El Arzobispado de Burgos reconoció ayer que una menor burgalesa fue sometida a varias sesiones de exorcismo en Valladolid, con un exorcista "legítimamente nombrado" por su obispo, tras un intento de suicidio. Así lo explicó la propia institución en una nota de prensa, tras la investigación abierta por el Juzgado de instrucción número de 2 de Burgos. Según el atestado, el caso presenta características que hacen presumir "la posible existencia de delito de violencia de género, lesiones y maltrato familiar". La joven está en silla de ruedas desde su intento de suicidio.

La menor declaró ante la Policía que, en mayo de 2012, comenzó con "unos problemas de anorexia acompañados por problemas de ansiedad" y que dejó de comer "por hacer penitencia", la misma razón que le llevó a realizarse "cortes en las muñecas". En la misma declaración confesó que su madre y el grupo religioso de la Milicia de Santa María le obligaron a hacerlo. Sus padres, según el relato de la joven, interpretaron sus ataques "como una posesión demoniaca", algo que les había sugerido un seminarista estudiante de Teología que les contó que "tenía unos sueños en los que aparecía la joven siendo ahogada por un demonio".

En la nota del Arzobispado se indica que hablaron con los padres de la joven, que acaba de cumplir 18 años, y aseguraron que la decisión de llevar a su hija al exorcista fue "bastante posterior a su intento de suicidio". Los padres consideraron conveniente llevar a la joven a Valladolid en el mes de abril y las sesiones concluyeron en junio de este año, con el convencimiento de que ya estaba "sanada".

El asunto se destapó a raíz de la denuncia interpuesta por familiares de la joven, aunque los acusados no han recibido todavía notificación judicial.

El Arzobispado insiste en que los exorcismos son una práctica religiosa tradicional de la Iglesia, un derecho de todos los fieles. El Código Canónico exige que el exorcista sea nombrado por el obispo y que valore en cada caso la oportunidad de realizarlo.