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Eloy Méndez

Pase al hueco

Eloy Méndez

Los méritos del Pipo

Un cambio radical gracias a la acertada labor del técnico

A Rubén Baraja le gusta pasar desapercibido, pero ya es hora de decir alto y claro que la resurrección del Sporting es obra suya. El técnico cogió en diciembre las riendas de un equipo que vagaba por los campos como alma en pena, sin personalidad ni ideas. Y, en poco más de tres meses, ha logrado configurar un bloque sólido e implicado que afronta la recta final del campeonato en la lucha por el ascenso, para lo que fue concebido. Ha sabido incluso convertir en virtud los vicios de la planificación deportiva y ha desmentido a su antecesor, que llegó a asegurar públicamente y en varias ocasiones (con otras palabras) que no había más tela que cortar.

Cierto es que el regreso invernal de Jony ha marcado un hito difícil de igualar y que el partido del lunes frente al Huesca es el primero a domicilio con buenas sensaciones desde la Prehistoria, con el riesgo que conlleva de espejismo. Pero nadie puede negar que el Pipo ha comprendido en un tiempo récord cuál es la magnitud del Sporting y qué precisan sus actuales jugadores.

Ha llevado a cabo este trabajo de reforma sin tener que hacer derribos y apoyado en tres pilares. En primer lugar, no ha perdido el tiempo en experimentos propios de los que se creen que el balompié se inventa cada domingo (con la única excepción de Lorca, donde ideó un sistema discutible para cubrir la baja de Carmona). Además, ha sabido ceder todo el protagonismo a los futbolistas, ejerciendo un liderazgo sosegado desde el banquillo. Y, por último, quizás ayudado por la bomba emocional de la muerte de Quini, ha recuperado anímicamente a una plantilla que aburría sólo con verla en la foto. Suyos son esos méritos. Y, aunque no quiera, hay que decirlo.

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