Santiago de Chile, Agencias

Un terremoto de 8,8 grados en la escala Richter, el segundo más potente del que se tiene constancia en la Historia, causó al menos 147 muertos ayer de madrugada en Chile. El temblor, «mucho más potente» que el que arrasó Haití, según los expertos, desató además un maremoto en el Pacífico que primero golpeó el archipiélago de Juan Fernández, donde murieron tres personas y desaparecieron otras trece, y obligó a desalojar la costa hawaiana, ante el temor de una catástrofe como la del tsunami del Índico de 2004, que causó 230.000 muertes.

El temblor, registrado a las tres horas y 36 minutos de la madrugada (ocho menos veinticinco de la mañana, hora española) se localizó en la costa chilena, en la región de Bío Bío, unos 500 kilómetros al sur de la capital, Santiago de Chile, y 90 kilómetros al sureste de Concepción, la segunda ciudad del país, donde los testigos aseguran que no hay una sola calle donde no se hayan producido destrozos. El temblor se notó especialmente en el centro de este alargado país, que tiene una longitud de 4.400 kilómetros. En los extremos norte y sur, la sacudida fue imperceptible, según relataron a sus familiares y amigos dos asturianos que trabajan en la provincia de Antofagasta (en el norte), José Angel Cuervo y Eduardo Ortiz Cotarelo.

La sacudida cogió durmiendo a los chilenos. Los habitantes del centro del país salieron a toda velocidad a la calle. Fue una noche larga. Muchos de ellos prefirieron quedarse a dormir en la calle, ante las continuas réplicas. En la tarde de ayer, doce horas después del terremoto, se había producido 51 réplicas, 13 de ellas de entre 6,9 y 5,2 grados en la escala Richter. Algunas se sintieron en la Argentina (donde hubo un muerto) y en Perú, donde el mar osciló metro y medio. El seísmo cortó de las principales carreteras del país, lo que paralizó la actividad. Sólo en Santiago, dejó sin luz a dos millones de habitantes. Doce horas después del terremoto, se había restablecido el suministro en el 80 por ciento de los casos. Numerosas autopistas se vinieron abajo y otras quedaron tan inestables que amenazan con derrumbarse. El aeropuerto de Santiago quedó cerrado, al caer la torre de control, motivo por el que la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, que viajaba a Chile para participar en un congreso sobre la lengua en Valparaíso, fue desviada hacia Argentina.

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