Nunca más, espero que este desastre no vuelva a suceder ni aquí en nuestro país ni en ningún país del mundo. Es la peor catástrofe que puede asolar a las vidas y a las gentes, tranquilas y sencillas, de unas regiones y de un país.

Se cumplen ochenta años de la mayor vergüenza que puede acarrear, para mi entender, el pueblo español. El 18 de julio de 1936 una parte del Ejército español y parte de la sociedad civil dan un golpe militar contra el Gobierno de la II República. Esto desemboca en la Guerra Civil. Ese mismo día la aviación, por órdenes del Gobierno republicano, bombardea Tetuán. Día 19, los sindicatos se sublevan contra el golpe militar y Franco toma el mando de las tropas en Marruecos. Día 20, fallece en accidente de aviación el que iba a ser el general en jefe del levantamiento, el general Sanjurjo; soldados y milicianos republicanos asaltan el Cuartel de la Montaña en Madrid.

El 22 de julio los barcos de la República bombardean San Roque, Algeciras y La Línea de la Concepción. Datos y más datos de la mayor vergüenza que puede acarrear un pueblo: una guerra civil.

Hermanos contra hermanos, primos contra primos, familiares contra otros familiares, envidias, deseos reprimidos, odios que salen a la luz bajo el signo de unos ideales o unos símbolos. Ochenta años después debemos pensar que ganaron unos y que durante cuarenta años hicieron lo que les venía en gana, pero debemos pensar que si hubiesen ganado los otros también hubiesen hecho lo mismo. Por ese motivo, hoy escribo esta carta, pidiendo a todas las personas que olvidemos, que perdonemos, que dejemos a nuestros muertos, que los dejemos descansar en paz, e intentemos vivir todos juntos, tranquilos, y luchando por la convivencia entre todos, y que los ideales sólo son ideales y las personas son seres humanos, y que eso que sucedió hace ahora ochenta años no suceda nunca más.