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La rendición de las generalas

IU pide fomentar la incorporación de mujeres a la Policía Local gijonesa mientras las fuerzas de seguridad se "remasculinizan"

Las chicas se repliegan en las fuerzas de seguridad. Después de casi cuatro décadas de conquistar terreno centímetro a centímetro para el acceso de las mujeres al ejército, Policía Nacional, Guardia Civil y cuerpos policiales autonómicos y locales, resulta que las jóvenes parecen mostrar ahora menos interés que sus madres, aquellas pioneras que allanaron a machete un camino hoy tan poco transitado. La concejala gijonesa de IU Ana Castaño lo ha hecho notar en referencia a la escasa presencia femenina en la Policía Local. No sólo son pocas, ha observado, sino que todas son mayores de 30 años; por debajo de esa edad, ninguna. Y ha pedido que se actúe al respecto.

Seguramente habrá quien deduzca que si no están ahora que pueden, es simplemente porque no quieren y carece de sentido andar motivándolas. Puede que quien razone así también se barrunte para sus adentros que las fuerzas de seguridad, por la lógica de la "fuerza", siempre han sido cosa de hombres y ocurre simplemente que todo vuelve a su ser.

Pues ése es precisamente el peligro, volver atrás. Son las propias mujeres militares, policías o guardia civiles las que vienen avisando de que no llegan nuevas generaciones de chicas, a la vez que hacen un relato bastante elocuente -por momentos, disuasorio- de lo que es el día a día de sus carreras profesionales en un entorno tan masculinizado; todas las resistencias, visibles e invisibles que han de vencer y que les empujan a tener que demostrar a cada paso que se merecen estar allí. Por supuesto, ellas están en la base: a mayor rango, menos mujeres, hasta llegar a la cúspide, invariablemente masculina.

Nada nuevo bajo el sol. Los sectores tradicionalmente masculinos son así, abren las puertas a las mujeres porque no queda otra pero la batalla que se libra dentro es casi heroica y trasciende lo justo; al ser entornos jerarquizados, el silencio y la obediencia invisibilizan hasta lo que traspasa la frontera de la legalidad: casos de abusos sexuales u hostigamiento por razón de género.

En otras palabras y datos, si actualmente hay un 8,5% de mujeres en la Policía Local de Gijón, un 14% en las fuerzas armadas, un 9% en la Policía Nacional y un 7% en la Guardia Civil, en unos años estas proporciones -ya exiguas y poco defendibles en la sociedad actual- se quedarán en hecho testimonial; la presencia femenina será una anécdota, casi una pequeña disfunción.

Así que habrá que idear en todos esos entornos -también en nuestra policía municipal- medidas no sólo de reclutamiento o selección, también de desarrollo posterior de la carrera profesional que los hagan más atractivos a las chicas a la vez que se da a entender al mundo que ya es tiempo de igualdad real y no sólo simbólica. Porque el peligro de "remasculinización" es evidente.

Fíjense, en esa especie de complicidad con la resistencia al cambio, la Real Academia de la Lengua, por ejemplo, razona que morfológicamente podría ser correcto decir "generala", pero recomienda "la general" para acatar la norma de mantener invariables los rangos o grados de este tipo de jerarquías. Pues tampoco vendría mal la ayudita de variar lo que hasta ahora era invariable, lo han hecho con otras reglas ortográficas para adaptarse a los nuevos tiempos.

Cuánta resistencia numantina, señor. O señora.

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