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Memorias José Luis Balbín Meana Periodista, creador de "La clave" y ex jefe de informativos de TVE

Las memorias de José Luis Balbín: "Para el PSOE he sido un traidor con 'La clave', y para la derecha, un rojo"

"Todavía me paran en la calle y continuamente me preguntan cuándo volveré a la televisión con el programa, pero algo así, donde se sentaron desde Pasionaria a Blas Piñar, es hoy casi imposible"

El periodista asturiano José Luis Balbín, en su casa de Madrid. MODEM PRESS

Las memorias de José Luis Balbín

El periódico LA NUEVA ESPAÑA publicó en marzo de 2010 las memorias de José Luis Balbín. El periodista relataba los momentos más importantes de su carrera a lo largo de cuatro entregas publicadas en el diario y que ahora rescatamos en la web tras la triste noticia ayer de su fallecimiento.

Todavía hoy, 17 años después de que "La clave" desapareciera de las pantallas, el periodista asturiano José Luis Balbín (Pravia, 1940) es interrogado en la calle por numerosos admiradores de entonces: "¿Cuándo va a volver usted a la tele con 'La clave'?". Aquel programa televisivo tuvo dos épocas: de 1976 a 1985, en Televisión Española, y de 1990 a 1993 en Antena 3. En ambas épocas y emisoras, "La clave" acabó siendo suspendida, tras interrupciones ocasionales a causa de los temas e invitados que el equipo de Balbín ofrecía en sus debates. "La primera suspensión fue a los pocos meses de comenzar, en 1976, cuando anunciamos un debate sobre el caciquismo", recuerda hoy Balbín. Aquel programa, que prendió especialmente en los años de la transición española, iba a suponerle a Balbín que "para el PSOE fuera un traidor, y para la derecha, un rojo". El referéndum sobre la permanencia de España en la OTAN, en 1986, acabó con "La clave". "No debo de ser persona fácil para los jefes y tengo fama de ello; pero he de añadir que soy la persona más disciplinada y leal en la profesión. Pero no he confundido la lealtad con la incondicionalidad y lo que no admití fue que un partido llegara al poder con una campaña de “OTAN, no” y al día siguiente dijera lo contrario". El final de "La clave" en Antena 3 fue consecuencia del cambio de propiedad de la cadena. "Había una televisión libre y un contrato, pero después me dicen que hay que poner y quitar esto y lo otro, y dije que contrataran a otro".

Pese a todas esas circunstancias, "La clave" obtuvo un tremendo beneplácito de la audiencia, hasta tal punto que fue una seguidora entusiasta, Mercedes Cort, de familia nobiliaria, la que un día se acercó a Balbín y le dijo que estaba dispuesta a pagar la producción del programa, para que fuera repuesto. No fue posible el reingreso televisivo, pero con la financiación de Mercedes Cort Balbín creaba en 2000 la revista "La clave", desaparecida en 2008 tras el fallecimiento de la mecenas.

"He sido un afortunado en la profesión, porque por poder hacer “La clave” tendría que haber pagado, en lugar de cobrar. Me han echado de varios sitios y los empresarios de la comunicación no me quieren nada, pero aquel programa estuvo en el momento oportuno en el lugar adecuado; algo así, donde se sentaron desde Pasionaria a Blas Piñar, es hoy casi imposible".

"Emilio Romero me llamó al periódico 'Pueblo' y me mandó a la tercera página, la de 'los tigres', a escribir editoriales; asombroso, porque yo tenía 22 años"

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Un daño sin desearlo. "Nací en Pravia y allí pasé toda la infancia y la adolescencia. De familia asturiana: mi madre, Pilar Meana, del Occidente, de la zona de Navia; y mi padre, Rafael Balbín, con una cierta ascendencia aristocrática, pero sin grandes pretensiones, ya que fue empleado de banca hasta que falleció. La familia de mi padre provenía de los Cabanilles, Bernaldo de Quirós, Valdés…, con origen en Villaviciosa. A mí no me ha tocado nada, ni de herencias ni de aristocracia, ni lo he pretendido. Mi padre podía haber tenido título, pero no salimos nada aristocráticos. Alguna vez he bromeado con mi hermano Carlos: “¿Por qué no solicitas el título”. “Porque para lucirlo hay que tener mucho dinero y ponerlo en la puerta del coche, con chófer; si no, es una fantasmada”. Fuimos siete hermanos, en una familia amplia y variada. Yo estoy un poco apesadumbrado del daño que he podido hacerle a alguno de ellos, y sin quererlo. Algún hermano llevaba su profesión con nivel y, aunque él no pretendiese nada especial, mi enfrentamiento con los felipistas cuando estaba en TVE provocó que lo marginaran. Coincidió con aquellos problemas de “La Clave” en torno a la OTAN, y estoy hablando de un hermano mío que hoy podría ser “número uno” del Ejército, un militar que no tiene nada que ver conmigo desde el punto de vista ideológico, aunque nos llevamos muy bien. Fue el número uno de su promoción y sucedió lo que ya digo. Me duele, porque ¿qué culpa tendrá mi hermano de lo que hiciera yo o de lo que hicieran conmigo? Y eso me ha ocurrido con varios hermanos y me duele mucho".

El durísimo Colegio San Luis. "Nazco el 19 de agosto de 1940 y, por lo tanto, no me toca la guerra y los años del hambre me cogen de bebé. No tengo memoria de aquello, pero sí un magnífico recuerdo de mi familia, que mantengo según pasa el tiempo y mantendré en el futuro. No quiere esto decir que nos lleváramos todos bien; a veces discutíamos, pero el sentido de familia existía y eso se lo debo a mis padres. Estoy muy orgulloso de la educación que he tenido en todos los sentidos, pese a que yo era un poco oveja negra. Fui el tercer hermano y estudié en el Colegio San Luis de Pravia, de seglares, aunque había algún profesor cura. El San Luis tenía fama de ser un colegio durísimo, y lo era, pero nunca me he quejado de aquello. Incluso me hicieron colegial de honor pasado el tiempo. A mí, que no debía de ser mal estudiante, también me dieron bastantes bofetadas. No me parece que me viniera mal aquello; a veces me las dieron con razón y a veces sin ella. Era un colegio muy tradicional, muy clásico, muy ultra, casi un correccional, pero no me ha quedado trauma, ni religioso ni educacional en general. El San Luis tenía la fama de que allí eran enviadas todas las ovejas negras de España, a ser reformadas. No era mi caso, ya que no sólo soy de Pravia, sino que la puerta de mi casa estaba diez metros enfrente de la del San Luis y el colegio lo había fundado un tío bisabuelo mío que era cura".

