La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Misionera de María Mediadora en Malawi. Periodista

Un hombre para la misión

El especial recuerdo que deja Legaspi en las misioneras de María Mediadora

Ayer fue enterrado en Castropol don Luis Legaspi, un hombre, un sacerdote, que vivió desde lo profundo la misión, que se entregó a ella y a la que dedicó años como Delegado de Misiones de la diócesis de Oviedo.

Conocí a don Luis a finales de los años ochenta cuando visitaba la comunidad de Misioneras de María Mediadora que trabajaba en la Delegación de Misiones. En aquel entonces rondaba en mi cabeza la idea de unirme a esta congregación, de dedicar mi vida a la misión. Me escapaba desde mi trabajo en la agencia EFE, primero, después desde La Hoja del Lunes o desde Radio Nacional, para charlar con las misioneras y cuando andaba por allí, con don Luis. Siempre recibí palabras de ánimo, de coraje, palabras que me ilusionaban y me hacían afrontar con firmeza mi decisión.

En 1992 daba el paso e ingresaba en las Misioneras de María Mediadora. Don Luis ha estado presente en los momentos claves de mi andadura como misionera. Presidió mi entrada en el noviciado celebrada en la capilla de Covadonga, en la catedral de Oviedo, en el año 1993; celebró la misa de mi Primera Profesión, 1995 y la de mi Profesión Perpetua en el 2001, ambas en la iglesia de San Tirso de Oviedo.

Aunque no nos veíamos con frecuencia sabíamos el uno del otro. No perdía ocasión en escribirme, una de sus aficiones, para contarme cosas o para decirme que había oído hablar de mí. Era un hombre con un fuerte temperamento pero sobre todo y por encima de todo con un gran corazón, un corazón por y para la misión, siempre preocupado por el bienestar de los misioneros, por sus problemas, por los retos que tenían que afrontar allí donde estuvieran.

Las misioneras de María Mediadora trabajamos en la Delegación de Misiones desde el año 1986 hasta el 2008. Todas y cada una de las misioneras que por allí pasaron recuerdan algo especial de él. A mí me queda el buen sabor de sus charlas, de sus escritos, de su modo de entender la vida y la misión y sus palabras directas en aquellas conversaciones que han marcado mi andadura misionera. Descanse en paz don Luis, descanse en compañía de los misioneros que le han precedido.

Compartir el artículo

stats