El nuevo Sporting celebró ayer su fiesta de bienvenida que se prolongó en el vestuario hasta tiempo después de que Clos Gómez decretase el final del encuentro. El nuevo Sporting empieza donde lo dejaron los guajes con una fiesta por todo lo alto. Había ganas de fútbol, de competición. Tantas que a media mañana, mientras el filial goleaba al Ceares, llegó a Mareo la noticia de que se había colgado el cartel de "localidades agotadas", en El Molinón. No se ocuparon todos los asientos porque muchos abonados se encuentran de vacaciones (25.340 fue la asistencia), pero sí que se vendieron todos (ya sea vía carnet o vía entrada). Fue una gran asistencia para un día soleado de agosto.

Las gradas lucieron un gran ambiente teñidas de rojiblanco, mientras el campo se uniforma hacia el rojo. Colaboró a ello el más de millar de seguidores bilbaínos que pasaron en Gijón el fin de semana festivo en su ciudad. El Athletic, que se las sabe todas, alteró el orden de los campos en el sorteo inicial, al que compareció Nacho Cases con el brazalete de capitán.

La primera alineación de Abelardo incluyó seis caras nuevas, que dejaron una grata impresión. Deslumbraron Cop, Víctor Rodríguez y Amorebieta, cada uno en lo suyo, pero también agradaron Lillo, Moi Gómez y Burgui. A Xavi Torres y Afif habrá que seguir observándolos y el resto deberá seguir esperando su oportunidad.

El encuentro tuvo la intensidad habitual de los duelos entre asturianos y vascos. No le faltó de nada al partido, hubo goles, penalti, un balón al larguero, disputas un toque a la grada y cierta polémica. La anécdota final la protagonizó el árbitro aragonés Clos Gómez con la redacción del acta. El gol del Athletic llegó después de que Isma López desviase un disparo de Williams. Había expectación por ver a quién atribuía el tanto el árbitro. La sorpresa fue que Clos Gómez confundió a Williams con Borja Viguera y le atribuyó el gol al delantero pretendido por el Sporting.

Con su victoria de ayer ante el Athletic, el Sporting pone fin al maleficio que le había hecho encadenar veinte años sin lograr la victoria en el primer partido de una Liga de Primera División. La victoria ha conseguido además prender la mecha de la ilusión en una afición que aspira a vivir tranquila la última jornada.

El próximo fin de semana la caravana rojiblanca se pone en marcha con destino a Mendizorroza para enfrentarse a otro equipo vasco, al recién ascendido Alavés. Los vitorianos están llamados a ser un rival directo de los rojiblancos en la pelea por la permanencia y cuentan en sus filas con Manu García.