"De Juan Ramón Pérez Las Clotas he aprendido muchísimo periodismo"

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Periodismo de saltimbanquis. "Yo pertenecía a una familia de derechas, pero no militante; conservadora, pero sin que mis padres fueran aficionados a la política. Sé que mi madre era de Melquíades Álvarez (se lo escuché a ella alguna vez) y mi padre era monárquico, simplemente. Siendo familia conservadora, los hijos no fuimos educados en la conservación, sino más bien en la tolerancia. Mi padre nos daba libertad, pero en lo que era muy exigente era en las notas académicas. Hizo todo lo posible para que los siete hermanos estudiáramos, pero no era fácil para un empleado de banca. Nos decía: “No podré dejaros nada en su día, salvo la posibilidad de que cada uno de vosotros sepa salir adelante”. Los que estudiábamos teníamos que hacerlo con becas, y yo tuve una desde el ingreso en Bachillerato, con un examen en la Diputación. Para mantener la beca necesitabas buenos resultados académicos y eso era lo que mi padre nos exigía. En lo demás, siendo como era él, un poco antiguo de formación y duro, fue muy liberal con los hijos, y en dos cosas principalmente: ideológicamente, jamás nos impuso nada; y, segundo, no nos condicionó en la elección de carrera. “Si sacáis las notas necesarias, haced lo que queráis”. Y cuento eso porque tuve un problema al respecto. Al comienzo, yo quería estudiar cine y cuando llegué a Madrid a examinarme en la Escuela de Cine habían pasado las fechas, entonces aproveché el viaje y me fui a intentarlo en Periodismo. Lo de hacer cine me venía de que yo veía muchas películas. Tenía la suerte de que, aun siendo una familia con pocos medios, tenía un tío carnal, Marino, que llevaba uno de los dos cines de Pravia, el Sagrario. Entonces, de las pocas cosas que yo podía hacer a gusto y gratis era ir al cine y veía todas películas habidas y por haber. Tuve el problema porque yo tenía que seguir con la beca, pero para la Escuela de Periodismo no había becas, porque no era carrera universitaria. Así que tuve que estudiar Derecho a la vez que Periodismo y también obtuve beca para ir a un colegio mayor. Con lo cual, mi padre y el director del colegio mayor, que era Fernando Suárez, que después fue ministro de Trabajo, me decían que el Periodismo era una cosa de saltimbanquis, mientras que Derecho era lo que me permitía salir adelante. En aquella época conocí a Sabino Fernández Campo, que era secretario del ministro del Ejército de entonces y lo fue después de varios ministros. Un tío mío era muy amigo de Sabino, compañero de estudios, y entonces me recomendó para que entrase en el Colegio Mayor Covarrubias. Tuve a Sabino de tutor y por eso mantuve después tanta relación con él. Y cuando nació la revista “La Clave” él formó parte del consejo".

Promociones brillantes. "Estudié tres años de Derecho y no quise dejarlo, pero al acabar Periodismo, en 1963, comencé a trabajar y a continuación me mandaron de corresponsal al extranjero, con lo que no tuve la oportunidad de seguir en Alemania con la carrera. El secretario de la Escuela de Periodismo era Manuel Vázquez-Prada, hermano de Ricardo, director del periódico “Región”. Eran ambos muy diferentes y sigo tratando a sus hijos. Manuel nos tenía mucha simpatía a los que llegábamos de Asturias. Tuve la suerte de pertenecer a una buena promoción de Periodismo. Entraba poca gente en la Escuela. Al ingreso nos presentamos 500, entramos unos 50 y acabamos veintitantos. De ellos suenan muchos nombres, como Manuel Martín Ferrand, José Antonio Novais (que fue corresponsal de “Le Monde”), Lorenzo Contreras, Eduardo Sánchez Junco (que fue director durante muchos años de “¡Hola!”), o la directora y propietaria durante mucho tiempo del periódico “Las Provincias”, de Valencia, Consuelo Reina. En Derecho también tuve buena suerte; fue una época en la que salieron buenos estudiantes y luego políticos. Por ejemplo, el primer presidente de las Cortes democráticas, Gregorio Peces-Barba; los Arias Salgado, Herrero de Miñón y alguien que sigue siendo muy amigo mío, con el que trabajé después porque fue director general de Televisión Española cuando yo fui director de informativos, Fernando Castedo. Tuve la suerte de coincidir con una promoción brillante en Periodismo y con otra brillante en Derecho, de la que yo era mal alumno porque me dedicaba más al periodismo".

Primera noticia de Pravia. "En LA NUEVA ESPAÑA entro a hacer prácticas en primero. Llego allí y me recibe el redactor jefe de entonces, Juan Ramón Pérez Las Clotas, de quien yo he aprendido muchísimo periodismo, muchísimo. De Clotas tengo anécdotas muy buenas. Era un gran jefe en el periódico, y aunque Paco Arias de Velasco era el director quien lo llevaba realmente era Juanra. No me olvidaré de lo que me pasó el primer día. Llegaba de Madrid y era un crío. "Ah, tú eres de Pravia; siéntate ahí y dime qué pasa en Pravia; dame algo para mañana". "Que yo sepa, no pasa nada". "¿Cómo que no? Algo tiene que pasar en Pravia". "Hombre, las discusiones que siempre hay, y meterse con el Alcalde". "Sí, sí, pero dime algo concreto". Y entonces le dije a Clotas: "Como no sea que mi tío, que lleva el cine, es un forofo de Cantinflas, que va a venir a presentar una película". "Siéntate y escribe eso". Y después me dijo: "Escribe un artículo tuyo, a tu estilo, lo que tú quieras". Supongo que yo entonces tenía unas pretensiones exageradas, porque escribí un artículo titulado "Unamuno versus Ortega". Clotas lo leyó. "Esto es muy bueno; déjame guardarlo y vamos a buscar un buen día para publicarlo". No se publicó; además era una chorrada mía. Clotas tenía un cajón en la mesa, "la nevera", y yome enteré después que allí iba lo que no se publicaba. "Bueno, escribe otra cosa", y recuerdo que hice un artículo que se titulaba "Un amigo fidelista", sobre un compañero de colegio mayor que se había ido a la Cuba de Fidel".

