Hace cinco años una mole de dos metros de altura llegó al laboratorio de Carlos López Otín, ubicado en el edificio Santiago Gascón de la Universidad de Oviedo. Se trataba de Andrew J. Ramsay, australiano de Brisbane, quien había elegido Asturias para una estancia posdoctoral. Ramsay ofrecía una notable experiencia en caracterización bioquímica y funcional. Por eso encajó como un guante con Víctor Quesada, uno de los miembros veteranos del grupo de Otín, quien a sus conocimientos de bioquímica suma un bagaje importante en el campo de la informática aplicada a la biología.

"La información va en un doble sentido: de la bioinformática a la bioquímica, y vuelta. La ventaja de nuestro laboratorio es que parte del conocimiento de la biología; luego, los requerimientos de informática vamos aprendiéndolos a medida que nos surgen las necesidades", explica Quesada, nacido en Gijón y crecido en Piloña.

Pero estábamos con Ramsay. En estos cinco años ha constatado que "este laboratorio es de primer nivel internacional", subraya. Su referencia es Australia, un país en el que la ciencia "ha alcanzado cotas altas si se tiene en cuenta el bajo número de habitantes".

Por lo demás, de España y Asturias le ha sorprendido "su ritmo de vida relativamente lento, relajado, seguro". ¿Y la gente? "Trabaja duro, es auténtica y abierta, y se mantiene cohesionada". Hay elementos que contrastan con los de su patria. "Aquí el cambio social y cultural es muy lento, quizá porque el peso de la historia es grande; en cambio, en Australia el cambio es mucho más rápido, porque somos un país joven y sin apenas tradiciones fijas". No oculta Andrew J. Ramsay su pasión por la gastronomía asturiana, "especialmente el cachopo". Y también por los paisajes, "sobre todo cuando el tiempo es bueno, cosa que no suele ocurrir". En este epígrafe destaca las playas y los Picos de Europa. Se confiesa un enamorado del surf. "No he podido practicarlo tanto como hubiera querido, pero hay buenas olas, mucho mejores de lo que me esperaba". Le sorprende que el Principado "no intente ser un destino turístico para surferos". "Si se promocionara un poquito, seguro que al menos vendrían muchos australianos", apostilla.

A sus 35 años, Andrew J. Ramsay inicia una nueva etapa vital y profesional. Mañana, martes, viaja a Londres para incorporarse a una empresa de biotecnología, especializada, entre otros campos, en los test tumorales.