones en la familia que, con un nombre "propio", les corresponda, y que los oyentes supieran de antemano lo que se van a oír.

5 El tiempo, el acompañante. La asturianada, cuando es acompañada por la gaita o cualquiera otro instrumento, supone un discurso compartido en el que los intérpretes son igualmente importantes y recíprocamente interdependientes.

Conviene mantener cierta sobriedad a la hora de interpretar las canciones, sobre todo en el ámbito de la profesionalidad. Cualquier actitud que no sea la de atención al discurso musical del compañero debe considerarse inadecuada. Lo idóneo es permanecer en postura de vigilante respeto hacia él -vigilancia, principalmente, de sus "tiempos" -hasta que finalice su discurso musical, que será el "floreo" de cierre de la canción, que hace la gaita.

6 Los textos en función de las músicas. Resultaría muy oportuno también, en nuestra opinión, elaborar un estudio y, en algunos casos, hacer correcciones y adecuaciones de textos ya existentes, utilizados en la tonada. Es fácil detectar numerosos y abultados errores, lingüísticos (sintácticos y de sentido), así como expresiones poco afortunadas (a esto ya hemos aludido en nuestro preámbulo, recuérdese). La poesía de cancionero, en las lenguas romance, y por tanto en los bables, es frecuentemente grandiosa dentro de su sencillez popular; lo es desde el siglo X, al menos, como puede observarse en las jarchas. Para este cometido, yo cuento con la colaboración de Gamoneda -Premio Cervantes, como es sabido, y Prix Européen de Littérature, entre otras distinciones-, quien, en lo necesario, sobre todo en problemas dialectales, se ayudará de poetas amigos y buenos conocedores de la llingua, y, obviamente, de los criterios de la Academia. Creo contar ya con una buena perspectiva para el proyecto en el concreto orden literario.

Pienso que, en tal orden, se puede y se debe ir más allá de la voluntad correctora; ya lo hemos insinuado también en el preámbulo: convendría hacer nuevas propuestas de texto, tanto totales -una tonada completa- como parciales, sustituyendo -si es para mejorar, obviamente- secuencias versales o estribillos poco adecuados al tema central o formalmente débiles, que se vienen cantando en asturianadas de referencia, incluso. Pongo un ejemplo: "Arrimadin a aquel roble" a la que por costumbre se le añade el estribillo "Torna la gocha, Antona". En no pocos textos hay una clara diferencia, inoportuna, entre el carácter lírico de los primeros versos y el estribillo, que, claramente, no tiene nada de lírico, o, cuando menos, está en otra estética muy distinta.

En el terreno de la creación absoluta, tanto de texto como de melodía, Gamoneda y yo mismo trabajamos ya en una propuesta de lo que sería "La nueva o renovada tonada asturiana". Quiero decir que también he invitado o voy a invitar a sumarse al proyecto a poetas como Berta Piñan, una de las autoras más radicalmente asturianas y prestigiosas, no descartando la suma de otras colaboraciones en esta misma línea de prestigio.

7 Influencias poco deseables en la tonada. Otra reflexión importante, a mi entender, es que estamos detectando una influencia o adherencia de giros (vueltines) de la copla andaluza en la canción asturiana, que algunos intérpretes ya han hecho suyos, y que trasladan a sus seguidores como una manera "avanzada" de practicar la asturianada. Todas las propuestas son válidas si son bellas, si son razonables, y se podría ir muy allá en el sentido de admitir las fusiones (así lo hacen, con interesantes resultados, algunos cantaores de flamenco con el jazz); pero, por el momento, procede, a mi juicio y antes que nada, el rescate estético y la profundización en lo nuestro, en lo nuestro propio y diferenciado. No tenemos duda alguna de que la canción asturiana tiene una singular belleza, también propia, y, a la vez, unas especiales dificultades configuradoras de su gran "personalidad", de su inmenso valor etnográfico, cultural y artístico.

8 ¿Un nuevo tipo de gaita?. ¿Por qué no, si técnicamente es posible, que yo pienso que sí lo es, una gaita más "dócil" que la gaita de siempre? Mi respeto y cariño para la gaita de siempre, pero esta gaita, tanto en Asturias como en Escocia y en cualquiera otro espacio gaitero, tiene sus limitaciones, que, paradójicamente, son limitaciones por exceso; bien lo saben los grandes ejecutantes que he nombrado y no sólo ellos. ¿Conservarla por amor a la tradición? No nos engañemos; el progreso, incluso la vanguardia, si no es rupturista, son y van a ser tradición; la vanguardia veraz, noble y legítima no es otra cosa que el extremo avanzado de la tradición.