Clotas, Romero y Castresana. "Juanra era el gran perseguido de la prensa provincial española del Movimiento. Era un rojazo, entre comillas, e iba con unas chaquetas a cuadros que llamaban la atención, en una época en la que aquello no estaba bien visto. Preparamos páginas y editoriales que le costaron el puesto. Le echó de Asturias el gobernador civil y lo mandaron a Valladolid. Le mandaron después a Madrid y luego estuvo en Cuba y ahí yo creo que se volvió más conservador. En esa época entraron en LANUEVAESPAÑA periodistas que hoy son conocidos. Colaboraba Ladislao de Arriba, muy amigo mío y que ha trabajado mucho conmigo. Estaba Lorenzo Cordero, Graciano García, Nacho Artime, Diego Carcedo o Javier de Montini. Clotas fue un gran impulsor de la gente joven en la profesión y nos ayudó mucho. Montini, que era muy trabajador, se vino a Madrid. Yo en invierno volvía a Madrid y le propusimos a Clotas, o nos lo propuso él, no recuerdo bien, hacer una página que se llamaba "Asturias entrevista para usted". En ello estábamos Montini, Alfonso Calviño, gran amigo mío de toda la vida del que he sido hasta compañero de piso, y yo. Hacíamos esa página dos veces a la semana, pero la verdad es que casi todo lo hacía Javier, que después entró en el mundo de la prensa del corazón y tenía la mejor agenda de famosos de España; lo sabía todo de ellos. Sobre Clotas tengo que añadir que no oirás a nadie hablar mal de él, sean de derechas, de izquierdas o de centro. Los que trabajamos con él le adoramos y él nos adoraba a nosotros entonces.Tuve gran ayuda de grandes maestros. Uno fue Clotas; otro, Emilio Romero, y el tercero, Luis de Castresana, que fue Premio Nacional de Literatura y corresponsal en el extranjero. Me ayudaron mucho y también en televisión he tenido la suerte de contar con buenos protectores. De la misma manera que después me he encontrado con personas que me odiaron, pero en mí predomina el agradecimiento. Otra cuestión es que la política produzca grandes vaivenes y te lleve por otros caminos, y se enfrenten contigo, o tú con ellos, pero eso es otra cosa. Con los políticos me he encontrado que una vez que están en el poder cambian profundamente. En el PSOE me tienen por un gran traidor, no todos; y la derecha dice que soy rojo, con lo cual lo tengo mal con los dos".

Seis meses en "Pyresa". "Después de acabar Periodismo, tengo un par de ofertas, una de ellas de la Editorial Católica, para ir de redactor jefe a "La Verdad" de Murcia. Hablé con Revuelta, periodista y escritor conocido, que fue director de "LaVoz de España" en San Sebastián y director general de algo en Prensa del Movimiento. "No te vayas a provincias", me dijo. "Es que en LA NUEVA ESPAÑA son muy amigos míos y es un gran periódico". Él insistió: "Si te vas a provincias acabarás siendo un gurú en provincias y de ahí no saldrás". "Es que en Madrid lo tengo muy mal". "En periodismo solo hay dos sitios: Madrid y Barcelona; quédate aunque vayas mal". Y empecé a hacer prácticas en la agencia "Pyresa", del Estado, que fue el primer sitio del que me echaron. De la promoción de Periodismo era también, aunque no acabó con nosotros en junio y tuvo que esperar a septiembre, Juan Luis Cebrián, y su padre era Vicente Cebrián, jefecillo en Prensa del Movimiento. Manuel Vázquez-Prada me dijo que fuera a "Pyresa" "y con suerte te quedas allí". Entré y nunca supe porque a Vicente Cebrián le caí mal. Al cabo de seis meses me llamó y me dijo: "No puede seguir usted con nosotros, no le vemos posibilidades". "¿Por qué? Yo veo que los artículos me los publican en las primeras páginas de provincias". "No le veo a usted". "Pero, ¿es por algo en concreto?". "Hombre, yo veo que mi hijo hace cosas interesantes, aunque está en otras cosas, pero a usted le veo que no sube y baja suficientemente rápido las escaleras". No me olvidaré de esa frase. Vicente Cebrián era famoso por contar chistes del ministro Solís y a éste le caía muy bien. Pero a mí me parecía una persona antipática, lógicamente, dada la mala relación. Yo creo que no tenía ni idea de periodismo y que él había visto alguna película americana y debía de creer que el periodismo era eso de subir y bajar escaleras rápido. Por otro lado yo creo que le molestaba el expediente de Manolo Martín Ferrand y el mío en Periodismo, que su hijo no aprobó. Esto es interpretación mía, pero luego la relación que he tenido con su hijo lo confirma".

