El Rayo no tardó en reaccionar. Lo hizo un minuto después, con un cabezazo de Velázquez a centro de Embarba al que respondió Mariño con una buena mano abajo. Los madrileños pueden ser el equipo más impredecible en ataque de toda la categoría. Y hacen de ello una de sus mayores fortalezas. Los movimientos ofensivos provocan que el puesto de delantero centro esté tan repartido entre Raúl de Tomás, Embarba o Trejo como bien hechas las permutas en cada uno de los casos. De tres cuartos para adelante todo parece inspiración. Ordenada inspiración. Se encontró con un Sporting serio, firme en defensa e intenso en la presión, complicando siempre la salida del rival.

Vallecas, con un millar de sportinguistas en las gradas, empezó a apretar. El Rayo lo buscaba más, pero la siguiente ocasión fue para el Sporting. Santos volvió a hacer gala de su habilidad para buscar la espalda de los centrales y mostró el camino a Moi Gómez, que acompañó el movimiento con un buen pase. El uruguayo cruzó demasiado ante la salida de Alberto en una acción que podía haber dinamitado el partido. La igualada rayista acabó llegando.

Álex Pérez, abroncado por Herrera por complicarse en exceso en una salida de balón sencilla, acabó siendo la víctima de las inesperadas apariciones en el área de Raúl de Tomás. Embarba, siempre con la puntería bien afinada para encontrar a un compañero, tiró una pared con Santi Comesaña por banda derecha y buscó el movimiento al segundo palo de su compañero. El tanto local, a dos minutos del descanso, fue una losa para los de Herrera.

El Sporting desapareció tras pasar por vestuarios. El Rayo tomó el control absoluto del partido en el segundo tiempo ante un rival al que empezaron a acecharle las dudas. El equipo reculó para aguantar las embestidas rayistas, pero sin la contundencia de antes. Herrera, temiéndose lo peor, apostó a empatar. La sustitución de Moi Gómez por Xandao, plantando una defensa de cinco, fue un claro mensaje. Al Sporting y al rival. Y eso, que un minuto antes Moi se plantó solo ante el Alberto, desperdiciando una opción de oro para ponerse por delante en el marcador.

Los siguientes movimientos en el banquillo visitante también evidenciaron que algo le pasa a Herrera con Scepovic. El serbio pasó por Vallecas como por Soria, donde el equipo se llevó el primer gran palo de la temporada. Castro y Viguera adelantaron a Stefan, un fijo en el comienzo liguero, en la elección para refrescar el ataque.

Lo confuso de los cambios pareció trasladarse al terreno de juego. En el campo sucedían cosas extrañas como ver a Xandao enviar a córner un balón que iba manso a las manos de Mariño. O una falta de Embarba, siempre Embarba, que se envenonó tras botar en el centor del área y a la que respondió el siempre atento meta vigues. Los nervios visitantes crecían mientras la única respuesta a un Rayo que acechaba cada vez más el área vistante venía por parte de los gritos de la Mareona.

Y con un Sporting reducido a tener que sufrir y a esperar, Viguera tuvo en sus botas otra ocasión para hacer el segundo. El final fue un remate blando, tan perdido como el equipo en los minutos finales. Scepovic, entonces, ya se había ido al banquillo, en un aparente castigo que pagó también el equipo.