Quiero, pues, hacer una propuesta más; quizá arriesgada, pero posiblemente interesante: crear un nuevo tipo de gaita para el acompañamiento, que sea de un volumen sonoro menor y permita al intérprete atender con más libertad al estilo y al buen fraseo. Los cantantes de canción asturiana conocen la dificultad que supone competir con el volumen de la gaita, de ahí que recomiende a los fabricantes del instrumento -grandes artesanos de una artesanía fecunda durante siglos- la investigación y construcción de una gaita específica, con distintas tonalidades, precisamente orientada a acompañar al cantante.

Crear una nueva gaita sería un paso valioso, aunque no el único, en la tesitura musical; en la perspectiva de no depender tanto de una excesiva amplificación, equilibrando los volúmenes de voz y de gaita, que, bien se ve en modo multiplicado en la mayoría de los concursos o festivales programados en el Principado y en zonas de Cantabria y León, no existe como tal equilibrio. Es obvio que en algunos espacios -musicales y territoriales- la amplificación no podrá suprimirse, pero esto no demuestra que tal amplificación sea siempre necesaria.

Una nueva variante de esta novedosa gaita sería la que en otros momentos y por otras razones no preconizábamos, me estoy refiriendo a la gaita con un solo roncón como instrumento solista y también como acompañante de la asturianada. Proponemos ahora, aspirando a una mayor textura armónica, un bordón que integre la fundamental, obviamente, y su quinta (superior). Doy un ejemplo: cuando la tonalidad fuese si bemol, la quinta sería fa natural.

Esta textura armónica querríamos para una nueva gaita acompañante -la que decimos de menos volumen-, que fuese mas rica armónicamente y novedosa a la hora de acompañar aquellos cantos más intimistas y con una cierta recitación lírica. Muchas de las tonadas tradicionales son la unión de dos cantos: la tonada central; el otro, el estribillo. Un ejemplo sería "Esa tu boina mozo", remozada en su letra por nosotros, en la que su nuevo estribillo sería:

"Non voy llevar más la boina tan recalcada, pa que la mio neña ponga los güeyinos en la mió cara".

Habiendo entrado en el terreno del volumen y de la audición, yo pido también para nuestra canción, al menos para sus manifestaciones de importancia, escenarios que reúnan las condiciones acústicas adecuadas. Lo pido con humildad y con profesionalidad. Y pido también, con los mismos fundamentos, algo muy sencillo: que las instalaciones de emisión megafónica se hagan en el lugar correcto, que, en mi entender, es la boca del escenario o una primera línea de la plataforma que se utilice, siempre con una medición del volumen consultada a los ejecutantes. Demasiadas veces se descuida esta importante minucia. La disposición de los micrófonos importa también mucho en el montaje de un espacio acústico idóneo. El cantante y la compañía instrumental deben tener un retorno auditivo natural de su voz, que ello les permita calibrar su emisión y su desarrollo vocal, tanto en calidad como en cantidad. Recordemos aquí un tiempo, no muy lejano, en que la vocalidad de nuestros intérpretes brillaba por sí misma, sin artificios técnicos.

9 Final. Me acerco al que debe ser final, que quizá ya es hora, de este escrito. De este escrito que es y no es un manifiesto; que es, eso sí, una comunicación de juicios de valor y de intenciones. No parece muy necesario subrayar, aunque de alguna manera lo haga, que las opiniones que anteceden -y las que vengan, si vienen- no son vinculantes para nadie; en todo caso, son propuestas personales mías, compartidas con algún amigo más; con amigos que, confío en ello, aumentarán su número.

Volviendo -definitivamente, espero- al punto final de estas manifestaciones (manifestaciones que no deberían resultar negativamente polémicas, precisamente porque no quieren ser dogmáticas, sino suscitar diálogo amistoso), quiero aún decir que si hoy la canción asturiana goza de una razonable salud, seguramente mejorable, ello se debe, principalmente, a algunas instituciones municipales, a algunas formaciones mediáticas y, sobre todo, a los propios intérpretes y a colectivos sociales que mantienen vivo el amor a la asturianada. Nada que ver, sin embargo, aún, con los que fueron días en que se "apuntaban" para competir en el concurso del periodico "Región" en torno a quinientos concursantes; dato éste recogido del mismo periódico el nueve de mayo de 1948, en crónica firmada por Serafín G. Martino.

Partiendo de este recuerdo, demostrativo del "tamaño" potencial de la vocación ligada a la asturianada, solicito -solicitamos, más bien-, con prudente humildad y con prudente energía, una mayor atención, una más clara y más real política de estímulo. La solicitud está dirigida, lógicamente, a la que es la más alta representación de la asturianía, el Principado. El objeto de la solicitud, bien sabido y repetido es: recobrar con fuerza, hacer nuestra, efectivamente nuestra, activamente nuestra (no inmovilizada en un teórico depósito patrimonial), la música tradicional asturiana, y, en ella, la canción. Hagan, hagan, por favor, política indudablemente asturiana, Señor Presidente, Señores Consejeros del Principado de Asturias.

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