Es el futuro, el jurado automático, y está en Santolaya de Cabranes. En la capital cabranesa se decidía el pasado lunes el ganador del premio "María Josefa Canellada" de literatura infantil y juvenil en lengua asturiana, que este año concedieron seis personas y la pantalla de un ordenador. Alonso Zamora Canellada, hijo de la humanista piloñesa que da denominación al galardón y a la sazón vocal del jurado que lo concede, no podía estar presente en el momento de la decisión, pero la todopoderosa tecnología de la videoconferencia no permitió que eso fuese un impedimento. Así fue cómo el miembro del jurado desplazado se sentó a la mesa, tan literalmente que sus compañeros no dudaron en situar la pantalla justo encima de la mesa, tal y como se aprecia en la fotografía que acompaña a estas gacetillas. Y como la videoconferencia no falló, Alonso Zamora falló y el premio se lo llevó por segunda vez Berta Piñán Suárez, prolífica autora canguesa de Cangas de Onís, que repitió en 2017 el éxito que había cosechado ya en 2008 gracias a las virtudes de su novela "Vida nel campu".

Queda claro pues, una vez vista la fotografía que deja testimonio de las deliberaciones del jurado, que la "vida nel campu" fai tiempu que no ye lo que yera. Ya no hace falta estar para estar, no sé si me explico.