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La incontrolada invasión de la maleza

Los problemas en carreteras, caminos, parques y paseos por la falta de limpieza

Otro verano más volvemos a tropezar en la misma piedra de la vegetación, que lo invade todo, con los problemas e inconvenientes que provoca. El Ayuntamiento de Langreo se da cuenta ahora, cuando el mes de julio avanza, de que las cunetas y los accesos a los pueblos deben de estar en perfecto orden de revista. Loable preocupación, pero con el matiz de que ya no van de nuevos, con lo cual la experiencia les debería haber servido para que en el momento actual el problema de la proliferación de la vegetación estuviera resuelto.

Cuando deberían predicar con el ejemplo, nos encontramos con la solución fácil de instar a los vecinos a cuidar sus propiedades colindantes con carreteras y caminos bajo la amenaza de sanción económica, no menor, si hacen caso omiso a los requerimientos, mientras ellos se acuerdan de Santa Bárbara cuando truena o mejor, cuando la maleza desborda el paisaje. Por lo tanto habrá que comprobar el ojo propio, por aquello de la paja y la viga.

Simples ejemplos -entre decenas- puede ser, como todos los veranos, el estado del paseo entre Lada y Sama que da auténtica pena con la maleza que lo comienza a invadir todo y las maderas que lo protegen que llevan desde ni se sabe sin reponer. El Área Deportiva de El Barrio del Pilar está en una situación similar. Abandono total.

En los accesos a los pueblos, cada vez peor. Uno mismo tiene la costumbre de visitar Cuturrasu las mañana domingueras. No exagero si digo que en buena parte de sus curvas debes de entrar a ciegas, pues la vegetación impide toda visibilidad.

Parece de total justicia que se les dé un toque a los propietarios de las fincas colindantes con las carreteras, que en buena mayoría suelen ser pasotas, pero si nos atenemos al pésimo ejemplo que una y otra vez dan los responsables públicos de velar por el buen estado del todo, pues ya me contarán ustedes el ejemplo que dan para exigir.

Julio sigue avanzando y con buenos propósitos, que nos parecen bien, pero que necesitan con urgencia pasar a ser realidades, pues el resto de nada sirve. Lo peor es el cansancio de repetir cada verano la misma historia sin que se les ocurra a los responsables -sean quienes sean- tener la adecuada planificación.

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