A favor de Emilio Romero. "No sigue el contrato en "Pyresa", pero curiosamente yo había escrito en revistas universitarias y un día me llamó Emilio Romero. Era director de "Pueblo" Sabino Alonso Fueyo. Me llamó, estuvo cariñoso (era asturiano), pero me dijo que "bueno…, en fin, usted es muy joven y aquí escriben grandes escritores". Ni me leyó, pero, en cambio, tengo que hablar a favor de Emilio Romero, que era ya un gran periodista, reconocido. "¿Tú has escrito esto y esto? Pues me haces dos artículos". No me olvidaré de ellos: uno era "Este Papa", sobre Montini, recién elegido Pontífice, y que había sido casi excomulgado políticamente aquí, cuando era cardenal, por pronunciarse en contra de situaciones españolas. El otro artículo fue sobre la revolución de 1848 en Francia. Me llamó Romero al día siguiente. "¿De qué quieres escribir en este periódico?". Yo tenía 22 años y era como si a esa edad te llamaran hoy de "El País". "De cine", le respondí. "Ya tengo a García de la Puerta". "De libros". "Tengo a Dámaso Santos". "Pues de lo que usted quiera". "Preséntate mañana al redactor jefe de la tercera página". Era la página que se llamaba de "los tigres", muy famosa, la más famosa que había en España. A mí, que era casi un analfabeto, me llamaban para escribir los editoriales, como si hoy me pidieran que escribiera los de "El País". Asombroso. Me hice editorialista de la tercera página, de donde me cesó cariñosamente Romero al cabo de un tiempo".

El periodista asturiano José Luis Balbín, en su casa de Madrid. MODEM PRESS

"'No nos fiamos de ti como corresponsal de las elecciones en Francia', me dice Suárez en 1974"

Quería estudiar cine, pero la obligación de mantener la beca y un problema de fechas le condujeron a Derecho y Periodismo. Tras su infancia y adolescencia en familia y en el Colegio San Luis de Pravia, José Luis Balbín Meana (1940) se estableció en Madrid, pero hizo prácticas en LA NUEVA ESPAÑA, junto al que considera su primer maestro de periodismo, Juan Ramón Pérez Las Clotas, entonces redactor jefe. Su segundo maestro fue Emilio Romero, que le llama al periódico "Arriba" de la Prensa del Movimiento y le sitúa como editorialista de la página tercera del periódico, la de "los tigres". Balbín tenía 22 años.

El periodista asturiano José Luis Balbín Meana (Pravia, 1940), creador de "La clave" recorre en esta segunda entrega de sus "Memorias" su experiencia como corresponsal europeo, labor que desempeñó tras su paso por la Escuela de Periodismo de Madrid y de su aprendizaje junto a periodistas como Graciano García o Diego Carcedo (por error de transcripción, uno de los profesionales citados ayer, Lorenzo Cordero, figuraba equivocadamente como periodista de LA NUEVA ESPAÑA en aquella época).

Corresponsal en Alemania. "Emilio Romero quería que yo me especializase como editorialista de la página tercera de “Arriba” en cuestiones agrarias. “Pero yo quiero política internacional”. “Eso no le interesa a nadie; lo que interesa es los que pasa en España”. Pero aceptó y me pasó a internacional. A los seis meses viene Romero un día por la noche a verme a la redacción (“Arriba” era periódico de la tarde): “¿Te gusta Estados Unidos?”. “Sí, pero me gusta más Alemania”. Yo entonces tenía novia en Alemania. “Vale”. Al día siguiente me llama el subdirector, Jesús de la Serna, periodista glorioso y de gran confianza de Emilio Romero, y me dice: “¿Así que no quieres ser corresponsal en EE UU?”. “Él no me dijo que la oferta era para ser corresponsal”. “Sí lo es; se viene Blanco Tobío, y Emilio quiere mandar allí a alguien joven, que reinicie aquello”. Al día siguiente ya me llamó Romero: “Vamos a hacer una cosa; vas a darle suerte a alguien y vas a tenerla tú. Te vas aAlemania y un eventual que tenemos allí lo mandamos a EE UU”. Aquel eventual era José María Carrascal, que después me dijo una vez: “Oye, yo a ti te debo mi carrera en EE UU”. Me voy a Alemania y traslado la corresponsalía, que era del periódico “Pueblo”, de Berlín a Bonn. Pasa un tiempo y en eso hacen a Alejandro Fernández Sordo delegado nacional de Prensa del Movimiento. A Sordo lo conocíamos los chavales jóvenes porque antes había sido delegado de Información y Turismo, de modo que era el gran censor nuestro. Nombran a Manuel Blanco Tobío director de “Arriba” y Sordo hace director general de Prensa del Movimiento a Vicente Cebrián, que había dicho que yo no subía y bajaba rápido las escaleras. Esto coincide con unas vacaciones mías y voy a la toma de posesión de Tobío. Me ve Sordo: “Oye, José Luis, te estoy leyendo; ¿qué haces en Alemania?”. “Me gusta aquello y estoy aprendiendo bien el idioma”. “No, hombre, no; vente para aquí que te doy el periódico que quieras; menos “Arriba”, que ahí no nombro yo”. Entonces dice Vicente Cebrián, que iba a su lado: “No, hombre, no; mira que le he ofrecido yo cosas a Balbín y nunca ha aceptado”. Con los Cebrián tengo anécdotas graciosísimas. El padre era un trepa que divertía a la gente, pero los trepas, de la misma manera que tratan bien a los que les convienen, machacan a los que están por debajo. Felizmente, no guardo ningún tipo de rencor".

Fachas y comunistas. "En Alemania era como los grandes ferrocarriles europeos. Mi trabajo abarcaba desde Bruselas hasta Vladivostok, y por arriba hasta el Polo Norte; además de todo el mundo comunista del Telón de Acero. Estuve en Moscú varias veces; conocí y fui amigo personal de Dubcheck, el de la Primavera de Praga; conocí a Tito…, y en general lo pasé muy mal por ahí desde el punto de vista práctico, por no poder entrar en los países, o por hacerlo de incógnito y mediante pasaportes falsos. Además, a alguien que venía de España se le tenía por un facha peligrosísimo. Pero fui de los pocos periodistas extranjeros que estuvo en la Primavera de Praga. Antes me había tocado la caída de Novotný, al que sustituyó Dubcheck.Yo estaba en ese momento en Hungría y logré entrar en Checoslovaquia por un amigo. En Hungría asistí a una Conferencia Mundial de Partidos Comunistas y fue cuando conocí en persona a Carrillo o a Ceaucescu. Se había hecho amigo mío el que era, al cambio, director general de la Prensa húngara, el Fernández Sordo de Hungría, y me hacía mucho la pelota, yo creo que para sacarme información, pero a mí me venía muy bien. Tenía coche oficial y siempre me estaba diciendo: “Oye, ¿has traído cigarrillos del Oeste? Dáselos al chófer, porque éstos son como los fachas españoles: si no les das un regalo no quedan conformes”. Un día en la Conferencia comí con un periodista alemán. “¿Para qué periódico trabaja?”, le pregunto. “Para el más grande”. Se refería la “Deutschland”, de Alemania del Este. “¿Y usted?” “De “Pueblo”, Madrid”. Se puso de pie, como una pantera: “¿Cómo? Usted es de un periódico franquista. ¿Cómo le han consentido entrar aquí?”, y se marchó. En ese momento venía a buscarme mi amigo, el delegado de prensa. “Te noto serio, ¿te ha pasado algo?”, me dijo. “Sí, que me he encontrado con ese gilipollas alemán”. “No te preocupes: estos alemanes venían antes a enseñarnos cómo ser nazis, y ahora nos enseñan cómo hay que ser comunistas”".

