Nadie puede negar que la intersección de los vecinos de Vega los Caseros (Parres) y Villanueva (Cangas de Onís) a la carretera nacional 625 (León-Santander por Cangas de Onís), a través de la rotonda allí enclavada y por la que también se accede al Parador de Turismo en el monasterio de San Pedro de Villanueva, es un verdadero punto negro para la circulación, con varios accidentes registrados en ese lugar concreto durante los últimos años. Por ello, sin llevarle la contraria a los detractores, que seguro que también abundan, considero muy acertado el proyecto -con una inversión de casi 200.000 euros- que baraja el Ministerio de Fomento, titular de la susodicha N-625, para solucionar de una vez por todas el problema presentado en ese controvertido vial.

Bien es cierto que existen infinidad de temas pendientes, y tan urgentes como la susodicha glorieta de Vega los Caseros, desparramados por gran parte de la comarca del Oriente de Asturias, entre los que destacaría la imperiosa necesidad de mejorar la comunicación de ésta área de influencia de los Picos de Europa con la Meseta. Sí, sí, acondicionar en firme y de una vez por todas la conocida carretera del Pontón, la misma N-625 que enlaza el suroriente del Principado de Asturias con la limítrofe comunidad autónoma de Castilla y León. Una reivindicación, para los olvidadizos, que debe estar guardada en algún cajón del todopoderoso Ministerio que dirige Ana Pastor.

Y aprovechando que la carretera N-625 pasa por Vega los Caseros, insisto en término municipal de Parres, pero a tiro de piedra de Villanueva, núcleo éste perteneciente al concejo de Cangas de Onís, no me olvido de la marquesina que llevan recamando la totalidad de los vecinos de ambas ribereñas localidades, separadas por el páter río Sella. Una petición que data de hace casi cuatro años, avalada por un montón de firmas de residentes en ambos pueblos, la cual tiene como objetivo velar por la seguridad vial de los escolares que deben aguardar su cotidiano transporte -una vez arranque el curso lectivo- a los centros docentes en los que habitualmente cursan estudios, es decir, tanto al colegio de educación Infantil y Primaria Reconquista o bien al Instituto Rey Pelayo. Los comicios electorales del pasado 24 de mayo apenas presentaron grandes variaciones en los concejos afectados por la ya famosa marquesina, pues en Parres sigue gobernando -aunque en minoría, el PSOE, ahora con Emilio García Longo como regidor- y en Cangas de Onís continúa al frente del Consistorio -eso sí, con amplia mayoría absoluta- el PP de José Manuel González Castro. Dicho esto, parece que la pelota vuelve a estar sobre el tejado del Ayuntamiento de Parres, quien debe tratar de convencer a los mandamases del Ministerio de Fomento para que instale ese indispensable equipamiento en las cercanías de la novedosa glorieta proyectada para Vega los Caseros. Se habla de seguridad circulatoria, pero, me da la sensación, de que nadie quiere hacerse eco de la seguridad vial de los escolinos que esperan, un día sí y otro también, la llegada del transporte escolar a ese punto de la N-625.

Espero y deseo que nunca llegue a ocurrir un desgraciado accidente en ese lugar para que alguien acabe echándose las manos a la cabeza por no prevenir a tiempo la seguridad de los niños y niñas que utilizan el transporte escolar a Cangas de Onís, así como la de otras personas. No se trata de infundios alarmistas, sino de hacer realidad una tercermundista y rocambolesca situación en pleno siglo XXI, en plena era de las altas tecnologías. Además, en una de las zonas turísticas por excelencia del Principado de Asturias, justo a las puertas del Paraíso Natural.

Considero una nimiedad por parte de los organismos públicos darle solución a esa vieja pretensión del vecindario de Vega los Caseros y Villanueva. Pero, de momento, las puertas parecen estar cerradas a cal y canto para tan discutido asunto. ¿Siguiente paso? A lo mejor habrá que ir pensando en acabar tirándose a la calle, o sea a la N-625, para hacerse escuchar. Tiempo al tiempo.