A pesar del horario infernal, de una climatología adversa y de ser televisado en abierto, casi 19 mil fieles seguidores sportinguistas se dieron cita para presenciar sobre el impecable césped de El Molinón, un partido con vitola de Primera División.

Cuando ya se conocía la alienación, con la vuelta más que anunciada de Scepovic al once titular y con la ausencia en el mismo de Carmona y Canella, siendo Isma López y Moi Gómez los elegidos por Herrera para sustituirles, llegó la lesión de Sergio Álvarez durante el calentamiento. Serio revés antes de comenzar el encuentro que tras alguna duda inicial, solventó el entrenador sportinguista dando entrada a Canella.

No tardó ni cinco minutos Scepovic en dar la razón a quienes no se explicaban de modo alguno su suplencia en los últimos encuentros. Centro al área de Calavera y remate impecable del serbio que pareció de esta forma querer mostrarle al míster que con balones puestos en condiciones dentro del área, no necesita para nada salirse de él.

De esta forma, una vez más, se adelantaba el Sporting en El Molinón. Y es que hasta la fecha no ha habido un solo partido disputado en casa, donde el cuadro sportinguista no haya sido capaz de cobrar ventaja. Cosa nada fácil y que muchos conjuntos para sí quisieran. Otra historia muy distinta es si el Sporting después sabe vivir de rentas. Por ello, la duda que se instalaba en el graderío a partir del gol era qué tipo de partido le tocaba revivir: si el de encuentros como los de Lugo, Sevilla Atlético o Almería, o por el contrario, si sería como el de Lorca; o peor aún, como los de Oviedo o Huesca.

Una ocasión clamorosa marrada por Santos al cuarto de hora, seguida de un dominio de la posesión por parte de los pucelanos, ofreció la respuesta al interrogante. Y es que el Sporting parece empeñado como si de un déjà vu se tratase, en repetir los mismos errores que le han costado con los de hoy, dejar escapar seis puntos de El Molinón.

Renunciando casi a la posesión y encomendándose a una contra definitiva, el Sporting volvió a tropezar en la misma piedra sin que nadie desde el banquillo pusiese o supiese poner remedio.

Claro que todo podría haber tenido un final muy distinto si el propio Scepovic no hubiese fallado el uno contra uno que tuvo mediada la segunda parte, aún con el 1-0 en el marcador. Con este dicho sea de paso, son tres goles fallados en similares situaciones en jornadas recientes. Goles que hubiesen sumado preciados puntos que ya no volverán de ningún modo.

Y como no hay dicho más conocido en el fútbol que quien perdona lo acaba pagando, así fue de la misma manera que había sido contra el Oviedo y el Huesca. Empate del Valladolid en el 74 tras el cual, tocó una vez más pedir la hora para que el resultado no fuese aún peor. Y si no lo fue, en buena parte fue también una vez más, por un Mariño sencillamente milagroso.

Por si todo lo anterior no resultase ya conocido por la parroquia local, los cambios realizados por Herrera tampoco ofrecieron fruto alguno. Resultó hasta un tanto llamativo ver saltar al campo a jugadores como Pablo Pérez o Rachid. El primero, ausente en las últimas convocatorias y el segundo, borrado prácticamente de todas.

Con toda esta sucesión de situaciones desgraciadamente conocidas y sufridas, no resultó de extrañar el que cuando el árbitro señaló el final del partido, el equipo se retirase a los vestuarios entre una sonora pitada. Quedaría sólo por debatir qué porcentaje iba dedicado a los jugadores y qué porcentaje al banquillo. Cabría imaginarse a priori que más hacia la segunda de las posibilidades.

La cruda realidad es que se sigue cumpliendo esa especie de maldición que dice que siempre que al Sporting le marcan, el equipo es incapaz de devolver el golpe. A lo sumo, si tuvo la "suerte" de adelantarse primero, logra mantener el empate. Catorce jornadas y el Sporting sólo ha conseguido la victoria cuando ha mantenido su portería a cero. Datos sólo para la estadística o tal vez no. Lo cierto es que tras sumar uno solo de los últimos seis puntos en juego, de cara al próximo partido frente al Cádiz, la pregunta que sobrevuela es: ¿seremos protagonistas de otro déjà vu

Post Scriptum: ¿habrá mirado Herrera la pantalla de su móvil a la conclusión del partido o dejó de hacerlo tras el gol visitante? Hay quienes maliciosamente apuntan a que se le bloqueó después de marcar Scepovic.