De Praga a Pravia. "Se produjo la Primavera de Praga. Dubcheck se enfrentó a Moscú hasta el punto de que el periódico del Partido Comunista en Praga sacó un editorial en portada con una foto enorme de Trosky, que decía: “¿No hay más comunismo que el estalinista?”. Yo estaba seguro que entraban los rusos y acababan con aquello. En agosto de 1968 le escribo a Romero y el digo que llevaba allí desde octubre, entrando y saliendo clandestinamente, y que de verdad estaba estresado. “Déjame ir 15 días a Asturias”. Me llama por teléfono: “Pero es que ahí va a pasar algo”. “Sí, pero como va haber congreso del Partido Comunista en septiembre, en Praga, yo calculo que los rusos van a esperar a ver qué se decide entonces”. “Vale, vete de vacaciones”. Salí el 16 o 17 de agosto en coche; desde Praga no paré hasta Pravia, salvo en las cunetas, para dormir un poco. Entré en Pravia un lunes por la mañana; estaban sonando las campanas de la iglesia. Al entrar en casa, saludé a mi madre y le dije: “Llevo tres días sin dormir; déjame en la cama hasta que me despierte”. Como a la una de la tarde mi madre abre la puerta cautamente y me dice: “Bueno, no me atrevía a despertarte, pero como a ti te interesan estas cosas, los rusos han entrado en Praga”. “¡Jo, vaya ojo que he tenido!”, pensé. Llamo a Emilio Romero: “¿Pero tú qué haces ahí?”. Me echó un rapapolvo y cogí inmediatamente un avión a Madrid y otro a Viena. Con un pasaporte falso, me metí en un tren que iba a Praga, pero en una estación de la frontera me coge una patrulla rusa. Viene un oficial y aunque no descubre que el pasaporte es falso me dice: “Queda usted detenido”. La verdad es que no estaban fusilando a demasiados, pero me llevaron a un cementerio y aquello no me gustó un pelo. El oficial comenzó a hacerme preguntas sobre Viena; no se dio cuenta de que era español. Yo llevaba una botella de coñac; en el mundo comunista de aquella época tenía gran éxito que llevaras tabaco rubio o alcohol. “Me juego la botella con usted a los chinos a cambio de que me libere”. El tipo se emborrachó como una cuba y yo gane. “Bueno, vuélvase usted a Viena”".

Negativas a Suárez. "Después de la corresponsalía en Alemania paso a Televisión Española. Era director Adolfo Suárez. “¿Adónde quieres ir?”. “De Alemania estoy un poco harto; a París”. Allí me fui. Llega el Proceso de Burgos y preparan un coloquio en la televisión francesa. Me llama Suárez: “Han invitado a un representante de España y queremos que seas tú”. “Perdón, Adolfo, pero yo no sé qué coño he de saber del Proceso de Burgos; además, ¿quieres que me linchen los franceses por defender las condenas a muerte?”. “Es un favor que te pedimos”. “No lo veo. Pídeme lo que quieras, pero eso no”. Al coloquio fue Gonzalo Fernández de la Mora, ministro; le envió Carrero. Tiempo después, Adolfo hizo aquella serie, “Crónicas de un pueblo”. Me llamó: “Mira, estamos haciendo esto; es interesante para la evolución del país. El cura es la Iglesia; el alcalde, el jefe de Estado… Intentamos hacer personajes ejemplares para que el país se liberalice y sea más tolerante. ¿Tú te vendrías aquí?”. Recuerdo que hablamos en su despacho de director general. “Mira, Adolfo, llevo muchos años en el extranjero y aquí no pinto nada”. “Bueno, vale, vale”. Y pasado el tiempo llegaron las elecciones presidenciales francesas de 1974, a las que se presentaba el socialista Mitterrand. Adolfo me llamó de nuevo: “Tienes que dejar París”. “Hombre, yo entré en esta casa con la condición de venir a París”. “Elige lo que quieras, China, Austria…”; y agregó: “Mira, ahora vienen las elecciones francesas y en España hay mucha repercusión con lo que pasa en Francia, y no nos fiamos de ti”. “¿Por qué?”, pregunté, pero él sólo dijo: “Me has dicho dos veces que no a propuestas mías y la tercera no me lo vas a decir”. Elegí Austria y abrí una corresponsalía, pero enseguida vuelvo a España". 

El periodista asturiano José Luis Balbín, en su casa de Madrid. MODEM PRESS

"La primera suspensión de 'La clave', en 1976, fue por el programa 'Los caciques'"

Tras sus inicios en el diario "Pueblo" y en LA NUEVA ESPAÑA, el periodista asturiano José Luis Balbín (Pravia, 1940) es enviado de corresponsal a Alemania, desde donde ha de controlar también toda la información de los países del Este. Entra y sale clandestinamente de los países del Telón de Acero y vive la Primavera de Praga, entre otros acontecimientos. Al dejar "Pueblo" pasa a ser corresponsal en París de Televisión Española, de donde le retira Adolfo Suárez, entonces director general, al no fiarse de él para cubrir las elecciones presidenciales francesas de 1974. Balbín se va a Austria, pero pronto vuelve a Madrid y crea "La clave".

