La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La Corona es la reina de la convivencia

El asturiano Pendás reúne en Madrid a Camps, Herrero de Miñón, Lamo de Espinosa y Laborda para debatir sobre la Monarquía en el siglo XXI

Por la izquierda, Herrero de Miñón, Camps, Pendás, Lamo de Espinosa y Laborda. MODEM PRESS

"Si en 1978 se vota separadamente la Monarquía del resto de la Constitución habría salido 'Sí' a la monarquía y entonces hubiera sido muy difícil privar de poderes (todos los heredados del dictador Francico Franco) al Rey". Ésta fue una de las muchas conclusiones acerca de la monarquía que se debatieron ayer en el Círculo Cívico de Opinión de Madrid que dirige el asturiano Benigno Pendás y en el que se reflexionó sobre el papel de la monarquía en la España del Siglo XXI.

Participaron en el debate Victoria Camps, expresidenta de la Fundación Alternativas, el laboratorio de ideas progresista habitualmente relacionado con el PSOE; Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, uno de los denominados "padres" de la Constitución de 1978, exdiputado del PP y relacionado en los últimos años con las corrientes conservadoras neoforalistas; Juan José Laborda, senador y diputado por el PSOE en varias legislaturas; y Emilio Lamo de Espinosa, sociólogo y presidente del Real Instituto Elcano, un laboratorio de ideas que analiza la política internacional desde una perspectiva española.

Juan José Laborda defendió que la monarquía está hoy en el centro del debate público "sobre todo entre los más jóvenes" pero defendió el papel de la actual monarquía parlamentaria española porque no es un lujo inútil, sino una forma fundamental de articular el Estado, la clave de bóveda de la convivencia democrática". Para defender su tesis, Laborda utilizó tres argumentos básicos: "Hoy en día, sólo la monarquía parlamentaria asegura el futuro de las democracias avanzadas porque respeta los Derechos Humanos, algo que no hacen todas las repúblicas, como la china. La pugna en el futuro será entre Estados como el chino frente a las democracias representativas". Por último, Laborda defendió el papel del monarca como acicate de la sociedad, "que no acaba de ponerse en acción" aludiendo a la intervención televisa de Felipe VI "que galvanizó a la sociedad española en defensa de sus leyes".

Victoria Camps basó su intervención en la necesidad de analizar la monarquía no desde un punto de vista teórico, sino desde el práctico "ya que es algo que tiene más que ver con las consecuencias que con los principios". Camps ejemplificó su argumento con el presente caso catalán señalando que "los independentistas defienden unos principios pero no hacerse cargo de las consecuencias. Lo mismo sucedió con el Brexit y con Trump". Así, señaló como ventajas del sistema monárquico mayor estabilidad que el republicano y la neutralidad o apartidismo del rey.

Trató de desmontar los dos argumentos más utilizados por los defensores de la República que descalifican a la monarquía parlamentaria por no ser igualitaria (es, por naturaleza, hereditaria) y porque no fue refrendada de forma directa por el pueblo en 1978. Para tratar de desmontar el primer argumento, Camps sostuvo que la sociedad en sí misma no es igualitaria porque reconoce la existencia de las herencias que da ventaja a unos y no a otros; contra el segundo, Camps sustentó la tesis de que, si bien la monarquía no requiere de mérito para acceder al trono, sí que lo necesita para mantenerse.

"Debe justificar cada día su legitimidad. Así, tras el 23-F, aceptación del Rey fue mayoritaria. La monarquía de Juan Carlos I se desvió al final pero su dimisión fue impecable porque consideró que su tiempo había acabado y supo renunciar".

Miguel Herrero de Miñón defendió en su discurso que "es posible reinar eficazmente sin gobernar", base de las monarquías parlamentarias, porque el Jefe del Estado, el Rey, mantiene una doble supremacía, la de posición y la de garantía. La de posición consiste en que su figura queda excluida del debate porque los partidos no aspiran a ocupar su puesto, algo que sí ocurre en las repúblicas. La de garantía, al ser una institución no electa, asegura su independencia y le permite ocupar el puesto durante muchos más años que un presidente, lo que le otorga una perspectiva diferente.

Emilio Lamo de Espinosa mantuvo la tesis que ha denominado de "la conllevanza", esto es, que los españoles son monárquicos "sin entusiasmo. En España, las repúblicas llegaron con mucha ilusión pero acabaron fracasando, mientras que las dos restauraciones llegaron sin ilusionar pero acabaron funcionando".

Lamo de Espinosa trató de desmontar los tres ataques más frecuentes a las monarquías: son caras, no son democráticas y son antiguas. Recurrió a los datos para cerrar el primero al señalar que la española es de las más baratas "y hay repúblicas caras y baratas igual que las monarquías parlamentarias". Sobre la falta de democracia, Lamo de Espinosa señaló que en los rankings que miden la democracia de los países, los primeros puestos están casi copados por las monarquías parlamentarias como la danesa, inglesa o noruega". Y utilizó el mismo argumento para situar a las monarquías en los Estados con sociedades más modernas en todas las estadísticas.

Por último, defendió que le carácter hereditario y la no elegibilidad de la monarquía "mejora la calidad de las democracias" porque "los reyes son apartidistas y pueden representar así a toda la nación, no sólo a una parte. Además, conocen a todos los presidentes de otros países coetáneos a su reinado, lo que les convierte en los mejores embajadores". Lamo concluyó su intervención con un rotundo "la monarquía no es algo que se sobrelleve, sino que es algo que hay que defender".

Compartir el artículo

stats