Durante los últimos meses he necesitado hacer uso de los servicios de la Seguridad Social en distintas ocasiones por patologías urgentes. Siempre accedemos a información en la que se critica la Seguridad Social, pero mi carta no va de eso.

No puedo estar más agradecida por la rapidez con la que se atendieron mis urgencias, la cantidad de pruebas que se me han hecho ipso facto para determinar el mejor tratamiento, la rapidez con la que tras los ingresos me han citado para llevar a cabo lo que finalmente se requiere, que es una cirugía. Al equipo de enfermería, deciros que sois increíbles. No recuerdo el nombre de nadie cuando ingresé en urgencias, pero si tengo que poner cara y voz a mi ángel de la guarda es la enfermera que me atendió hace unos meses mientras mis riñones estaban de parto. Miles de gracias.

En este último ingreso me he tropezado con una calidez humana a la que no estamos tan acostumbrados, y que me emociona como profesional sanitaria que soy. El equipo de Digestivo del Hospital San Agustín es increíble. Mi compañera de habitación era una mujer de 70 años y el doctor Duque, que era el que hacía las visitas a diario, me dejó la boca abierta y los ojos llenos de lágrimas. Ella estaba sentada en la butaca y él rompió esa barrera médico-paciente sentándose en la cama de mi compañera, con una postura corporal de cariño y comprensión, y le explicó con palabras que entendería un niño lo que le pasaba.

Sé que no siempre los diagnósticos que se nos hacen son los adecuados. Sé que a veces los recursos son limitados. Sé que a veces, como humanos que son, se equivocan, como cualquier persona en su trabajo. Que levante la mano el que nunca haya metido la pata. Pero también sé que con personas que aman tanto su trabajo como los profesionales que he tenido la suerte de conocer no podemos estar en mejores manos.

Gracias. Gracias a todos, desde las personas que limpian el hospital hasta el que repone esas zapatillas tan monas que han puesto en urgencias para los pacientes que requieren estar encamados.