José Luis Balbín (Pravia, 1940) fue corresponsal en Alemania del diario "Pueblo" y de Televisión Española en París y Austria. En esta tercer entrega de sus memorias narra el posterior nacimiento del programa "La clave", en 1976, y su llegada a la dirección de informativos de Televisión Española, en 1982, con el PSOE en el Gobierno.

Hacer pasillos. "Vuelvo de Austria y me tienen un año “haciendo pasillos” en TVE, es decir, nada. Me enviaban de jurado a Eurovisión o a un festival de televisión en Luxemburgo o a una conferencia sobre el Tercer Mundo en Argel. En esa época fui jefe de prensa del Ministerio de Obras Públicas y del Ministerio del Interior. Conocía a Rodolfo Martín Villa de la época de estudiantes y mandó policías a mi casa. “Venimos a buscarle de parte del ministro del Interior”. Fui y Martín Villa me dijo: “Te necesito aquí”. “No me interesa”. “Da igual”, y me obligó, relativamente, a quedar. Duré tres meses, que por cierto nunca me pagaron. En Obras Públicas era ministro Sánchez Terán, que fue presidente de COPE, demócrata cristiano y miembro del colectivo Tácito, que escribía en el “Ya”. Tampoco quedaron muy contentos conmigo, ni yo con ellos. Yo no era muy democristiano, pero tampoco falangista".

El último de la lista. "Volví a televisión, a dar paseos. Me ofrecieron algunas cosas, como presentar un concurso. “Eso es una chorrada”. “A ti lo que te pasa es que no quieres hacer nada”. “Quiero hacer algo, pero si se trata de presentar un concurso de cantantes, pues ya me diréis...”. “¿Qué quieres hacer”. Presenté una lista de posibles programas; ninguno era invención mía, sino cosas que había visto por el mundo. Puse el último de la lista el que calculé que me iban a aprobar, basado en “Les Dossiers de l’écran”, famoso programa de la televisión francesa, creado por Armand Jammot. Formé un equipo de colaboradores y nos pusimos a elegir el nombre del programa. Salieron siete nombres; el primero de ellos era “El Semáforo”, pero elegimos “La clave”, que era término que entonces apenas se utilizaba en el léxico cotidiano. En Televisión me dijeron: “Bueno, bueno, a ti no te importará cuándo se emita”. “Nada, prefiero la segunda cadena”. Siempre la preferí, e incluso cuando después fui directivo en Televisión nunca quise pasar a la primera cadena. Si vas a por la audiencia, en el pecado llevas la penitencia, porque eso de ser “prime time” y primera cadena, al final, te obliga a hacer chorradas para mantenerte. El programa comenzó los sábados y nuestro rival teórico era Chico Ibáñez Serrador, con el “Un, dos, tres”. Luego pasamos al domingo y después a los viernes. Comenzamos el 18 de enero de 1976. La lista de programas la había presentado en el otoño de 1975; estaba malo Franco y se muere después. Me aprobaron el programa, pero yo creo que no tenían ninguna gana de que saliera. El director general de Radio Televisión era entonces Sancho Rof. “Bueno, si tú lo que quieres es estar dos horas de charla en la segunda cadena y un sábado, eso lo puedes hacer”".

"El programa comenzó los sábados y nuestro rival teórico era Chicho Ibáñez Serrador, con el 'Un, dos, tres'"

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El caciquismo. Miguel Ángel Toledano era el director de la televisión propiamente dicha, y a él le debo tanto como a Pérez Las Clotas, a Romero o a Castresana. Muchos le deben mucho, aunque luego no se han portado bien con él. Toledano protegió a los que habían sido perseguidos por rojos; los disfrazaba con seudónimos y trabajaban en televisión. Era un gran tolerante, un gran liberal y una gran persona, y fue el que hizo que naciera “La clave”. Empezamos tranquilamente. Hubo la suerte de que todo el mundo creyese que iba a fracasar y curiosamente empezó a funcionar desde el primer día. Siempre creí que funcionaría, pero nunca creí que tanto, la verdad. Pero fue un gran Guadiana que se suspendió varias veces. Ya en aquella primera época, con Carlos Arias de jefe de Gobierno, se lo cargaron a los tres meses. El programa número trece no salió; su título era “Los caciques”. Pero cada vez que han prohibido un programa de “La clave”, cuando volvía, empezaba por el programa prohibido. Así que volvimos con “Los caciques”".

Volver con "La clave". "Mi experiencia en “La clave” es que es mucho peor el miedo que tienen los políticos al lío que se pueda montar que lo que realmente se monta. “¿Por qué no vuelves a hacer ‘La clave’?”, me preguntan muchas veces, aunque los políticos me lo dicen con la boca pequeña. “Porque no hay libertad”, respondo. Recién elegido Zapatero, un día, saliendo de las Cortes, me vio y me dijo: “Hay que volver a hacer programas como ‘La clave’”. Nunca me volvió a llamar. Puede que sea una vanidad mía, pero creo que “La clave” contribuyó a la transición española, pero añado que tuve la suerte de estar en el momento oportuno en el lugar adecuado. La primera etapa de “La clave” duró tres meses. Volvió con Rafael Ansón como director general, que dijo: “Ahora ya hay libertad”. Todos te dicen que ya hay libertad, hasta que deja de haberla. Hubo una tercera y una cuarta etapa, esta última ya en Antena 3, cadena privada".

