El Sporting lo invirtió todo en el encuentro de ayer, pero obtuvieron muy poca rentabilidad a su esfuerzo. Los rojiblancos ganaron una posesión muy ajustada, hicieron más remates y mejor enfocados que su rival, sacaron más córneres, dieron más pases, provocaron más faltas y recuperaron más balones (también los perdieron), pero marcaron los mismo goles. Es la cruz de este equipo que no consigue reflejar en el méritos los méritos que acredita. Cuando los acredita. Ayer, lo mejor que se puede decir del Sporting es que puso toda la carne en el asador. Las estadísticas no reflejan los disparos al aire, ni la precipitación, ni la angustia que hace tiempo atenaza al equipo. Sí podrían medirse los decibelios de la afición del Sporting, que tiene un mérito casi tan grande como su fe.

La realidad es tozuda y aunque no lo reflejen las estadísticas, lo tiene presente la memoria. El Sporting es un equipo tierno en las dos áreas. Y quizá no haya mayor condena que ésa.