Saltaba el Sporting al impecable césped de El Molinón ante 19794 espectadores, en horario de adultos y tras dos resultados adversos como fueron la dolorosa y calamitosa derrota en Reus y el triste empate (¡y gracias!) en casa ante el Valladolid. Casi 20 mil fieles para un equipo que ante semejante muestra de lealtad, respondió con una pifia de las que hacen daño.

Al debate que se había generado durante esta semana, sobre cuál sería la mejor opción para afrontar la ausencia de Sergio Álvarez, respondió Herrera dejando en el banquillo al único jugador disponible de similares características y disponiendo sobre el campo por primera vez en toda la historia del Real Sporting (Sociedad Anónima Deportiva para desgracia de todos los sportinguistas), un once titular sin un solo jugador asturiano en el mismo.

En frente, un Cádiz que al contrario que el Sporting, llegaba con la confianza que otorga el conseguir dos victorias consecutivas en esta categoría. Y muy pronto se vio que el cuadro gaditano, lejos de venir a encerrarse buscando un empate que pudiera darles la tan ansiada por algunos media inglesa, demostraron que no hay mejor “media” en el fútbol que la de tras una victoria ir a por otra.

De este modo, un Sporting que partía con la opción de colocarse segundo en la clasificación, acaba la jornada fuera de los puestos de promoción. En concreto a un punto del Rayo, que es quien ocupa la sexta plaza; a tres puntos del ascenso directo que marca el Lugo, segundo; pero a seis ya del líder Huesca. Ese equipo que como bien saben y algunos ahora hasta lloran, entrena Rubi. Cosas o casualidades de este caprichoso deporte.

Y quizás a pesar del bochornoso 0-3 con el que se certificó la primera derrota en El Molinón en lo que va de temporada, una vez más, lo de menos fue el resultado. Y es que lo peor de todo es cómo se produjo y las sensaciones que vuelve a transmitir este equipo: ausencia total de juego y nula capacidad de reacción ante un resultado adverso.

No es de extrañar por ello los pitos con los que el respetable público despidió a sus jugadores al descanso ni la pañolada al final de partido. De hecho, cuando el Cádiz se adelantó a la salida de un córner (en una jugada que dio la sensación de no defenderse de manera apropiada), a más de un sportinguista le vino a la cabeza esa maldición que ya todos conocen: tras un gol del rival, el Sporting de Herrera nunca ha sido capaz de perforar la puerta contraria. Ni una sola vez. Y van ya 15 jornadas.

Sin haber escuchado la rueda de prensa de Herrera, la primera pregunta que habría que poner sobre la mesa es si de verdad “esto es lo que hay”, que diría Maceda. Y si a pesar de lo visto ante el Cádiz, el técnico catalán sigue convencido de que al final encontrará la forma de que este equipo funcione. Eso que denominan los entendidos “dar con la tecla”.

También sería para aclarar su decisión de modificar el cambio previsto justo antes del segundo gol amarillo. Y es que de entrar Viguera (ese por el que nadie pregunta según el míster), el viento viró hacia Rachid, quien todo sea dicho, fue de lo poco salvable cuando la nave rojiblanca naufragaba sin remedio hacia las rocas. Porque eso es lo que transmite este conjunto: la imagen de un Castillo de Salas, encallado, a merced de las olas y con el capitán contemplando el desastre desde lo alto del Cerro. Que no hubiera cambios al descanso es algo que difícilmente puede tampoco explicarse.

Para el anecdotario quedará también el recibimiento con música de viento a Barral. Quizás sólo se tratase de un ensayo por parte del público, de cara al final del partido; o quizás respondía a aquello que se dice que quien siembra vientos, recoge tempestades. Lo cierto es que por si éramos pocos, la abuela parió en forma de gol en el último suspiro, del hijo pródigo que no fue recibido con amor. Tuvo eso sí el detalle de no celebrarlo, tal y como había prometido; aunque su deferencia le importara un bledo a la amplia mayoría de los sportinguistas que en ese minuto 94, todavía permanecían en sus asientos.

Porque lo que de verdad le importa al sportinguismo es saber qué medidas se plantean de cara al próximo partido en Albacete. De aquellos famosos nueve puntos a sumar en tres partidos, nos hemos dado de bruces con la realidad de haber sumado sólo uno. Con el agravante de que la sombra de Sergio se antoja cada vez más alargada. Urgen soluciones que devuelvan a alta mar a la nave rojiblanca. Con este o con otro capitán al timón. Pero cuanto antes sea, mejor será para todos. El sportinguismo no está dispuesto a volver a recoger una temporada más, carbón de la orilla de San Lorenzo.

Post Scriptum: ¿qué piensan los que mandan en el club sobre la mencionada ausencia de asturianos por primera vez en la historia en un once titular del Sporting?