Acuerdo UCD-PSOE. "Llega la etapa de Fernando Castedo como director general de Televisión, en 1981, que fue la mejor. En ese momento el PSOE, en la oposición, me tenía a mí gran simpatía, y era porque iban a los programas de “La clave”, pero iban los demás también. Iba Blas Piñar, que estaba proscrito por todos, menos en “La Clave”. En la época de Antena 3 vino una vez y al poco tiempo me marché de esa cadena. Recibí una carta suya: “Balbín, es usted un señor; espero que no haya sido por culpa mía por lo que usted se ha ido”. Digo que el momento decisivo fue el de Castedo porque es cuando se hace el primer acuerdo de la transición entre el PSOE y UCD para llegar a una televisión tolerante. Se ponen a negociar Alfonso Guerra y Pío Cabanillas. Propone nombres a ver si se ponen de acuerdo en el director general. No se ponen de acuerdo hasta que un día me dice José María Calviño, que era abogado y consejero de TVE por el PSOE (cuando el PSOE estaba a partir un piñón conmigo): “Estos quieren a Castedo”. “Le conozco; fue compañero de estudios, muy buena gente, catedrático, abogado del Estado, un tolerante; yo creo que os conviene”. Se lo presenté y hubo acuerdo entre PSOE y UCD. Pero a Castedo lo echaron cuando llegó Calvo-Sotelo de presidente y metió a Robles Piquer. Adolfo Suárez ya estaba muy cabreado con Castedo porque lo consideraba demasiado tolerante".

Dirección de informativos. "Y el director de informativos previsto con Castedo era yo, pero él me llama: “No acepto el cargo, porque la Moncloa pone una condición que Guerra no acepta, que tú no puedes ser director de informativos”. “No hay problema, yo sigo haciendo ‘La clave’”. Nos reunimos con Guerra y dice: “Si no es Balbín no nos fiamos”. Ya se ve las vueltas que da la vida. “No os preocupéis; yo hago ‘La clave’”. “No, tienes que estar en el comité de dirección”, insistió Guerra. “Pues creamos una dirección y en vez de ser director de informativos soy director de programas especiales; todo lo que sea experimental lo hago yo”. Sotillos fue nombrado director de Radio Nacional, y Toledano de Televisión. “¿Y quién de director de informativos?”. Comenta Guerra: “Dicen que uno que está en la SER, Iñaki Gabilondo, pero no nos fiamos”. Pero fue Iñaki Gabilondo. Cuando gana el PSOE las elecciones de 1982, Calviño es nombrado director general y me dice: “Ahora eres tú el director de informativos”. Así que fui el primer director de informativos del primer gobierno del PSOE y el primero con el que se pegaron por traidor. “Es que este no es del partido”, decía la gente del PSOE. “Estoy aquí por ser periodista, no por otra cosa”, respondía yo".

José Luis Balbín, durante la conversación con LA NUEVA ESPAÑA, en su domicilio de Madrid. MÓDEM PRESS

"Felipe me desafió: 'La última semana salgo yo y ganamos la consulta de la OTAN en siete días'"

Tras sus años de corresponsal en Alemania y París, José Luis Balbín (Pravia, 1940) vuelve a España y en Televisión Española presenta una lista de posibles programas. Le aprueban el último de esa lista, que iba a ser "La clave", cuyas emisiones se inician en enero de 1976 y cuya primera suspensión acaeció a los tres meses, por un programa dedicado al caciquismo. En la época de UCD el PSOE pacta con el partido gobernante nombrar a Castedo director general de Televisión y los socialistas proponen a Balbín para jefe de informativos. Moncloa le veta, pero al llegar el PSOE al poder en 1982 es nombrado en ese puesto por José María Calviño.

El periodista asturiano José Luis Balbín, de 69 años, culmina en esta entrega sus "Memorias" para LA NUEVA ESPAÑA.

Alonso Puerta y Cascos. "Era director de informativos y el PSOE llevaban poco tiempo en el poder, pero a la primera a la que quisieron eliminar fue a la corresponsal en el Vaticano, Paloma Gómez Borrero. Yo seguía con “La clave”, que era el único programa en directo entonces, y sin bucle, es decir, el retardo de emisión de varios minutos. Lo había habido con Franco y ahora yo creo que lo sigue habiendo en algunos programas de las televisiones. Llegaban las elecciones municipales de 1983 y preparamos el programa “Balance de los ayuntamientos de izquierda”. Siempre buscábamos invitados que ofrecieran opiniones cruzadas. Elegimos a Alonso Puerta, porque había sido teniente de alcalde de Madrid del PSOE y fue el primero que había denunciado la corrupción, por los contratos de recogida de basuras. Buscábamos también ediles de la oposición. Fernando Suárez, creo recordar, me había dicho tiempo atrás que había un político de Gijón que había publicado un libro y que me había escrito para que se lo presentase y yo no le había contestado. 'No tengo ni idea.. es que recibo mil cartas diarias… pero en la primera oportunidad que hablemos de ayuntamientos le llamamos'. Álvarez-Cascos era concejal de la oposición".

Guerra González-Leguina. "Pero el follón no fue con Cascos, sino con Puerta. La semana antes las llamadas que tuve de la Moncloa y de Calviño fueron interminables. Querían que lo desinvitase. 'Mi padre me enseñó que cuando invitas a un persona a casa a comer, no se le desinvita', les respondía. '¿Por qué tenéis tanta obsesión con él?'. 'Se ha metido con nosotros; ha dicho que hay corrupción'. Claro, es que la había. Y agregaban: 'Para una vez que conseguimos llegar al poder… y es que además tenemos tensiones con Leguina'. Es decir, el grupo de Moncloa, Felipe y Alfonso, se llevaban mal con Leguina, presidente de la Comunidad. 'Leguina nos dice que es una maniobra nuestra y que te tenemos comprado a ti para fastidiar a los de Madrid, y que eso no lo consiente y que va a haber una escisión en el partido'. Cené la víspera del programa con el 'viejo profesor', Tierno Galván: 'Balbín, ¿es usted capaz de asumir la responsabilidad que está asumiendo?' '¿Qué responsabilidad?' 'Hombre, usted sabe que Leguina y Felipe se llevan a muerte'. '¿Y de eso soy yo culpable? Mire, no va a pasar nada, profesor'. Me pidieron que suspendiera el programa. Me negué y lo suspendieron ellos, pero yo les advertí: 'Ese programa acabará saliendo, pero no porque yo lo diga, sino por el follón que se va a armar'. Así fue: páginas y páginas de periódicos, editoriales, discusión en el Parlamento y en consejo de administración de TVE… y a las dos semanas se emitió, y con Alonso Puerta, que es todavía el día de hoy que canta glorias de mí".

