El dramaturgo gijonés Marco Magoa hace un viaje a través del pasado y del presente con "El viajero", la historia de Ibn Battuta, un aventurero que en el siglo XIV abandonó la ciudad de Tánger para viajar por numerosos países hasta llegar a China.

El director, que nació en Madrid pero se crió en Gijón, ha escrito la función a través del libro del andalusí Ibn Yuzayy "Ar-Rihla", que recoge el relato de treinta años de viajes al dictado de Ibn Battuta. El resultado es una nueva obra que ayer realizó su segunda y última función -la primera fue el día 5-, en el teatro Royal Cultural Center (Round Theater) de Amán, en Jordania. Un trabajo producido por la Embajada de España y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID).

La idea de representar esta obra le surgió cuando comenzó a estudiar árabe. Entonces le recomendaron el texto. "Cuando terminé de leer el libro quedé con la sensación de que este hombre estaba huyendo continuamente de un país a otro. Pero después, analizando la vida de la gente que viaja mucho, como yo, ves que en el fondo no huimos de nada, lo que hacemos es intentar comprender el mundo que nos ha tocado vivir y comprender quiénes somos nosotros. Creo que a él le pasaba eso. Intenta descubrirse en los demás", explica el director.

Para Magoa, viajar es un antídoto contra la violencia. Una forma de apartar los nacionalismos, las actitudes racistas y la xenofobia Porque cuando la gente viaja deja de sentirse tan especial para convertirse en otro viajero más.

Pero no todo el que viaja es viajero, "como pasa con Donald Trump". Y no todos los viajeros viajan. "Entonces también está ese punto de homenaje a la gente que no viaja pero que tienen realmente un espíritu viajero de la vida, de aprender con ella", dice.

La obra también le sirve de excusa para hablar sobre cómo vio el mundo Ibn Battuta y cómo lo vemos nosotros ahora. "Creo que él se sorprendería de muchas cosas, de ver en qué punto estamos después de 600 años en cuanto a la libertad en el arte. Sólo hay que mirar cómo estamos en España, con la cultura completamente abandonada", dice. Una parte de la función es una dura crítica a los artistas apresados y asesinados en la actualidad en muchas partes del mundo.

No es la primera vez que Marco Magoa estrena una obra en Jordania, "un país maravilloso". Lo hizo ya hace un año con el estreno de su trilogía teatral sobre la muerte de sirios en el Mediterráneo. Entonces llenó el teatro. Lo mismo que estos días. Muchas personas tuvieron que ver la obra sentadas en el suelo y otras tantas se quedaron de pie. "El público entró en el juego del viaje y sintió la proximidad de los actores (todos ellos árabes)". También pudieron disfrutar del vestuario. Magoa quiso emular los trajes islámicos del siglo XVIII y XIX con estas telas africanas. Ahora, irá a impartir un taller de poesía y de teatro al mayor centro de refugiados de Jordania.