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Besar la bandera es amar la patria común

Un acto que sirvió de homenaje popular en Gijón a un símbolo del que otros hacen mofa, desprecio o escarnio

El pasado sábado, soleado y azul, cientos de gijoneses de toda edad, sexo y condición -algunos en sus sillas de ruedas o con sus bastones de ciego- rindieron un sentido homenaje a España en su símbolo más representativo: la bandera, que no es y nunca ha sido símbolo de enfrentamiento sino de unidad. Por unas horas el marco incomparable de las Mestas se convirtió en una unidad de las Fuerzas Armadas, cuya misión constitucional es defender la Patria común que es España de todo intento de ruptura, división, o invasión que ponga en peligro la tranquilidad de los españoles y el quebranto de sus obligaciones constitucionales de amar y servir a España. Si por algo se caracterizó el acto solemne y brillante fue por el orden, el respeto con el que todos juraron la bandera, acompañados y arropados por las fuerzas militares, guardias civiles y policías nacionales, que juntos conformaron un inmenso y sonoro coro unido por los vivas a España, al Rey y al Ejército. Nada faltó: ni los claros clarines, los desfiles triunfales, ni el duro reflejo de las espadas, ni la gloria de los estandartes, como cantó el poeta más grande de la Hispanidad próxima a celebrarse, Rubén Darío, tan olvidado en su centenario. Nada faltó en el solemne acto de amor y respeto hacia la Patria representada en su símbolo más universal y reconocido, la bandera, de la que algunos hacen mofa, desprecio o escarnio. Se recordaron a grandes patriotas y generales como Don Juan de Austria y su memorable victoria en Lepanto que salvó a Europa de enemigos poderosos, y donde se cubrió del gloria el marino genial que presumía de sus heridas en la ocasión más grande que vieron los siglos y el padre de la novela moderna, tan olvidado en los postreros días de su IV Centenario. Se rindió recuerdo emocionado y piadoso a los muertos en España o en misiones internacionales; tampoco faltó la arenga constitucional del Coronel Jefe para infundir a los presentes el deber de servir a España con dignidad y respeto.

El acto fue todo un éxito en todas sus manifestaciones y acepciones: por el número elevado de personas que en el acto participaron, por el orden, la armonía, la sobriedad, la serenidad, que solo fueron interrumpidas por los sonoros aplausos que se repitieron a la largo del hermoso e intenso acto de jura de bandera que presidió con dignidad autores civiles y militares, como Carmen Moriyón, anfitriona solícita del solemne y hermoso acto de jura civil de la bandera.

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