"'Era el último mono del Ayuntamiento de Gijón y al día siguiente de ir a ‘La clave’ me saludaban por la calle', me dijo Cascos"

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De último mono a vicepresidente. "Años después me llamó un día Cascos: '¿Por qué no hacemos otra vez 'La clave'? ¿No recuerdas que me llevaste una vez al programa? Pues fue entonces cuando me di cuenta de lo que era el programa: Yo era el último mono del Ayuntamiento de Gijón y al día siguiente del programa me saludaba la gente por la calle; y he llegado a vicepresidente'. 'Te agradezco que me lo digas; no todo el mundo se acuerda de aquellos tiempos'. Estos días me han dicho en Asturias que debo de ser muy amigo de Cascos porque aparezco con él y hemos estado comiendo juntos. Sí, le conozco, claro, pero también he presentado a Tini Areces cuando le dieron la 'Amuravela de oro' en Cudillero. No sé por qué voy a ser más amigo de uno que de otro".

Terrorismo y Corona. "A partir de 1983 empieza la campaña personal contra mí. El PSOE me considera traidor y empiezan a forzar que me vaya. Decían que yo acumulaba dos cargos: director de informativos y director de 'La clave'. Curiosamente yo había renunciado a uno de los sueldos (y podría hablar de la corrupción económica en Televisión, y de cómo la paramos). Entonces tuve al enemigo interior del PSOE; es decir, los que había propuesto yo para puestos decisivo empezaron decir: 'Balbín no es de fiar, no es del partido'. No podía serlo, de ningún partido; me podían atribuir lo que quisieran, pero ni mi familia sabe lo que yo voto. Me dicen que renuncie a uno de los cargos. 'Me cesáis si queréis, porque no tengo nada de qué arrepentirme'. 'Elige'. 'Sigo con 'La clave'. En ese tiempo lo que hicieron fue puentearme. Yo a los directores de los telediarios y programas les había dado libertad. Les dije: 'Tenéis que consultarme sólo dos cosas: terrorismo y la Corona'. Desde arriba me puentearon y compraron, por la vanidad, a los directores de los programas; se reunían con ellos a espaldas mías. A Calviño no le perdono que entrara conmigo a hacer una televisión independiente y acabara haciendo lo que decía Felipe. Siendo director general, el tiene de enemiga interior a Pilar Miró, que le sucedió. Calviño y yo éramos de Guerra, y Pilar de Felipe, y unos éramos los enemigos de los otros, al parecer, porque, por otro lado, Guerra ya empezaba a enfrentarse a Felipe".

El referéndum. "Hay más tensiones cuando va acercándose el referéndum de la OTAN. Felipe me paró un día y me dijo: 'Pero tú, ¿qué más quieres?'. 'Que me dejéis hacer'. Y lo segundo, me desafió: 'Pues no te preocupes, que la última semana saldré yo en campaña y ganamos el referéndum en siete días'. Yo ya tenía experiencia de mentiras de Felipe, que me las trasladaba como director de informativos. Llega lo de la OTAN y me dicen que no se puede hacer el debate. 'Pero si es una cuestión clave, que va a ir a consulta nacional'. Prohibieron el programa y mandaron a los guardias a que no nos dejaran entrar en los despachos. Al final hicimos el debate en el exterior, en el hotel Palace, y tuvo una repercusión enorme".

Contrato y equipo. "Estoy una vez más en el paro, como tantas. Entonces me llama Martín Ferrand a Antena 3 Radio, para hacer 'Hora Cero'. Nos colocamos en cabeza, delante de la SER. Crean Antena 3 Televisión y en 1990 vuelvo con 'La clave', pero al cabo de unos años quieren acabar con ella. Su argumento es que no se ve, que no tiene audiencia. Se estaba dando a las tres y a las cuatro de la mañana, y sin promoción. Hago a cambio el programa 'La senda', de entrevistas. Después, Antena 3 Televisión pasa a Zeta, y Antena 3 Radio a Polanco. A los nuevos directivos de la radio les digo: 'Supongo que habéis venido a deshacer esto; así que cuanto antes, mejor'. 'No se te ocurra, eres esencial'. Anuncian que sigo, pero a mí me dicen que hay que quitar a éste, meter al otro y traer a no sé quién de 'El País'. 'Un momento: el contrato dice que el equipo de mi programa lo formo yo'. Indemnizaron a todos muy bien, menos a mí. Mis compañeros de 'Hora cero', Losantos, García, habían pasado a la COPE y me llaman para ir a sus programa. Era director del programa de la mañana Antonio Herrero, y Luis Herrero del de la noche. Muere Antonio y Luis pasa a la mañana. Me ofrecen el programa de la noche, pero no llegamos a un acuerdo. 'Es que tú exiges unos contratos muy difíciles', me dicen. Lo dejé".

Una marquesa y una revista. "Otra época de paro, pero de 'La clave' había mucho forofo. Y había una marquesa, Mercedes Cort, con muchísimo dinero; una enamorada mía, no de mi persona, sino del programa. Una vez me dijo: 'Se ha perdido ‘La clave’ y hay que hacer algo'. Le comenté que tenía ilusión de hacer un trabajo independiente, 'La clave' en papel, en prensa escrita que es de donde yo provenía. '¿Y por qué no lo hace? Yo pongo el dinero; forme usted un grupo y hacemos una cosa sindicada'. La revista nació en 2000 y fue absolutamente independiente. Sólo he tenido dos etapas en mi vida de absoluta independencia: con Castedo y Toledano en Televisión, y con Mercedes Cort. La revista desaparece en 2008 porque muere ella y los herederos no quieren saber nada. Si yo hubiera sido un poco golfo… ella quería que le heredara yo, pero me parecía un abuso. He sido un afortunado en la profesión. Ha sido habitual que me echen de los sitios. Hay que ser capaz de irse al paro porque mi conciencia es por el trabajo bien hecho. Lo que me gusta de 'La clave' es que ahora me siguen diciendo que fue muy buena".

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