La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Mañana sale el sol

Fútbol sí, ¿padres no?

Sobre los últimos acontecimientos en los campos

El juez de menores Emilio Calatayud insiste desde hace años en sus discursos y ponencias en que los padres deben aprender a decir no a sus hijos antes de que sea demasiado tarde. Sin embargo, me cuestiono si habrá hijos que sean ellos mismos quienes tengan que decir ese no a sus progenitores.

Me refiero, sobre todo, a los últimos acontecimientos ocurridos en campos de fútbol base. ¿Alguno de los padres y madres que gritan, insultan, e incluso llegan a la agresión como espectadores de los partidos de sus hijos todos los fines de semana se ha planteado qué piensan y cómo se sienten éstos respecto a lo que les está tocando vivir?

La presión de los jugadores en muchas familias comienza a edades muy tempranas, hasta el punto de que hay niños que visitan consultas psicológicas para realizar terapias contra la ansiedad que les producen los partidos. Les cuesta dormir el día antes del encuentro, náuseas, mareos, nerviosismo? No se puede generalizar, y no en todas las familias existe el anhelo de tener una figura de primer nivel en casa, pero sí las hay, y van en aumento. Esa presión que comienza en el domicilio, se traslada al campo, pero los insultos, agresiones y faltas de respeto no están en el terreno de juego, sino en las gradas.

Lo que los padres están trasmitiendo a sus hijos demuestra, una vez más, la brutal caída de valores de nuestra sociedad, el insulto al árbitro no es otra cosa que deslegitimar delante de los niños a la persona que más autoridad tiene en el partido, también se desautoriza al entrenador, gritando los espectadores lo que tienen que hacer los jugadores y desconcertándolos de tal manera que ya no saben qué tienen que hacer ni de quién recibir órdenes de juego.

Pertenecer a un equipo significa sacrificio, aprender a ganar, a perder, a esforzarse por conseguir las cosas, a valorarse, a respetar al contrario porque no es tu enemigo, a convivir con tus amigos y, sobre todo, a disfrutar, a eso van los niños a jugar, a disfrutar, y mientras juegan, todas las demás enseñanzas, fluyen solas.

Hay familias que han dejado de ir a ver los encuentros de sus hijos porque el ambiente cada vez es más hostil, hay jugadores que se avergüenzan de lo que está ocurriendo en las gradas y todos nos estamos cuestionando hasta dónde llegará este problema y cuál podrá ser su solución.

Sería interesante saber lo que piensan los niños, a lo mejor les dan un sonado no a sus padres pidiendo cambios de actitud antes de tener que llegar a soluciones extremas como serían partidos a puerta cerrada.

Dejemos a los niños disfrutar de uno de sus derechos fundamentales, el juego.

Compartir el artículo

stats