La afición del Sporting hizo dos viajes este fin de semana. Primero el desplazamiento hasta Alcorcón de medio millar de rojiblancos. Pero hubo también un viaje interior, en el que los seguidores rojiblancos transitaron por distintos estados de ánimo. Desde que se conoció el calendario y que el Sporting iniciaba el camino en Alcorcón, muchos aficionados rojiblancos prepararon el viaje. Por razones que se desconocen, aunque se intuyen, el Alcorcón mandó sólo 220 entradas a Gijón, lo que ya frenó a muchos aficionados en su deseo de ver en directo el debut rojiblanco.

El club alfarero informó en sus cuentas, en los días previos, que no se venderían entradas ni en la zona visitante ni en el resto del campo, a pesar de que declaró el encuentro como día del acompañante, por lo que cada socio podía llevar a un amigo. Aún así, muchos aficionados decidieron aventurarse, conscientes de que el campo no se llenaría. Ciento cincuenta seguidores se dieron de bruces con una taquilla cerrada y ninguna explicación, mientras dos tercios del campo seguían vacíos. El enfado y un desmayo atrajeron a la policía que obligó al club a habilitar otra zona visitante. Luego llegó la decepción por el pobre espectáculo.