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A contracorriente

Las Cuencas, a verlas venir...

El declive de las comarcas mineras y el fracaso de las empresas de la reactivación económica

Son paisajes muy próximos, muy cercanos, muy nuestros. En los últimos años y gracias a los fondos europeos, estos territorios denominados "Cuencas" alcanzaron cotas de mejora notables y ese lavado de cara en sus edificios, en sus calles, en sus plazas, en sus ríos y en el perímetro urbano de su razón de ser marcó el cambio esperado, pero la industria paralela a los pozos hulleros en recesión no cuajó. Algo mal se hizo con gestiones empresariales negativas que obligó a echar el cierre a varias empresas ya instaladas en estos enclaves.

Este momento tan delicado, con la industria extractiva del carbón bajo mínimos, es motivo suficiente para hacer pensar a fondo a los padres de la patria regional. Por ahora y por mucho que Hunosa intente diversificar su plan de acción empresarial, estos lugares antaño cargados de fuerza minera y movimiento obrero, actualmente languidecen profundamente -Turón es un caso clarividente- y el futuro cercano se antoja preocupante para los habitantes de estos viejos rodales.

La población cada vez es mayor en edad, los nacimientos son menores que los fallecimientos, los jóvenes viven alimentados por un paro espantoso, apenas se fijan habitantes, circunstancias que dicen mucho a las claras y conforman el dibujo negativo que ofrecen estos parajes del Nalón y del Caudal.

Las pocas iniciativas para crear empleo han quedado olvidadas, salvo honrosas excepciones, las nuevas autopistas quizás lleguen tarde y sólo sirven para mejorar los accesos y lanzar a sus moradores a otros términos de Asturias más que para lograr nuevas empresas. Los políticos regionales no estuvieron finos para reformar estos ámbitos mineros en un momento dado y ahora llegan las lamentaciones. Observar un día cualquiera diferentes concejos de las Cuencas es rendirse a la evidencia de que el futuro ya es pasado y poco más se puede señalar por muy positivo que uno sea. Es penoso, es triste, es lamentable y agota pensar lo que significaron estos terrenos en su día no muy lejano y actualmente agonizan por falta de recursos empresariales, sólo movidos por esas felices prejubilaciones que mantienen la renta diaria y el apoyo de los abuelos a la economía doméstica.

Aquí urge hacer sentimiento y alcanzar realidades industriales para paliar el lento agotamiento de ese bendito carbón que dio vida, bienestar y formación a la gran mayoría de los habitadores de estos espacios. El panorama es mustio, melancólico, sombrío y hasta tenebroso. Un paseo sabatino por el valle de Turón o por Aller, son sólo ejemplos del momento que viven estos emplazamientos y sin industrias solventes no podrá haber el turismo de verdad que se persigue desde hace lustros en estos medios.

Las ocurrencias baldías de muchos museos como atracción de personas al municipio se quedaron en eso, ocurrencias. No se aprovecharon en su medida los excelentes recursos que atesoran algunos concejos de aquí en el campo de la madera, la ganadería, la agroalimentación o la cinegética. Faltó previsión y altura de miras, y ahora llegan esos lamentos convertidos en palabrero de chigre y expresiones malsonantes de corrillos en las plazas. Quiero ser positivo y pensar en reconvertir los pozos mineros en riqueza útil y que estos sitios de pasión, verdad y esfuerzo vuelvan a ser aquellos tiempos de empleo, oficio, solidaridad, oportunidades y riqueza. Las nuevas tecnologías unidas a la historia energética de la hulla a lo mejor convencen y estos recintos se configurarán como totales nichos de futuro. Por ahora, la tristeza y el desánimo anidan en el ambiente de estos teatros de las Cuencas. Y esa realidad destruye.

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