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Reallity show

En Lorca se vio a un Sporting incapaz de inquietar al colista de la categoría

Es triste, amigos, pero "Operación Triunfo" se ha terminado. El fenómeno que ha reenganchado a la televisión a millones de espectadores, en especial a los ahora conocidos como "millennial", ha tocado a su fin. Durante los casi cuatro meses que ha durado el concurso, los televidentes han podido seguir minuto a minuto a sus ídolos ensayar las nuevas canciones, morderse las uñas antes de actuar o lavarse los dientes a la hora de acostarse. Semana tras semana, jurado y audiencia decidían nominaciones, expulsiones, ganadores e, incluso, quién representaría España en el afamado Festival de Eurovisión (debería ser delito no haber escogido "Lo malo") OT se ha ido, y como a falta de pan, buenas son tortas, seguiremos dedicando nuestro tiempo a lo mismo a lo que lo hemos dedicado los últimos veinte años: el fútbol. Al fin y al cabo, no hay tanta diferencia entre un reallity show y la temporada del Sporting.

En la academia rojiblanca ha habido nominaciones, expulsiones y algún repescado de última hora. Además, nuevos alumnos recalaron en Gijón tras el nombramiento del Pipo Baraja como profesor encargado de dirigir las actuaciones.

Tras una serie de buenas actuaciones como local, Lorca parecía el lugar idóneo para despertar en el equipo esa chispa competitiva necesaria para no descolgarse del tren de los favoritos. Pero Baraja tenía un plan. Para esta actuación, le quitaría el micrófono a Santos, su mejor cantante, para que hiciera los coros al recién llegado Nano Mesa. Además, en el centro del campo, la batuta no llevaría el catorce de Rubén, sino el ocho de Hernán, con lo que ello conlleva. El plan no funcionó, pues sobre el campo se vio un Sporting gris, plano y sin demasiadas ideas para inquietar a un rival que acumulaba diez derrotas consecutivas. Ni siquiera acompañó la suerte en la pena máxima que marró (y ya van cinco esta temporada) Jony. Lo que iba a ser una actuación, terminó siendo un cante.

La eterna Segunda División permite que Baraja, una semana más, cruce la pasarela y siga buscando la tecla con la que competir como visitante de la misma forma que lo hace en El Molinón. Quién sabe si la mejor manera de corregir esta situación sea no encontrar la tecla, para así plantear los encuentros como visitante del mismo modo que se encaran como local.

De lo contrario, muchos sportinguistas empezarán a mirar por el rabillo de ojo cuándo comienza el próximo reallity.

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